el camino de Alessandra

capítulo 20

Lo miro confundida y me levanto de la silla.

— podrías dejar de pensar por un instante, desde el otro lado del castillo puedo oír tus molestas preguntas, y me está dando dolor de cabeza— se toma la cabeza con una mano y frunce el ceño mientras me mira fijamente

Miro a Asher con enojo.

— entonces deja de invadir mi privacidad, ¡y ya no leas mis pensamientos! — le grito

— ¡no puedo! — me grita devuelta y lo mira confusa— no sé cuál es el motivo, pero no puedo bloquear tus pensamientos y eso me está desesperando, es molesto saber todo lo que piensas— me sonrojo, es vergonzoso que sepa todo lo que pienso, el cincuenta por ciento de mis pensamientos son solo tonterías.

— creo que es momento que tú y yo— nos señaló— tengamos una larga conversación— le digo y me siento otra vez en la silla.

Le indico que se siente en el piso y él me obedece, se pasa unas cuantas veces la mano por el pelo, dejándolo más despeinado, lo miro unos segundos, pero intento bloquear cualquier tipo de pensamientos sobre lo guapo que es.

— comencemos por lo más importante, ¿cómo nos conocemos? —pregunto

— la pregunta es de donde nos conocemos— responde y asiento dándole a entender que siga— hay un motivo por el cual tus padres decidieron ir a Corea por todo un año. Como ya debes saber, cuando eras pequeña ocurrió algo en tu vida que no solo hizo que reprimieras tus recuerdos, si no también te dejo más desequilibrada mentalmente de lo usual.

— ¿qué fue ese algo que me ocurrió? — lo interrumpo y el me mira con fastidio.

— no te lo puedo decir, ya te lo habrán dicho, eso lo tienes que descubrir sola. Ahora si me dejas continuar y no me interrumpes — ruedo los ojos, pero le hago caso y me quedo callada— en Corea hay un lugar llamado el C.S.M.S que significa Centro de Salud Mental para niños Sobrenaturales, allá fue donde nos conocimos.

— ¿estuve en un psiquiátrico? ¿tú estuviste en un psiquiátrico? 

— no es un psiquiátrico— me responde— es más bien un lugar donde nos ayudan a controlar nuestros poderes y nuestra mente, se creó para ayudar a niños muy poderosos que tienen algún desequilibrio y eso puede afectar a la humanidad, es algo así como para educar a niños y jóvenes potencialmente peligrosos y enseñarles que no pueden hacer daño.

— ¿y yo por qué estaba allá? ¿y tú por qué estabas allá?

— lo mío no es importante, solo te voy a decir que Samantha y yo hicimos algo muy malo y nos obligaron a ir a ese centro, que en realidad no es un lugar malo como lo estas imaginando— me quedo con la duda, pero igual no le pregunto nada, si no quiere hablar de eso no lo voy a presionar— en cuanto a ti, resulta que no es bueno ser una hibrida con traumas que hacen que te descontroles a cada instante

»cuando llegaste al centro eras una niña muy rebelde y sádica, mucho más que ahora, nadie te podía controlar, una vez pregunté por qué te pasaba eso y me dijeron que era algo clasificado— comienzo a entender algunas cosas y a pregúntame otras— en ese centro éramos los cuatro siempre; tú, Ethan mi hermana y yo. Hicimos el juramento de que nunca nos separaríamos, y cuando tus padres se los llevaron a Ethan y a ti al pueblo donde viven actualmente, mi hermana y yo nos escapamos, buscándolos por todas partes sin éxito, hasta que te encontré ese día en el bosque.

Asiento sorprendida, e impactada, mi vida está llena de secretos que nunca pude llegar a imaginar, todo esto es tan surrealista.

— ¿qué eres? —le pregunto aún anonadada.

— un ángel— responde como quien no quiere la cosa y yo me atoro con mi propia saliva

— ¿qué? ¿y lo dices así nada más?

— ¿y cómo más quieres qué lo diga? — responde sarcástico.

Me quedo mirándolo con la boca abierta muy impresionada.

— y Samantha...— el asiente sin dejarme terminar lo que iba a preguntar

— si los dos son ángeles, ¿qué cosas pueden hacer?

— muchas, entre esas leer mentes, aunque normalmente podemos bloquear los pensamientos de otras personas porque puede ser algo muy molesto, pero contigo es diferente y eso me estresa— se levanta del suelo y da unos pasos hacia atrás, luego me mira con una sonrisa y en unos segundos me hace llevar la mayor impresión de mi vida.

Se acaba de quitar la camisa, que por cierto que buen abdomen, y extender unas alas blancas muy grandes y fuertes que hacen que algunas estanterías se caigan, me quedo en shock cuando lo veo flotar unos centímetros arriba del suelo.

— ¿estas jugando? Esto es genial— él solo me mira y me extiende una mano, la tomo y me jala hacía él haciendo que también quede unos centímetros arriba del suelo.

Suelto una risa nerviosa y le pido que me baje porque me estaba mareando.

— eso fue lo más loco que he hecho en mi vida— él se ríe de forma suave— ¿puedo tocarlas? — se sorprende por mi pregunta, pero aun así asiente.

Me acerco despacio a su espalda y con cuidado extiendo una mano hasta tocar sus alas. Me asusto un poco cuando estas se sacuden, pero luego, con mayor confianza, las acaricio y cierro los ojos un momento. Se sienten tan suaves, nunca había sentido algo así, son irreales.

— bueno eso es suficiente, no debes tocar mucho tiempo las alas de un ángel, Alessandra— menciona y se separa, escondiéndolas y poniéndose de nuevo la camisa.

— gracias— le digo y me mira con expresión de duda— eres el único que me ha dado alguna respuesta a todas las preguntas que tengo.

— bueno, no fue porque quisiera, tus pensamientos me estaban volviendo loco— dice y se dirige hasta la puerta, antes de salir gira en mi dirección— además es lo que hacen los amigos— me guiña un ojo y finalmente se va.

Sonrió y también decido salir de la habitación. En el camino me encuentro con Ana, ya no tiene puesto el uniforme de mucama. Ahora tiene un jean ajustado, un crop top fucsia y unos tacones, frunzo el señor ¿Quién usa tacones en casa?



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En el texto hay: romance, suspenso, hibrida

Editado: 31.08.2021

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