EN LA PUERTA ESTABA EL CAPITÁN DEL BARCO, que por fin había venido por su conjuro de viento y a quien no le había hecho ninguna gracia tener que esperar.
—Si pierdo la marea, muchacho —le dijo a Mark—, le voy a decir un par de cosas sobre ti al hechicero.
En opinión de Taeyong, Mark fue demasiado educado con él, pero se sentía demasiado cansado para intervenir. Cuando se marchó el capitán, el aprendiz se fue a la mesa para pensar en su conjuro y Taeyong se sentó en silencio a remendar sus finos calcetines. Solo tenía un par y sus nudosos pies les habían hecho enormes agujeros. El traje gris estaba desgastado y sucio. Pensó que podría cortar las partes menos gastadas del traje azul y plateado de Jaehyun para hacerse un pantalón con él. Pero no se atrevió.
—Taeyong —dijo Mark, levantando la vista de su undécima página de notas—, ¿cuántos sobrinos tienes?
Taeyong había temido que Mark empezara a hacer preguntas.
—Hijo, cuando se llega a mi edad —le dijo—, se pierde la cuenta. Se parecen todos tanto. Esos dos Jaemin, para mí, podrían ser gemelos.
—Ah, no, claro que no —dijo Mark, sorprendiéndolo—. El sobrino de Upper Folding no es tan guapo como mi Jaemin —arrancó la undécima página y sacó la duodécima—. Me alegro de que Jaehyun no haya visto a mi Jaemin —dijo. Comenzó con la decimotercera y la rompió también—. Casi me da la risa cuando la señora Young ha dicho que sabía quién era Jaehyun, ¿a ti no?
—No —dijo Taeyong. A Jaemin no le importaba quién fuese su enamorado. Recordó su cara encendida y encandilada bajo las flores del manzano—. Me imagino que no hay ninguna posibilidad de que esta vez Jaehyun esté enamorado de verdad —preguntó sin esperanza.
Jungwoo soltó una ráfaga de chispas verdes.
—Me temía que lo fueras a pensar —dijo Mark—. Pero te estarías engañando a ti mismo, como la señora Young.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Taeyong.
Jungwoo y Mark se miraron.
—¿Acaso no ha pasado al menos una hora en el baño esta mañana? —preguntó Mark.
—Ha estado dos horas ahí dentro —contestó Jungwoo— poniéndose conjuros en la cara. ¡Menudo memo!
—Ahí lo tienes —dijo Mark—. El día que a Jaehyun se le olvide su sesión en el baño creeré que se ha enamorado de verdad, no antes.
Taeyong recordó a Jaehyun arrodillado en la tierra, posando para estar lo más guapo posible, y supo que tenían razón. Pensó en entrar en el baño y arrojar todos los conjuros de belleza de Jaehyun por el lavabo. Pero no se atrevió. En vez de eso, se acercó cojeando a buscar el traje azul y plateado y pasó el día entero cortando pequeños triángulos azules para hacerse un pantalón de retales con ellos.
Mark le dio unas palmaditas amables en el hombro cuando se acercó al hogar para arrojar las diecisiete páginas de notas a Jungwoo.
—Al final todo el mundo lo supera —le dijo.
Para entonces era evidente que Mark estaba teniendo problemas con su conjuro. Soltó las notas y cogió un poco de hollín de la chimenea. Jungwoo asomó la cara para observarle con curiosidad. Mark cogió una raíz marchita de una de las bolsas que colgaba de las vigas del techo y la puso entre el hollín. Luego, después de mucho pensar, giró el taco de madera con el azul hacia abajo y desapareció durante veinte minutos en Porthaven. Regresó con una concha marina grande y retorcida y la colocó con la raíz y el hollín. Después, rompió en pedazos páginas y páginas de papel y los añadió también. Puso todo junto delante de la calavera humana y empezó a soplar, de forma que el hollín y los trocitos de papel revolotearon por toda la mesa.
—¿Qué crees que está haciendo? —preguntó Jungwoo a Taeyong.
Mark dejó de soplar y se puso a triturarlo todo en el mortero, incluido el papel, mirando de vez en cuando a la calavera con expresión expectante. No pasó nada, así que probó con distintos ingredientes de las jarras y las bolsas.
—Me siento mal por haber espiado a Jaehyun —anunció mientras machacaba ingredientes en un cuenco por tercera vez—. Puede que sea un veleta en cuanto a lo romántico, pero se ha portado muy bien conmigo. Me acogió cuando yo no era más que un huérfano abandonado sentado a su puerta en Porthaven.
—¿Cómo ocurrió? —preguntó Taeyong mientras recortaba otro triángulo azul.
—Mi madre murió y mi padre se ahogó en una tormenta —dijo Mark—. Y cuando pasa eso nadie te quiere. Tuve que dejar la casa porque no podía pagar el alquiler, intenté vivir en la calle pero la gente me echaba de su puerta y de los barcos hasta que el único sitio que se me ocurrió fue uno al que todos le tenían demasiado miedo como para entrometerse. Jaehyun acababa de empezar modestamente como el Hechicero Jay. Pero todo el mundo decía que en su casa había demonios, así que dormí en su portal un par de noches, hasta que una mañana, Jaehyun abrió la puerta para ir a comprar el pan y me caí dentro. Me dijo que podía esperar dentro mientras él iba por algo de comer. Entré y allí vi a Jungwoo y empecé a hablar con él, porque nunca antes había visto a un demonio.
—¿De qué hablasteis? —preguntó Taeyong, pensando que tal vez Jungwoo le había pedido también a Mark que rompiera su contrato.
—Me contó sus problemas y me lloró encima, ¿a que sí? —dijo Jungwoo—. No se le pasó por la cabeza que yo también podía tener mis propios problemas.
Editado: 07.06.2025