el camino de Alessandra

capítulo 14

Al llegar nuevamente a la veterinaria, Sasuke intenta huir sabiendo lo que le espera, pero lo atrapo y entramos.

No vemos a nadie en el lugar lo cual se nos hace muy extraño, toco varias veces el timbre que está en la recepción, pero nadie aparece. Con Connor nos estamos aburriendo y decidimos ir a buscar otra veterinaria hasta que escuchamos voces venir del fondo del lugar.

Me acerco lentamente con Sasuke en mis brazos y Connor detrás de mí; veo la puerta del fondo abierta y me acerco con todos mis sentidos agudizados, al estar lo suficientemente cerca, veo a la recepcionista de la vez pasada, creo que se llama Rubí, siento golpeada por un tipo alto, ella llora y le dice que por favor pare y él le repite una y otra vez que se lo merece.

Claramente me iba a acercar a detenerlo, pero Connor se me adelanta, pasa tan rápido por mi lado que casi ni lo veo. Se acerca al tipo y lo estampa contra la pared. Lo golpea en la cara repetidas veces hasta que le hace salir sangre, la chica se arrastra hasta uno de los pies de Connor y le dice que pare.

Yo me acerco a ella, y la alejo, no detengo a Connor porque sé que el tipo se lo merece. Dejo a la chica en un rincón junto con Sasuke, y me acerco a Connor, dejo que lo golpee un poco más hasta que parece que va a desmayarse.

— Ya suéltalo— le digo, pero Connor parece completamente fuera de sí mismo y lo sigue golpeando, nunca lo había visto tan descontrolado

— Suéltalo— le repito, no me hace caso— ¡MALDITA SEA CONNOR QUE LO SUELTES YA, LO VAS A MATAR! — le detengo uno de sus brazos, el me mira y parece volver a la realidad; esta vez me hace caso y lo suelta, no sin antes darle un último puñetazo tan fuerte que le sale sangre de su mano, enseguida se cura.

El tipo cae como un costal de papas al suelo y Rubí cada vez llora más y más fuerte, me comienza a exasperar.

— Connor, lleva a Rubí adentro—  le ordeno

— ¿Qué vas a hacer?

— Tú solo hazme caso y lleva a Sasuke y a Rubí adentro— para mí sorpresa, Connor parece muy consternado y hace lo que le pido.

Sonrió cuando ya no hay nadie más y veo que el tipo está a punto de desmayarse, le doy un golpe para que no lo haga y me siento a su lado manchándome con un poco de sangre que hay en el suelo.

— entonces te gusta maltratar chicas mmm ¿Cómo te llamas? —abre la boca con dificultad

— Sco....Scott— pronuncia con dificultad

— Bien, Sco...Scott— digo burlándome de él— te gusta maltratar chicas, y a mí me gusta maltratar a personas malas— saco una de mis garras de la mano derecha y cambio el color de mis ojos al mismo color que tengo cuando me transformo, trucos que me enseño Connor.

Scott me mira con miedo y, sin lograrlo, intenta alejarse de mí. Le sonrió y paso lentamente mis garras por su cuello sin lastimarlo, él intenta gritar y yo me rio.

— De...demonio— pronuncia y mi sonrisa se ensancha aún más

— Tienes razón, soy un demonio, hecho para castigar a personas malas—lo levanto y a gran velocidad voy hasta el bosque que rodea el pueblo y me subo, con él en mi espalda, hasta la copa de uno de los árboles más grandes, me demoro solo segundos

— Bien, vamos a hacer algo, te voy a dejar aquí para que pienses lo que hiciste— le digo como cuando una madre regaña a su hijo.

Scott mira para abajo con terror y me ruega para que no lo deje ahí, no le hago caso y lo bajo de mi espalda dejándolo en una rama grande que desprende del tronco.

— Por...por favor, no me de...dejes aquí, me asus....asustan las altura..s

— Qué curioso que ahora seas tú el que ruega, antes vi como la chica te rogaba. Ya que ruegas voy a hacer contigo lo mismo que tú hiciste cuando ella lo hizo— lo miro— nada, adiós— digo y vuelvo a la veterinaria a la misma velocidad con la que me fui.

— ¿Qué hiciste? —me dice Connor cuando entro. La chica está sentada en la camilla con un vaso de algo que bota humo en las manos.

— No quieres saberlo— le digo y para mi sorpresa, él sonríe

— ¿por qué te descontrolaste tanto? —le pregunto mientras me acerco a una mesa con alcohol y algodón que pienso usar para curarle las heridas a Rubí

— Odio a los que maltratan a las mujeres y se creen mejores solo por ser hombres, sin embargo, tampoco sé porque perdí el control de esa manera

— En algo estamos de acuerdo, hay seres humanos despreciables— me acerco a Rubí que no para de temblar y le quito el vaso de las manos, con un pañito húmedo le quito la sangre seca y el rastro de lagrimas

— ¿Dónde está el veterinario? —le pregunto, ella se demora unos segundo antes de responderme y toma una larga bocanada de aire.

— Salió, me dijo que cuidara la veterinaria que no se iba a demorar

— ¿Quién es el que te estaba golpeando?

— Mi novio— la miro con atención y frunzo el seño

— ¿por qué querrías estar con alguien como él? —se me adelanta a preguntarle Connor

— Ustedes no entienden, no puedo estar sola

— ¿por qué? —le digo

— Solo no puedo, necesito un hombre a mí lado— me dice, que poca autoestima, pienso

— Claro que no, no necesitas a nadie que te maltrate a tu lado, todas podemos solas, somos independientes. Hay que aprender a valorarnos más— me mira fijamente— las mujeres no estamos hechas solo para estar con hombres, estamos hechas para mucho más, para ser grandes personas que cambien al mundo. En la historia siempre se les atribuye todos los descubrimientos y cosas importantes a los hombres, pero ellos solos no lograron todo, no por lo menos sin la ayuda de sus mujeres que los apoyaron y se quedaron a su lado, a nosotras no nos han atribuido nada y es hora de que eso cambie— finalizo

— Además, todos merecen estar con alguien que de verdad los ame— dice Connor mientras me mira

— Muchas gracias, por defenderme y ayudarme— dice Rubí bajando de la camilla, se mira a uno de los espejos, arregla su cabello, respira unos segundos y vuelve a la postura coqueta que tenía la primera vez que la vi, le sonrió con aprobación, la diferencia es que esta vez no mira coqueta a Connor.



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En el texto hay: romance, suspenso, hibrida

Editado: 31.08.2021

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