El cazador es mi destino

13

Estoy de regreso a casa con una temperatura un poco más reconfortante. El tiempo se siente menos frío, pero aún la nieve cubre gran parte del suelo. Arriba, una luna brillante me acompaña a medida que estaciono el jeep en la entrada.

Me he abastecido de una numerosa cantidad de víveres como para cocinar para cientos de soldados hambrientos o tal vez para alimentar al impertinente de Buck. También me he encargado de aprovisionarme de algunas balas para mi rifle. Saco todas mis compras sin evitar dirigir la mirada hacia el lago. Allí, en un sendero que construí hace años y que dirige hasta el centro del remanso, distingo un atado de ropa. Vaya... La ropa de esa joven. Genial, suspiro pesadamente. Ahora resulta que tengo a una nudista en las proximidades de mi casa.

Una breve risa se me escapa mientras subo las escaleras. Arqueo las cejas a medida que deposito las bolsas una vez sobre la mesa. Lo cierto es que no me importaría tener algunas agradables vistas de vez en cuando cerca de casa, pienso divertido meneando la cabeza.

Preparo una cena rápida y ligera para mí mismo que contenga carne y algunas verduras horneadas sazonadas con una pizca de picante. Hmm... ¡Huele bien! Un vapor delicioso surge una vez cocida la preparación. Ceno en silencio y en compañía de la luz de la luna que se proyecta desde la ventana. Bebo un poco de refresco en lata mientras salgo un rato a pasear. Desecho el envase en el cesto a medida que mi vista se detiene en la ropa de Atena. Ella... aún no ha vuelto por aquí. Supongo que tendrá su orgullo y que ha comprendido que yo no puedo ayudarla en su "extraña y patética" misión. Ah... iré a verla.

Mis botas se humedecen a causa de la nieve que poco a poco comienza a derretirse y a liberar el terreno. Sin embargo, me obligo a continuar el camino solo para verla una vez más. Espero que ya se haya decidido qué hacer con su destino.

Las manos en los bolsillos de pronto se me arrugan con fuerza entre la abrigada tela de mis pantalones. La visión al frente me deja pasmado mientras me acerco lentamente. ¡Ahí está y es Atena! ¡Luce como si estuviera completamente inconsciente en la orilla!

Actúo de inmediato y corro en su dirección. Los latidos de mi corazón se aceleran al ver su cuerpo estirado y vulnerable expuesto a la intemperie. Mucho más culpable me siento cuando llego a su lado. Ella se encuentra encogida en un ovillo y está totalmente desnuda. Me agacho y reviso sus signos vitales. Un débil pulso es la única respuesta de que ella sigue viva. Aparto los mechones blancos de su rostro y palmeo su cara con desesperación, cuyo contacto se siente igual de congelado que el agua del estanque.

—¡Atena! ¡Atena!

Diablos... ¿Qué he hecho? Sin dudas es lo que ha tratado de explicarme cientos de veces. ¡Una cambiaformas! Tengo que salvarla. No lo pienso más, la levanto entre mis brazos y corro con ella en dirección a la casa. Pateo la puerta de entrada mientras reviso donde guarecerla. Su piel suave se siente tan fría como un bloque de hielo. Piensa, Jake, piensa...

Subo las escaleras con prisa y la deposito sobre mi cama. Acto seguido la cubro con varias mantas. Comienzo a dar vueltas alrededor de mi dormitorio sin dejar de ver su rostro inexpresivo e inconsciente. ¿Cómo hago para que su cuerpo recupere el calor?

De pronto pienso en mis compras. ¡Sopa enlatada! Seguro que un caldo bien caliente le sentará más que bien. Prepararé unos paños calientes también para hacerla entrar en calor.

A medida que me pongo en acción me arrepiento tanto por mi actuar. Y si llegaba un poco más tarde... ¿Qué hubiera sido de ella? Alejo esos pensamientos de mi mente mientras más se acerca la hora de moverme. La sopa se cuece y los paños ya están listos.

Solo espero esta vez no volver a comportarme como un patán insensible.




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