el beso de un conde

capitulo 26

Flashback

Vladimir lanza a Kiara hacia la cama, entra, cierra la puerta, la mira fijamente y con su dedo la hace callar; solo se escuchaban los gritos de Kiara y los de Igor tras la puerta. Vladimir se acercó a ella y mientras hablaba, la miró con dulzura.

—¡No, por favor Vladimir, no! —gritaba, mientras sonreía.

Y mientras más Vladimir intentaba no pensar, ella le daba la confianza para hacer lo que tenía que hacer. Lo miró a los ojos y le dijo en voz baja: —No te preocupes, mi amor, estoy lista, solo hazlo, sabes que pase lo que pase te amaré siempre.

—Te amo, Kiara—susuró en su oído mientras comenzó su trabajo brutal.

Para cuando escucharon que todos se habían callado y ya todo había pasado, Vladimir decidió parar, pero Kiara lo detuvo.

—Aún no—farfulló—Quiero más, por favor.

—Enserio Kaira, estáss… Loca.

—Si queremos que sea creíble, hay que hacerlo bien y aún puedo sentarme… Tienes que golpearme.

—No, no haré eso, Kiara. No…

—Debes hacerlo, sino no será creíble y todo lo que hicimos será en vano—le recordó, antes de levantar la voz—¡No, no más, Vladimir, no me golpees!

—Esto va a dolerme más que a ti—culminó, dándole unos golpes con su correa.

Después de un rato y antes de salir, Vladimir no aguantó más y la besó en los labios, en señal de despedida. Ya habían cumplido la peor parte, ahora quedaba actuar.

—Gracias—agregó Kiara, acariciando su rostro.

—Todo lo que hago por ti… Tranquila, solo relájate. Te amo.

Con rapidez, se escondió bajo las sábanas mientras se forzaba a llorar.

Fin del flashback

Kiara se enderezó para mirar hacia la puerta mientras escuchaba la llave girar, ya era media noche y nadie estaba despierto en la mansión.

—¿Qué haces aquí? Se supone que no debes entrar aquí, Vladimir.

—Lo sé, pero tenía que saber si estabas bien, no pude hablar contigo.

—Lo estoy. Fue humillante ver como me miraba ese…

—Lo sé, solo tengo ganas de matarlo.

—No mi amor, no, porque si lo haces te apartaran de mí, además, no fue mucho, pero yo habría querido más.

—¿Más? Kiara, me pasé, enserio.

—Los golpes no, lo otro… Me gustó… Pero ya, hablemos ¿Cuándo pasará?

—Aún no lo sé. Ya tengo la confianza de mi tío, mañana debo ganarme la de Olivia.

—Esa… Agh, de solo pensar que ella se te va a acercar… Si no estuviese embarazada ya le habría dado unos golpes.

—Lo sé, pero esas manos no deben arruinarse—besó el dorso de ellas—Kiara, pronto todo pasará y podremos ser felices, juro que nos iremos a nuestra isla y tendremos muchos hijos.

—¿Lo prometes?

—Con mi vida, juro que tendremos una docena de niños.

—¿Te quedarás a dormir? No, no puedes ¿Y si nos ven?

—Puedo fingir otra vez—sonrió—No, ya pensaré en algo, solo no quiero dejarte, aunque hay algo que…

—¿Qué?

—¿Qué tanto hacías con Stapleton?

—Ah… Es que tu tío me dijo algo en el juzgado, presiento que tu tío te hará algo, Vladimir, no sé, pero la forma en que me lo dijo, dijo que pronto todo cambiaría, me dio a entender que sería viuda y más con el tonto arreglo que hiciste, enserio Vladimir, fue tonto.

—No lo es. Mira, con todo a tu nombre, nadie puede tocar la rotuna más que tú, solo lo hice para protegerte y a mi madre, sé que tú no la dejarías en la calle si me pasa algo.

—Por supuesto que no, pero no quiero pensar en eso, sufrirá demasiado.

[…]

A la mañana siguiente, Kiara despertó y tocó a su lado, Vladimir ya se había ido. Bajó a tomar del desayuno, apenas podía bajar las escaleras por el dolor, pero antes de llegar abajo, se reía sola por todo, para ella era como un juego todo eso, pero debían hacerlo para desenmascarar a esos dos pillos, lo único que faltaba era que su propio tío que había desaparecido. Antes de hacer su entrada, se calmó y cambió su rostro.

Todos en aquella mesa la miraron serios. Stapleton solo miraba a Olivia, tenía deseos de desenmascararla ahí mismo, pero se aguantó; Diana miraba a su hijo, tratando de explicarse por qué había cambiado.

—Olivia ¿Me acompañas a mi despacho? Necesito hablar contigo.

—Por supuesto, mi amor—gorjeó, mirando a Kiara con una sonrisa triunfante.

—¿De qué querrá…?

—Ya es hora. Stephan, vigila la puerta, no queremos que el Duque llegue antes de que pase.

—Bien.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —indagó Diana.

—Quiero ver esto—pidió Kiara.

—De acuerdo, pero guarda silencio—respondió Stapleton, antes de dirigirse a un cuarto—Juez, lamento todo esto, pero usted entenderá los motivos.

—Entiendo, abogado.

Diana no entendía nada, pero se quedó en silencio mientras entraban al viejo armario que unía el despacho de Vladimir con el cuarto de la servidumbre, se metieron allí, en silencio, para escuchar y presenciar aquel teatro.

—Te escucho mi amor ¿Qué deseas?

—Bueno, deseo que todo sea como antes, cuando tú y yo gozábamos de los placeres sin interrupciones. Arruinaste mis planes, Olivia, se suponía que no te embarazarías ¿Recuerdas?

—Pero Vladimir, tú terminaste conmigo por casarte con esa estúpida.

—Por supuesto, Olivia, todo lo hacía por mi título, no lo perdería por una buena cogida; me casé por las apariencias. La perdida de mi hijo fue caída del cielo, Olivia, no quiero hijos, ni tuyo ni de nadie, toda mi fortuna es solo mía ¿Crees que deseo compartirlo con un niño?

—¿Qué? Pero mi amor ¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque lo arruinarías, las mujeres siempre arruinan todo—espetó, antes de tomarse un sorbo de borbón—¿Ahora que haremos con ese niño? Dímelo tú.

—No te preocupes por él ¿Te casarás conmigo?

—Claro que sí, pero no quiero a ese niño estorbándonos.

—No te preocupes, me deshago de él, de todos modos, debo confesarte que no es tuyo, fue idea de tu tío; sí, lo admito, es tan viril, pero no eres tú, mi amor—sonrió.




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