el camino de Alessandra

capítulo 13

Connor se tensa a mí lado, y enseguida me acerco a ella, primero la sacudo con suavidad y luego comienzo a gritarle como loca que no nos puede hacer eso.

— Cálmate Alessa— me dice Laura

— ¡qué me calme, pero su hija esta...! —no termino porque escucho la risa de Coral

— Hubieran visto sus caras— dice riéndose. Por un momento todo queda en silencio

— ERES UNA TONTA, CÓMO TE ATREVES A HACERNOS ESTA BROMA— le grito y ella solo se ríe aún más. Todos sueltan el aire retenido y pronto nos reímos junto con ella.

Poco a poco cada uno de los presentes se acerca a abrazarla, cuando Connor se acerca la abraza muy fuerte y le dice que no le vuelva a hacer eso, casi no la suelta y ella me tuvo que pedir ayuda para alejarlo, no lo hice porque sé lo preocupado que estaba y deje que la abrazara unos segundos más en los que Coral me miro mal por no ayudarla y yo le susurraba que era mi venganza por asustarme.

— ¿Cómo te sientes? — le pregunto

— Bien, de hecho, me siento mejor que nunca. Me siento como si hubiera dormido por años— dice y me quedo en silencio analizando la situación.

— No estás bien— digo y todos me miran confusos— despertó y lo primero que hizo fue hacernos una broma, ella nunca hace bromas— la miro preocupada y ella me sonríe.

— Solo intento seguir tu consejo, el de abrirme un poco más por lo menos con ustedes— la miro con orgullo y detengo a Connor cuando me doy cuenta que quiere ir a abrazarla otra vez.

— Déjala en paz, necesita descansar— le digo

— Alessandra tiene razón— menciona Laura— Coral tiene que descansar, Connor ayúdame a llevarla a casa.

Connor asiente y ayuda a levantarla con mucho cuidado. Mis padres le dicen que se alegran que este bien y se retiran a hablar sobre asuntos de su trabajo en la oficina, me acerco a Coral y no le digo nada, solo la abrazo y ella a mí.

— Más rato o mañana temprano voy a visitarte— le digo y salen de la casa en dirección a la suya.

Llamó a Nicholas para avisarle que Coral ya despertó, y me dice que sigue investigando y hablando con algunos brujos de confianza, le digo que me los tiene que presentar, él dice que si y luego cuelga. Me quedo mirando fijamente mí jardín unos minutos y decido, después de mucho tiempo, arreglarlo.

Comienzo quitando toda la maleza, lo cual me lleva un par de horas, luego riego las pocas plantas que quedan, Sasuke me ayuda haciendo hoyos en la tierra y queda completamente sucio, decido ir un día de esta semana a comprar abono y otras flores que pueda plantar, luego entro otra vez a la casa con mi conejito en mis brazos, decidida a darle un baño.

El resto de la tarde me la paso en la tina intentando quitarle la suciedad a Sasuke, quien salta por todos lados empapándome de agua y jabón para mascotas.

— Si ves que no fue tan malo, no entiendo porque no querías quedarte quieto— le digo mientras le estoy secando el pelo con una toalla.

El conejo me mira como si fuera la peor persona del mundo y sale del baño dando saltitos hasta mi habitación. Cuando entro lo veo en su camita que está en el piso al lado de la mía, y me está dando la espalda.

— Está bien, lo siento, ya sé que no te gusta el agua, pero estabas muy sucio— Sasuke me mira y luego vuelve a darme la espalda, sonrió y disimuladamente saco uno de los paquetes con premios para conejos que está en el cajón, por el sonido mi mascota enseguida me mira.

— Te iba a dar uno de estos, pero que pena que estés enojado conmigo, ahora voy a tener que buscar a otro conejo para dárselo— mi pequeña mascota enseguida voltea completamente y me mira girando un poco su cabeza.

— Si me perdonas, tal vez no los regale— casi sin terminar de hablar Sasuke salta a la cama y me mira fijamente, feliz le doy uno de los premios y acaricio su suave pelaje hasta quedarme dormida.

Nuevamente siento un calor desesperante, miro a mi alrededor y veo la misma habitación de ladrillo que no sale de mi mente en estos días. El piso parece estar hecho de fuego, incluso con la manta que lo cubre se siente muy caliente. El aire me falta cada vez más, las gotas de sudor caen y caen.

Mis manos nuevamente parecen las de una niña

— Quédate quieta o te va a dar más calor— dice el mismo chico rubio de la última vez, sigue dándome la espalda.

— ¡Matt Despertaste! —digo alegre.

Doy un respingo sobre mí cama, estoy sudando mucho, y no paro de respirar rápido. Nuevamente vuelvo a soñar lo mismo, lo cual me hace pensar que no es un simple sueño, tengo que averiguar quién es el tal Matt, intento volver a dormir.

(...)

Fue la peor noche de mí vida, intenté volver a dormir, y lo logre, pero me soñaba lo mismo una y otra vez. Toda la noche tuve el mismo horrible sueño, que incluso ahora se reproduce una y otra vez en mi mente.

Me levanto de la cama con mucho fastidio, y me asusto al verme al espejo y pensar que me había poseído un demonio, tengo unas ojeras horribles, el sudor me pego el pijama a mi cuerpo, y tengo el pelo revuelto y muy alborotado.

Suspiro y voy a bañarme con la esperanza de que el agua me haga ver un poco mejor.

En cierto punto el baño sí funciona. Después de arrancarme medio cabello por los tirones con el cepillo logre hacer que se vea decente, pero con las ojeras no puedo hacer nada, antes creo que se marcaron más.

Salgo de la habitación y voy a la cocina donde me encuentro con mi hermano.

— No preguntes— digo cuando lo veo con intenciones de abrir la boca

— Tuviste la misma pesadilla una y otra vez— afirma

— ¿cómo sabes? — abro los ojos con interés

—Porque yo igual

— Entones ¿sabes quién es el chico rubio?

— ¿Qué chico rubio? Yo soñé una y otra vez que un unicornio me comía y su barriga estaba llena de pasteles y caramelos— hace una mueca y sacude su cuerpo  al recordarlo— fue aterrador— dice y yo lo miro mal, es un tonto.



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En el texto hay: romance, suspenso, hibrida

Editado: 31.08.2021

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