el beso de un conde

capitulo 21

 

Kiara se desvaneció en la arena, llorando, no sabía qué hacer y se sentía culpable. Gritaba y gritaba cuando escuchó una voz grabe que pronunció su nombre, ella levantó la mirada y allí estaba, con el semblante parecido a un espejismo.

—kiara ¿Por qué…? ¿Por qué lloras, mi amor? Aquí estoy, jamás te dejaré sola—era Vladimir.

—¿Vladimir? —musitó, levantándose—Pensé que habías muerto—agregó antes de besarlo, sin pensar en nada más.

Él le correspondió al instante, con un abrazo cálido y sensaciones que ella añoraba, sin darse cuenta, Vladimir la miró y el corazón se le aceleró por unos momentos, momentos en los que olvidaron tal pelea y se besaron, como si nada hubiese pasado, hasta que la mente de kiara despertó.

—¡No! —dispuso, alejándose—No quiero ser tu amante.

—¿Qué? Kiara, no eres ni serás mi amante, eres mi esposa, te guste o no, solo… Dime si estás bien—le pidió, tocando su rostro.

—Sí, lo estoy ¿Y tú?

—Creo…

—¿Crees?

—Sí—susurró, antes de desvanecerse.

—¡Vladimir! —chilló ella, asutada.

Cuando se dio cuenta de que Vladimir tenía una herida en la cintura, lo ocultó en una roca en forma de cueva, llevandolo a rastras. Estuvieron allí por tres días, mientras Kiara lo curaba y escuchaba sus delirios, pero aún no podía creerle, el embarazo de Olivia era evidente y que ella supiera Vladimir había sido el único amante que ella había tenido.

En el calor de la fogata, kiara se permitió acaríciale la frente, así supo que tenía fiebre. Salió por unos segundos a buscar agua y a su regreso lo escucho decir su nombre.

—Shh… Tienes fiebre… Dios ¿Dónde estamos? Vladimir, aguanta, por favor.

—Kiara, tienes que creerme, no es mío decía—deliraba—Mi amor, mi vida eres tú, no me dejes, no me abandones, sin ti moriré, kiara.

—Cálmate, solo habla tu delirio.

Poco a poco Vladimir se fue mejorando, la herida sanó con los ungüentos y pasaron los días. Vladimir despertó un día de sol, se paró poco a poco y salió a la playa, y la vio a lo lejos, con la ropa media rasgada, sosteniendo leña en sus manos.

—¿Kiara? ¿Qué estás haciendo?

—¿Qué parece que hago? Buscar leña, la noche es un poco fría cerca del mar y te traje de comer.

—¿Me trajiste? ¿Cómo…?

—Bueno, ni te imaginas lo que he encontrado cerca de aquí. Hay muchas bananas, cocos y no sé qué son esas cosas, no las he tocado porque no sé si son venenosas, aunque debería darte de esas, de castigo.

—¿Aún no me perdonas? Kiara, te juro…

—Shh… Cállate. Veo que te sientes mejor

—Sí, gracias a ti.

—Bien, porque necesito que me digas donde estamos, porque no sé y tú eres el capitán de un barco.

—Debemos estar entre Brasil o el Congo—supuso—, no sé, kiara, no soy adivino.

—Me decepcionas, capitán. Bueno, ya que estás bien, enciende el fuego.

—¿Sabes? Te ves hermosa así.

Esa noche se ocultaron a descansar. Vladimir no dejaba de mirarla y miles de pensamientos rodeaban su mente, estaban solos en una isla desierta, sin saber qué les deparaba el futuro.

A la mañana siguiente, él despertó, la vio dormida y salió a explorar la isla. kiara despertó media hora después y al ver que no estaba salió en su búsqueda; fue ahí cuando se dio cuenta de que no podía dejar de quererlo. Él estaba cortando troncos y armando una pequeña choza, sin camisa, mostrando cada parte de su espalda, sudado y mostrando sus músculos, como si fuese para ella sola. Ella se dio cuenta de que se estaba mordiendo el labio, mirándolo; verlo usar su fuerza dejó que por un momento olvidara que deseaba dejarlo.

Se dirigió a él coquetamente, pero se detuvo cuando escuchó unos tambores que los hizo detenerse; él levantó la mirada y vieron que salía humo de un viejo volcán.

—Tranquila, solo son aborígenes; deben estar haciendo un culto… No te preocupes, yo te protegeré—le juró, al darse cuenta de que kiara lo rodeaba con sus brazos.

—No abuses—le reprochó, soltándose de inmediato— ¿Por qué?

—Porque ellos no vendrán a la playa sino hasta mañana, deben haber llegado hace poco.

—No eso ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué prometiste ser mío y luego te acostaste con ella?

—Lo soy, kiara, soy completamente tuyo ¿Por qué no me crees? No dormí con ella.

—No mientas ¿Cómo estás tan seguro si estabas ebrio?

—Porque cuando tomo no tengo control de mí, duermo como tronco, kiara, no hay posibilidad que la haya tocado ¿Entiendes?

—¿Por qué no puedo odiarte? ¿Por qué? —musitó ella, antes de que Vladimir la tomara en sus brazos para besarla.

Esa noche nada importaba, ni siquiera los tambores, solo importaban ellos. Vladimir y kiara comenzaron a quitarse la ropa desesperadamente, besándose con pasión, allí, en una choza improvisada.

—Vladimir—farfulló Kiara, respirando con dificultad.

—Kiara, no sabes cuánto extrañaba tu piel, tus labios…

Los labios de Vladimir se deslizaban por cada parte de su piel, acariciando sus senos, mientras bajaba por el ombligo. kiara gimió tan fuerte que se tapó la boca en señal de vergüenza.

—No te avergüences, estamos en una isla desierta, kiara; créeme, nadie te escuchará…

—Oh… Vladimir—jadeaba.

Mientras los segundos pasaban, más ardientes se sentían. kiara estaba perdida en las caricias de Vladimir cuando el irrumpió en ella una vez más, haciendo que kiara jadeara más fuerte, mientras Vladimir gozaba sometiendo su hombría dentro de ella, como si no existiera nada más en el mundo que ellos.

Horas más tarde, kiara se enderezó y lo miró con fijeza, mientras lo rodeaba con sus brazos. Vladimir acariciaba su cabello y besaba su frente.

—Está bien, Vladimir, supongamos que te creo ¿Cómo demostrarás que miente?

—No lo sé, pero lo haremos, acabaremos con esa farsa de una vez.

—Mmm… Está bien, pero… Sí te castigaré.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.