El castillo ambulante | Jaeyong [adaptación]

CAPÍTULO VEINTE. En el que Taeyong tiene más dificultades para marcharse del castillo

AL AMANECER DEL DÍA del solsticio de verano, Jaehyun entró por la puerta armando tal escándalo que Taeyong se incorporó de un salto en su cubículo, convencido de que la bruja les pisaba los talones.

—¡Piensan tanto en mí que siempre juegan sin mí! —gritó Jaehyun.

Taeyong se dio cuenta que lo único que pasaba era que estaba intentando cantar la canción de Jungwoo, y se volvió a tumbar justo cuando Jaehyun se tropezó con la silla y se enganchó con el taburete, que salió disparado al otro extremo de la habitación. Después de eso intentó subir a su cuarto por el armario de las escobas y luego por el patio. Aquello lo dejó un poco confundido. Pero por fin descubrió las escaleras, excepto el primer escalón, con el que se tropezó y se cayó de cara. El castillo enteró tembló.

—¿Qué pasa? —preguntó Taeyong sacando la cabeza por la barandilla.

—Reunión del Club de Rugby —replicó Jaehyun con lenta dignidad—. ¿A que no sabías que volaba raudo y veloz como delantero de mi universidad, Don Fisgón?

—Si estabas intentando volar, parece que se te ha olvidado —dijo Taeyong.

—Nací con la habilidad de tener visiones extrañas —dijo Jaehyun—, cosas invisibles para los ojos, e iba de camino a la cama cuando me habéis interrumpido. Y sé dónde están todos los años pasados y quién partió la pezuña del diablo.

—Vete a la cama, memo —dijo Jungwoo adormilado—. Estás borracho.

—¿Quién, yo? —preguntó Jaehyun—. Os aseguro, amigos míos, que estoy más sobrio que una roca. —Se levantó y subió pesadamente las escaleras, tanteando la pared como si pensara que se le iba a escapar si no la controlaba con la mano. Pero la puerta de su cuarto se le escapó—. ¡Qué mentira más grande! —comentó, mientras se chocaba contra la pared—. Mi deslumbrante falta de honradez será mi salvación. —Se chocó contra la pared varias veces más, en distintos lugares, antes de descubrir la puerta de su cuarto y entrar a trompicones. Taeyong lo oyó caerse varias veces y decir que la cama lo estaba esquivando.

—¡Es imposible! —dijo Taeyong, y decidió marcharse de inmediato.

Desgraciadamente, el ruido que había hecho Jaehyun despertó a Mark y a Renjun, que dormía en el suelo de su habitación. Mark bajó diciendo que ya que estaba totalmente despierto y que saldría a coger las flores para hacer las guirnaldas del solsticio aprovechando que el día todavía estaba fresco. Taeyong no lamentó salir por última vez al lugar de las flores. La llanura estaba velada por una neblina cálida y lechosa, impregnada de aromas y colores medio escondidos. Taeyong avanzó por el sendero, comprobando el suelo húmedo con su bastón, escuchando los píos y cantos de miles de pájaros y sintiéndose realmente triste. Acarició un lirio del campo húmedo de rocío y pasó el dedo sobre una de las grandes flores púrpuras de estambres largos y empolvados. Miró hacia atrás al castillo alto y negro que partía la neblina a sus espaldas.

Suspiró.

—Lo ha mejorado muchísimo —dijo Renjun mientras colocaba un ramo de hibiscos en el barreño flotante de Mark.

—¿Quién? —preguntó Mark.

—Jaehyun —dijo Renjun—. Al principio solo había arbustos, y eran pequeños y resecos.

—¿Recuerdas haber estado aquí antes? —preguntó Mark entusiasmado. No había renunciado en absoluto a la idea de que Renjun pudiera ser el príncipe Dongyoung.

—Creo que estuve aquí con la bruja —dijo Renjun dubitativo.

Recogieron dos barreños llenos de flores. Taeyong notó que cuando entraron la segunda vez Mark le dio varias vueltas al pomo sobre la puerta, seguramente para que la bruja no pudiera entrar. Y después había que hacer las guirnaldas, con lo que estuvieron mucho tiempo ocupados. Taeyong tenía intención de dejar que Mark y Renjun lo hicieran solos, pero Mark estaba demasiado ocupado bombardeando a Renjun con preguntas astutas y Renjun era muy lento. Taeyong sabía por qué Mark estaba tan entusiasmado. Renjun tenía un aire extraño, como si esperara que pasara algo en cualquier momento. Taeyong se preguntó hasta qué punto seguiría estando bajo el poder de la bruja. Tuvo que hacer él mismo casi todas las guirnaldas. Si en algún momento había pensado en quedarse para ayudar a Jaehyun a luchar contra la bruja, había cambiado de idea. Jaehyun, que podía haber hecho todas las guirnaldas con el gesto de una mano, estaba roncando con tanta fuerza que se le oía incluso desde la tienda.

Tardaron tanto que llegó la hora de abrir la tienda y todavía no habían terminado.

Mark les trajo pan y miel y comieron mientras atendían a la primera oleada de clientes. Aunque el día del solsticio, como a menudo pasa con las fiestas, había amanecido nublado y frío en Market Chipping, la mitad del pueblo, vestido con sus mejores galas, apareció a comprar flores y guirnaldas para el festival. La calle estaba tomada por una multitud bulliciosa. Fue tanta gente a la tienda, que era casi mediodía cuando Taeyong pudo escaparse y entrar al castillo por el armario de las escobas. Habían ganado tanto dinero que el tesoro de Mark bajo la piedra del hogar se habría multiplicado por diez, o al menos eso pensó Taeyong mientras trasteaba, poniendo algo de comida y su ropa vieja en un hatillo.

—¿Has venido a hablar conmigo? —preguntó Jungwoo.

—Espera un momento —respondió Taeyong, atravesando la habitación con el hatillo detrás de la espalda. No quería que Jungwoo montara un escándalo sobre el contrato.



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En el texto hay: nct, taeyong, jaehyun

Editado: 07.06.2025

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