el beso de un conde

capitulo 19

—Tú, maldito desgraciado ¿Me raptaste?

—Sí, lo hice, es la única forma que encontré para hablar—se defendió Vladimir.

—No tenemos nada de qué hablar—le cavheteó—¿Cómo te atreves?

—No tienes adonde ir—él salió tras ella—Estamos en un barco, kiara, mi barco, tendrás que hablar, quieras o no.

—Ahora te convertirás en el pirata desalmado—ironizó ella.

—¿Y si lo hago qué? Eso te enamoró de mí ¿O no? Te gusta que te toquen así—exclamó, toqueteandola—Mírame kiara, nada te pasará conmigo y lo sabes.

—¿Lo sé, Vladimir? —gruñó, tomando un plumón con intensiones de clavárselo.

—Hey, tranquila—vaciló Vladimir, esquivándolo—Está bien, Condesa, tú te lo buscaste—la tomó de brazos—Te quedarás en el camarote hasta que reacciones y podamos hablar. Te traerán de comer, te trataran como lo que eres, mi esposa, pero será mejor que te calmes o te daré de nalgadas como la niña en la que te estas comportando ¿Está claro?

—Tú no eres mi dueño ¡Vete y déjame sola!

—¡Bien! —gritó él, antes de cerrar la puerta con una escandalosa fuerza.

—¡Te odio! ¡Ábreme, ábreme la puerta, Vladimir!

—Uff… Está furiosa—bromeó Dimitri.

—Tiene motivos, la raptaron, se siente sola y furiosa contigo—comentó Mariksa— Perdón Conde, pero… Me agrada tu idea, ahora si fuera tu aprovecharía su furia y le haría el amor.

—Gracias, pero no, conociéndola, me odiaría más. No sé cómo, pero la convenceré.

—Bien. Le llevaré algo de comer, si lo deseas.

—Sí, por favor, habla con ella, te necesita—le pidió Vladimir.

—Sí, pero no cargues nada pesado—agregó Dimitri.

—Agh… Vladimir, dile a tu amigo que deje de tratarme como una niña, está insoportable desde que se enteró del embarazo.

—Ven, Dimitri, necesito hablarte—presagió Vladimir cuando Mariksa abrió la puerta del camarote.

Kiara levantó la mirada y la vio. Se levantó rápidamente y la abrazó, sin decir nada más.

—kiara, prima, cálmate, todo estará bien, yo estoy aquí.

—Gracias a Dios… ¿Se atrevieron a raptarte?

—No kiara, vine por mi cuenta.

—¿Tú lo sabías?

—No, me lo dijeron hace poco, pero estoy aquí para hacerte compañía. Come y no te preocupes, tu esposo no te hará daño, te ama demasiado.

—¿Entonces por qué me trajo, si nos divorciaremos?

—Porque tiene esperanza, tonta, porque te ama y no se rendirá tan fácil. Cielos, kiara, eres una…—el comentario de Mariksa fue interrumpido cuando se escuchó un barullo. Vladimir y Dimitri entraron bruscamente al camarote.

—¿Qué pasa? —cuestionó Mariksa.

—Tenemos un problema, el coronel Boscobich se acerca—reveló Dimitri.

—¿Quién es él? —indagó Kiara.

—Alguien que nos quiere hundir—declaró Vladimir—Necesito que se queden aquí, debemos ocultarlas. No puede saber que kiara es mi esposa, si la ve sabrá quien soy.

—Eso te pasa por mentiroso—farfulló Kiara.

—Ya kaira, cálmate—intervino Mariksa.

—Escúchame bien—espetó Vladimir, sujetando con brutalidad sus muñecas—, quédate aquí, callada.

—¿Por qué? ¿Acaso temes que ese coronel te mate? Debería, eres un animal ¡Suéltame!

—¡No, jamás temo morir, lo que temo es que te hagan daño o a mi tripulación! Allá afuera hay treinta hombres que arriesgan su vida para alimentar a sus familias, así que cierra la maldita boca y quédate quieta por una vez en tu vida.

—Vamos, capitán—dispuso Dimitri, poniéndose el antifaz.

—Mariksa, asegúrate de que coma y mantenla callada—ordenó Vladimir.

—Sí, capitán.

—¿Qué se ha creído? —rabió Kiara.

—El capitán, kiara, de él dependen esos hombres; ahora, guarda silencio—manifestó ella, tratando de escuchar lo que decían.

Mientras ellas se ocultaban, el coronel estaba abordando el barco, mirando a todos lados. Vladimir y Dimitri ya se habían puesto sus antifaces y lo observaban abordar.

—Coronel, me honra con su presencia ¿A qué se debe? —expresó Vladimir.

—Capitán, lamento la intromisión, pero se nos ha dado la tarea de buscar a una mujer, una Condesa perdida, de hecho, también a él lo buscamos—comparitó el coronel.

—¿Y no le parece que andan juntos?

—Ese es el problema, al parecer el Conde la está buscando para divorciarse, al parecer—rió—, vengo, capitán, a cobrar la cuota por tener un barco en aguas del rey.

—Lo siento, coronel, pero no puedo hacerlo, recuerde que este barco no me pertenece, le pertenece a la capitana, mi esposa.

—Esposa que no tengo el privilegio de conocer.

—Ya se lo dije, está indispuesta.

Ellos seguían discutiendo y kiara observaba a su prima, sin decir nada. Algo le hizo pensar que era probable que estuvieran en peligro, si el coronel veía a kiara, no solo podrían acusarlos de rapto, sino que descubrirían la verdadera identidad de Vladimir.

—¿Qué hacemos? Si nos ve….

—Tengo una idea—irrumpió Kiara, mirando un baúl—Mariksa, ponte esto—dispuso ella, dándole una ropa.

—¿Qué? ¿Esto? ¿Qué piensas hacer?

—Salvarles la vida, tú solo sígueme la corriente—insistió, antes de salir del camarote.

—¿Por qué la escondes tanto, capitán? ¿Acaso tiene algún defecto? —investigó el coronel.

—Yo no diría eso, pero…

—¿Procuraban mi presencia? —intervino Kiara, que apareció arriba del techo del camarote.

Vladimir y Dimitri las miraron, sorprendidos, más Vladimir, quien se sorprendió con la apariencia de kiara.

—Bueno, bueno, al fin tengo el honor—celebró el coronel.

—Capitana—lo interrumpió—, solo dígame capitana ¿Qué es lo que se le ofrece, coronel, que interrumpe mi viaje?

—Solo solicito el pago del mes, mi Lady.

—Ya oyó a mi esposo, este barco es mío y no pagaré nada que no sea legal.

—Pero mi Lady, está en aguas internacionales, estas pertenecen al rey.

—No, señor, el mar no le pertenece a nadie y si no le molesta ¿Sabe el rey que cobra ilegalmente?




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