El circo de los homicidas

Capítulo 1: Cuando el mundo colapse

PRIMER CIRCULO

LIMBO

 

 

 

Las luces rojas se mezclaban con el humo en el aire dando un aspecto tremendamente erótico y caótico a las figuras que se mecían al ritmo de aquella sádica canción. Parecía que el trance duraría una eternidad y el disfrute no abandonaría el sistema de Ava, la letra se colaba por sus venas y revolucionaba su inestabilidad. Las manos del muchacho estaban sobre su cadera, insinuantes y casi pidiendo en silencio abarcar más, ambos sabían que clase de juego estaban haciendo. La castaña volteó para sacarle el cigarrillo de entre los labios a su compañero, gozando del breve instante en el que tocó su piel con cierta delicadeza y pudo notar la mirada que este le dedicó.

Fue entonces que le sonrió mientras dejaba salir el humo y comenzó a alejarse con lentitud, salteando los cuerpos ensangrentados que yacían en el suelo. La castaña volteó por sobre su hombro solo para ver como el ojiazul repetía "Kill for me" dando pequeños asentimientos sin quitar su atención de ella, pero aún así señalando hacia uno de los muchachos que se estaba comenzando a arrastrar cerca suyo.

Casi sin pensarlo, Ava tomó el bat que de momento había aparecido en su periferia y siguiendo la compulsión lo golpeó justo en la cabeza con la fuerza que emanaba su cuerpo a medida que una oleada de satisfacción la recorría y sus ojos eran cegados por la intermitencia de las luces.

Ava permaneció en su lugar junto a la cafetera con la mirada perdida recordando la pesadilla que la había despertado esa madrugada, no comprendía el por que se había soñado a si misma haciendo esas atrocidades y en cuanto intentaba forzar su mente comenzaba a doler.

No se había percatado de que Olivia, su compañera en el estudio de fotografía estaba hablándole de forma animada, podía ver como sus labios se movían sin parar aunque para la castaña, le costara trabajo regresar del todo a la realidad. Así que solo optó por afirmar con un gesto algo de lo cual no tenía idea.

— ¿Si? perfecto Av, entonces espero que puedas llegar sin problemas a la fiesta o quizá Abe nos quiera llevar, te enviaré la dirección y la temática o la información — se apresuró a decir con una gran sonrisa mientras se alejaba y tomaba su cámara en el camino.

Y pese a que Ava se arrepintió por completo el haber estado desconectada como para aceptar esos planes, tampoco quería pasar la fecha sola, puesto que sabía lo contradictorio que podría resultar para ella, más aún estando lejos de casa. Cuando su hora para almorzar llegó la castaña se dirigió a una de sus cafeterías favoritas donde sabía, encontraría un poco de calma por lo vació que estaría en ese horario.

Con su pedido ya sobre la mesa, sacó su cuaderno y los lápices para poder comenzar a dibujar aquello que la venía perturbando desde hacía horas, desde muy pequeña había desarrollado el gusto por el arte, que le ayudaba a canalizar sus sentimientos de formas diferentes. Luego de un largo rato concentrada y solo dejando que su mente guiara sus pasos, soltó el cerillo y contempló su reciente obra. Algo que llamó poderosamente su atención fue lo retorcido que parecía.

Se había dibujado a ella misma con el cabello más largo portando la vestimenta de un maestro de circo un poco deteriorada pero aún así con una sonrisa que jamás se había visto, una cínica que acompañaban una mirada oscura. Siendo abrazada por un muchacho de ojos zafiros, incluso en el dibujo lucían fríos y casi vacíos, con una vestimenta similar y el cabello rizado corto, como si fuera de otra época. Debajo de ellos un cúmulo de cadáveres se abría paso hasta desvanecerse en líneas sin terminar.

Podía sentir todavía esa mezcla de calidez y temor que había experimentado en sus sueños al ver directo a su rostro, pero claro, no podía guiarse por una pesadilla recurrente como aquella, porque sabía que ella no era así. Aunque en sus veintisiete años, no recordaba el haber plasmado más que puras situaciones similares que venían de su mente y la dejaban por varios días con todo dado vueltas. Ladeó su cabeza centrándose en ese boceto, en esa sonrisa depredadora que el tipo misterioso mantenía inmortalizada, podía jurar que no era la primera vez que era atrapada por ella, pero, no lograba descifrar si antes lo había soñado o visto en persona.

Tomándose el tiempo necesario antes de regresar a su rutina, con varios minutos a su favor, decidió enviarle un mensaje a su madre; con todo el temblor en sus manos, logró abrir la aplicación en su móvil y texteó

¡Hola mamá! lamento no haber enviado antes, todavía no acostumbro a la diferencia de horario, me gustaría saber cómo están todos allí

Por unos instantes permaneció viendo como desde el otro lado su madre escribía y demoraba ciertos segundos hasta finalmente enviarla un seco mensaje

"No piensas regresar?"

Ava mordió el interior de su mejilla con nerviosismo, puesto que tampoco podía pedirle demasiada empatía luego de la tragedia que los había azotado y por consiguiente lo que estaba a punto de responder.

No, al menos por un tiempo

Luego de eso, por más que esperara, no hubo más que una tilde azul en ausencia de las palabras. Soltó un largo suspiro de agotamiento y se dignó a sonreír como solía desde hacía exactamente un mes, forzado e irreal. Pero, al parecer, al resto del mundo no le importaba y lo prefería así.

Cuando el ocaso llegó cubriendo todo a su paso, una extraña sensación de paz, invadió el pecho de Ava, volvió a su departamento en el centro de la ciudad aunque lo detestaba, sentía que de algo le había servido sus pocas semanas en aquel monoambiente cutre que de último minuto consiguió luego de su accidente.




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