JAEHYUN ABRIÓ LA PUERTA de la tienda al final de la tarde y entró silbando alegremente. Parecía haberse repuesto de lo de la raíz de mandrágora. Taeyong no se sintió mejor al descubrir que después de todo no había ido a Gales. Le lanzó su mirada más furibunda.
—¡Cielo santo! —dijo Jaehyun—. ¡Casi me convierto en piedra! ¿Qué pasa?
Taeyong replicó enfadado:
—¿Qué traje llevas puesto?
Jaehyun se miró la ropa de color negro.
—¿Acaso importa?
—¡Sí! —gruñó Taeyong—. ¡Y no me vengas con monsergas de que estás de luto! ¿Cuál de los dos es en realidad?
Jaehyun se encogió de hombros y levantó una de las mangas como si no estuviera seguro cuál de los dos era. La miró con expresión desorientada. El color negro se corrió hacia abajo desde el hombro hasta el extremo de la manga puntiaguda. El hombro y la parte superior de la manga se tornaron marrón y luego gris, mientras que la punta se fue tornando cada vez más negra, hasta que Jaehyun quedó vistiendo un traje negro con una manga azul y plateada cuyo extremo parecía haber mojado en un bote de alquitrán.
—Ese —dijo, y dejó que el negro volviera a extenderse hasta el hombro.
Por alguna razón Taeyong se sintió más enfadado que nunca. Soltó un gruñido de ira sin palabras.
—¡Taeyong! —dijo Jaehyun, con su mejor humor, intentando razonar con él.
El perro-hombre abrió con el hocico la puerta del patio y entró. Nunca dejaba que Jaehyun hablara mucho tiempo con Taeyong.
Jaehyun se lo quedó mirando.
—Ahora tienes también un perro pastor alemán —comentó, como si estuviera contento de tener una distracción—. Vamos a necesitar mucha comida para alimentar a dos perros.
—Solo hay uno —dijo Taeyong irritado—. Está hechizado.
—¿Ah, sí? —dijo Jaehyun, y se dirigió al perro con una velocidad que demostraba lo aliviado que se sentía de alejarse del Taeyong. Aquello era lo último que quería el perro-hombre, por supuesto. Retrocedió. Jaehyun saltó y lo agarró con las dos manos por su larga pelambrera antes de que pudiera llegar a la puerta—. ¡Es verdad! —siguió, arrodillándose para mirar a los ojos del perro pastor—. Taeyong, ¿por qué no me lo has dicho antes? ¡Este perro es un hombre! ¡Y está en un estado terrible! —Jaehyun se giró sobre una rodilla, todavía sujetando el perro.
Taeyong se encontró con la mirada de cristal de Jaehyun y se dio cuenta de que estaba enfadado, muy enfadado. Estupendo. Le apetecía una buena pelea.
—Podías haberte dado cuenta tú mismo —dijo, devolviéndole la mirada y retándole a lanzar un ataque de lodo verde—. Además, el perro no quería...
Jaehyun estaba demasiado enfadado para escuchar. Se levantó de un salto y arrastró al perro sobre las baldosas.
—Sí, me hubiera dado cuenta si no hubiera estado pensando en otras cosas —dijo—. Ven, voy a llevarte a ver a Jungwoo. —El perro plantó las cuatro patas peludas y Jaehyun tiró de él, con mucho esfuerzo—. ¡Mark! —lo llamó a gritos.
Aquel grito en particular poseía ciertas características que hicieron que Mark llegase a la carrera.
—¿Tú sabías que este perro es en realidad un hombre? —preguntó mientras arrastraban entre los dos al gran perro escaleras arriba.
—No es un hombre, ¿no? —preguntó Mark, sorprendido y conmocionado.
—Entonces te has librado y la culpa es solo de Taeyong —dijo Jaehyun, arrastrando al perro a través del armario de las escobas—. ¡Las cosas de este estilo son siempre culpa de Taeyong! Pero tú sí lo sabías, ¿verdad, Jungwoo? —preguntó mientras colocaban al perro delante de la chimenea.
Jungwoo se retiró hasta quedar doblado hacia atrás sobre los troncos.
—No me lo preguntaste —respondió.
—¿Es que te lo tengo que preguntar todo? —protestó Jaehyun—. Vale, debería haberme dado cuenta yo solo. ¡Pero cómo eres, Jungwoo! Comparado con cómo trata la bruja a su demonio, tú tienes una vida asquerosamente fácil, y lo único que pido a cambio es que me mantengas informado de las cosas importantes. ¡Ya van dos veces que me dejas en la estacada! ¡Ahora ayúdame a devolverle a esta criatura su verdadera forma ahora mismo!
Jungwoo tenía un tono enfermizo de azul, inusual en él.
—Está bien —dijo enfurruñado.
El perro-hombre intentó escaparse, pero Jaehyun colocó el hombro por debajo de su lomo y empujó hasta conseguir que se levantara sobre sus patas traseras, en contra de su voluntad. Entre él y Mark lo sujetaron.
—¿Por qué se resiste esta criatura estúpida? —jadeó Jaehyun—. Esto parece otro de los conjuros de la bruja del Páramo, ¿no te parece?
—Sí. Y hay varias capas —dijo Jungwoo.
—Vamos a quitarle la parte del perro —dijo Jaehyun.
Jungwoo se elevó en una llama de azul intenso y crepitante. Taeyong, que contemplaba la escena desde la puerta del armario, vio que el perro lanudo se desvanecía para tomar la forma de un hombre, después volvió a hacerse perro, luego hombre, adquirió tintes borrosos y se fue haciendo más firme. Por fin, Jaehyun y Mark estaban sujetando cada uno un brazo de un hombre teñido de rojo y con un arrugado traje marrón. Taeyong no se sorprendió de no haberle reconocido. Aparte de su mirada aterrada, su rostro carecía por completo de personalidad.
Editado: 07.06.2025