Desesperación.
Eso es lo que él siente en estos momentos, desesperación pura.
El lacayo de su padre llegó con solo una noticia y esa era que debía asistir a la escuela, de nuevo.
Sinceramente, estaba harto de asistir una y otra vez a un centro educativo.
Sabía todo lo que ellos impartían en esas grandes aulas y era frustrante tener que encontrarse una y otra vez con lo mismo.
—¿Tengo oportunidad de negociar?
Marcus lo mira esperando una respuesta positiva, pero lo único que obtiene como respuesta es una negativa.
—¿Por qué? —frunce el ceño, el enojo claramente se filtra en cada una de sus facciones.
—Son ordenes de su padre —un ligero temblor invade el cuerpo del recto hombre—. Escuché que es una de las mejores en cuanto a variedad y convivencia de especies y realizan torneos anuales; al igual que se les permite el uso de sus habilidades en una cantidad moderada. —El chico de cabello largo jadea al escuchar la nueva información.
Le estaba convenciendo, ya que siempre quiso competir con alguien que lo viese como un igual, sin miedos, solo dos personas enfrentándose sin influencias externas.
Le encantaba esa idea, así que sin pensarlo a profundidad, respondió:
—Iré, haz todos los preparativos y una vez esté todo listo, allí estaré a primera hora —promete saliendo de la antigua oficina de su padre con una sonrisa de felicidad en su fino rostro.
Corre con una única dirección en su mente: la habitación de Lexis.
Todo su ser se sentía como un volcán a punto de explotar. Con cada paso que daba, la idea le iba agradando cada vez más. Tal vez ésta era su oportunidad para hacerse cercano a unos cuantos compañeros y demostrar por fin todo el potencial que guardaba, ese que nunca se atrevió a explotar.
—¡Lexis! —vocifera al entrar azotando la puerta y provocando el mayor ruido posible, haciéndose escuchar.
—¿Qué? —alza una ceja cuando se da la vuelta.
—Oh, estabas ordenando tus cosas —acomoda un mechón de su cabello detrás de su oreja al sentirse como un tonto por entrar así sin más.
—Estaba —suspira, esperando a que continúe.
—Quería informarte que voy a estar asistiendo a una escuela —rasca su nariz nervioso.
—¿Una escuela? —retrocede, impactado.
—Nadie me está obligando —aclara antes de provocar algún malentendido.
—¿Por qué? —ladea la cabeza al hallarse perdido por completo.
—Él ayudante de papá me dijo que es una de las mejores en cuanto a variedad y convivencia de especies y realizan torneos anuales; al igual que se les permite el uso de sus habilidades en una cantidad moderada —cita a la perfección lo dicho por el hombre.
Bane espera unos segundos en los que se dedica a observar cuidadosamente todo movimiento que el jinete hace, esperando adivinar sus acciones.
—¿Puedo ir? —emite sonido después de un eterno minuto sospesando lo que dijo el chico de gran altura.
—Mmm...—lleva una mano a su mentón, calculando mentalmente si es posible o no.
—Solo debo inscribirme —insiste al no obtener respuesta.
—Puedes ir, yo hablaré con él —resta importancia con un encogimiento de hombros.
Iba a utilizar todos los medios disponibles para que Lexis asista a la misma escuela y curso.