El castillo ambulante | Jaeyong [adaptación]

CAPÍTULO DOS. En el que Taeyong se ve forzado a buscar su fortuna

—¿QUÉ? —preguntó Taeyong mirando fijamente al chico sentado en el taburete frente a él. Era igualito a Jaemin. Llevaba el segundo mejor traje azul de Jaemin, de un azul maravilloso que le sentaba muy bien, y tenía el pelo oscuro y los ojos marrones de Jaemin.

—Soy Donghyuck —repitió su hermano—. ¿A quién pillaste cortando en pedazos los calzones de seda de Jaemin? Yo no se lo dije a nadie. ¿Y tú?

—Tampoco —dijo Taeyong, totalmente atónito. Ahora veía que era Donghyuck. Distinguía esa inclinación de cabeza tan suya aunque la cara fuera de Jaemin, y tenía las manos entrelazadas sobre las rodillas haciendo molinillos con los pulgares, como hacía siempre Donghyuck—. ¿Por qué?

—Me aterrorizaba pensar que podrías venir a verme —dijo Donghyuck—, porque sabía que tendría que contártelo. Y ahora es un alivio. Prométeme que no se lo dirás a nadie. Y sé que si lo prometes no lo dirás, porque eres muy honrado.

—Te lo prometo —dijo Taeyong—. Pero, ¿por qué? ¿Y cómo?

—Jaemin y yo nos pusimos de acuerdo —dijo Donghyuck, sin dejar de juguetear con sus dedos—, porque Jaemin quería aprender brujería y yo no. Él tiene muy buena cabeza, y quiere labrarse un futuro donde pueda utilizarla. ¡Pero a ver quién le dice eso a mamá! ¡Está demasiado celosa de Jaemin como para admitir siquiera que es listo!

Taeyong no creía que Taeyeon fuera así, pero lo dejó pasar.

—¿Y tú?

—Cómete el pastel —siguió Donghyuck—. Está bueno. Sí, yo también puedo ser listo. Con solo dos semanas en casa de la señora Young encontré el conjuro que estamos usando. Me levantaba por la noche para leer sus libros en secreto y fue muy fácil. Luego le pregunté si podía visitar a mi familia y me dijo que sí. Es un cielo. Creyó que tenía morriña. Así que vine con el conjuro y Jaemin volvió con la señora Young haciéndose pasar por mí. Lo más difícil fue la primera semana, cuando no sabía todas las cosas que se suponía que ya me habían enseñado. Fue horrible. Pero descubrí que le caigo bien a la gente. ¿Sabes? Funciona cuando a ti también te caen bien los demás, y todo salió bien. Y la señora Young no ha despedido a Jaemin, así que supongo que él también se las habrá arreglado.

Taeyong masticó el pastel que no estaba disfrutando.

—Pero, ¿por qué lo has hecho?

Donghyuck se balanceó en el taburete, con una gran sonrisa sobre la cara de Jaemin, haciendo girar los pulgares de contento.

—Quiero casarme y tener diez hijos.

—¡Eres demasiado joven! —exclamó Taeyong.

—Es verdad —admitió Donghyuck—. Pero comprenderás que tengo que empezar bastante pronto si quiero tener diez. Y así tendré tiempo de ver si la persona que quiero me quiere por mí mismo. El conjuro irá desapareciendo poco a poco, y cada vez seré más yo mismo.

Taeyong estaba tan maravillado que se terminó el pastel sin darse cuenta de qué clase de pastel era.

—¿Y por qué diez hijos?

—Porque esos son los que quiero —respondió Donghyuck.

—¡No tenía ni idea!

—Bueno, no tenía mucho sentido contártelo porque tú siempre le dabas la razón a mamá sobre que yo tenía que hacer fortuna —dijo Donghyuck—. Creíste que mamá lo decía en serio. Y yo también, hasta que papá murió y vi que lo único que quería era librarse de nosotros: colocó a Jaemin donde conocería a muchas personas y se casaría pronto, y a mí me mandó lo más lejos que pudo. Estaba tan enfadado que pensé que valía la pena intentarlo. Hablé con Jaemin y, como él estaba igual de enfadado, nos pusimos de acuerdo. Ahora estamos satisfechos. Pero los dos nos sentimos mal por ti. Eres demasiado listo y bueno para pasarte el resto de tu vida encerrado en esa tienda. Hemos hablado de ello, pero no sabemos qué hacer.

—Estoy bien —protestó Taeyong—. Tan solo es un poco aburrido.

—¿Que estás bien? —exclamó Donghyuck—. Sí, claro, y por eso no has venido a verme durante meses y cuando por fin apareces es con un horrible traje gris y con ese chal. ¡Parece que hasta yo te doy miedo! ¿Qué te ha hecho mamá?

—Nada —dijo Taeyong incómodo—. Hemos estado muy ocupados. No hables así de Taeyeon, Donghyuck. Es tu madre.

—Sí, y yo me parezco a ella lo bastante para entenderla —replicó Donghyuck—. Por eso me mandó tan lejos, o al menos lo intentó. Mamá sabe que para explotar a alguien no hace falta portarse mal con él. Ella sabe lo obediente que eres. Sabe que tienes esa idea metida en la cabeza de que vas a ser un fracaso por ser el mayor. Y te ha manejado perfectamente y ha conseguido que trabajes como un esclavo para ella. Seguro que ni siquiera te paga.

—Todavía soy aprendiz —protestó Taeyong.

—Y yo también, pero recibo un salario. Los Choi saben que lo valgo —dijo Donghyuck—. La sombrerería está ganando una fortuna, Taeyong. ¡Y todo gracias a ti! Tú hiciste el sombrero verde con el que la mujer del alcalde parece una colegiala, ¿a que sí?

—El verde manzana. Yo lo adorné —dijo Taeyong.

—Y el bonete que llevaba Yuta Nakamoto cuando conoció a aquella noble —continuó Donghyuck—. Eres un genio con los sombreros y la ropa, Taeyong. ¡Y mamá lo sabe! Sellaste tu futuro cuando le hiciste aquel traje a Jaemin para la fiesta del año pasado. Y ahora eres tú quien gana el dinero mientras ella se divierte por ahí.



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En el texto hay: nct, taeyong, jaehyun

Editado: 07.06.2025

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