El chico de las cámaras (en edición)

16

Voy camino a la biblioteca. El profesor de historia nos dejó investigar sobre el arte y la historia de grandes artistas, en este caso Picasso y Da Vinci. Pía se quejó por todo lo que deja el señor pero no tiene de otra, así que le obligue a que vaya por nuestros cafés mientras yo busco los libros. 

Ella felizmente se aleja de mi. Giro los ojos, divertida y sigo con mi camino. Tendré que pasar cerca del casillero de Hiroshi pero me da igual. Aunque sigo enojada, por su culpa le pegué a mis amigos y eso no esta bien. 

Paso a su lado, esta distraído buscando quien sabe que cosa, su amigo está a un lado de él. Se da cuenta de mi presecencia y no tarda en darle unos cuantos golpecitos para señalarme, voltea a verme para nada discreto. Camino un poco mas rápido, casi corriendo pero es inútil, con tan solo dos pasitos ya esta a mi lado. Le doy una mirada cansada, no quiero seguir viéndolo. 

-¿Qué quieres?- mi voz ya suena malhumorada.

-Nada, solo quería acompañarte a tu destino.- me da una mirada arrogante y hace que mi cuerpo se tense por completo.

-Creeme que al lugar al que me dirijo es muy peligroso para ti.

-No lo creo, dime, ¿A dónde vas?- su voz es tan burlona que siento que pueda darle otra cachetada.

-A la biblioteca. Para ti es como una iglesia, no puedes ni entrar porque es tu debilidad.- mi sonrisa es de victoria, sé que ahí no entra

-Puedo hacer una excepción.- la victoria duró muy poco, lo sé.

-¿Puedes dejarme?. Mira- me detengo y me mira fijamente, yo me muevo un poco incómoda- la última ves que nos vimos me hiciste sacarte del auto a jalones. Entonces, comprenderás que puedo ser más violenta. ¿Te vas por las buenas o te vas por las malas? tú decides.

Rezo para que mi mejor amiga llegue con esos cafés y se los tire a la cara, pero se que nunca pasará, es descanso para muchos y la cafetería esta llenísima. 

Mira hacia un lado, su sonrisa es cada ves mas grande a lo que puede dar más miedo. Intento mirar a esa dirección pero me sorprende con un beso. Trato de safarme pero es imposible, me abraza muy fuerte y cuando intento despegar mis labios de los suyos el me muerde el labio inferior. 

Las ganas de llorar vienen. No se gustan sus besos o sus caricias. A los meses que estuve con él tal ves si o tal ves no, mi estómago vibraba pero no con las mariposas, era por incomodidad. Lo sé porque ahora mismo lo estoy sintiendo. 

Se separa de mi, le doy un leve empujon y cuando volteo para seguir caminando me encuentro con alguien que ojalá no estuviera en estos momentos. Han. Han está aquí y ha visto todo, TODO. Ojalá hubiera visto cuando dije las palabras amenzantes, pero por su cara sé que no fue asi. Sólo vió el maldito beso y, aunque le diga que me besó y que no quería, no me creerá porque fueron dos minutos asi. Mi relación ya valió y por culpa de la rata de dos patas. ¿Por qué todo lo que pasa es por su culpa?.

Traté de acercarmele pero cada ves que lo hacía se echaba para atrás. Si, ya valió.

-Y-yo... Han, n-no quise hacerlo, e-él me b-besó.

Su cara echaba furia, no se la esperaba.

Y sin más, se marchó. Quise alcanzarlo pero la rata me atrajo hacia él y me lo impidió. Pude pegarle en los huevos pero apretó con sus rodillas las mías.

¿Por qué lo bonito se tiene que acabar demasiado rápido?

Mientras me lamento, Pía ya le esta dando su merecido. Me acerco a ella, la sujeto de la cintura para separarla de él pero es imposible. Le llamo por teléfono a Al pero no me contesta, me imagino que está consolando a su hermano. 

-Pía, ya calmate. No vale la pena.

-Pero por culpa de este pendejo, Han pensó todo eso.

Me limpio las lágrimas de mala manera y voy hasta su casa. No quiero que piense eso de mi y, al menos, terminar las cosas bien. Sería muy incómodo estar con todos y seguir enojados, bueno, solo él.

Corrí lo más rápido que pude, me sentí flash, pero en estos momentos no puedo estar haciendo estúpidos chistes. Llegué a su casa y toqué el timbre varias veces. La señora Natalia abre la puerta y frunce el ceño al verme. Le ruego para que me deje entrar pero no me deja, dice que espere unos días a que se calme esto. 

Regreso a mi casa, ya ni estoy interesada en hacer el ensayo. Ahora lo que necesito es arreglar las cosas. Entro a la recámara y lo pienso un par de veces, será algo arriesgado pero necesito hablar con Han antes de que piense demás cosas. Abro la ventana, me asomo y trato de abrir su ventana. Por suerte logro conseguirlo. Me preparo para lo que sea y con mucho cuidado saco la primera pierna, me sostengo de la pared y del marco de la ventana. Pongo la pierna dentro de la ventana y la aferro, ahora hago lo mismo con la otra y quedan ambas dentro y mi cuerpo afuera. 

Al entrar no lo encuentro. Su habitación esta vacía. 

Camino hasta la habitación de Alan y cada paso que doy puedo escuchar los lloriqueos de mi pobre Han. Yo los ocasione, yo y mi estúpida  fuerza tonta. Toco la puerta y espero a que abran,pero no lo hacen. 

Vale, tendré que hacerlo por mi propia cuenta.

-Mamá te dije que Alon de pollo no quiere verlos.- al verme muestra una sonrisa triste, le dice algo en el oído que no logro escuchar, le da un beso en la cabeza y se para.

-Sé que no fue tu intención.- dice antes de que yo pueda decir alguna palabra-Voy a matarlo, ahora vuelvo.

Ahora estamos los dos solos, en la habitación de mi mejor amigo. Me acerco pero pone una mano límite. No se gira a verme y eso me pone triste. 

Antes era yo la que hacía rogar a los demás y si alguien quería que yo le rogara solo lo veían en sus sueños, no soy de rogarle a nadie. Pero con él es diferente. Quiero que vuelva a ser el mismo conmigo. Que haga su estúpida y sexi sonrisa de lado, que me abrace, me bese, me haga sentir las mariposas. Lo hace, sí, con tan solo verlo, pero ahora estan apagadas. Ahora veo a un chico diferente, uno apagado y toda su escencia se ha esfumado. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.