17:08 de la tarde.
Meiga estaba lista para irse y mientras cogía el móvil de su cama pensaba en lo que le había dicho ese chico.
FLASHBACK:
—Escucha—Dijo cogiéndola de la muñeca. —Esto no es un juego, lo que tienes en el bolso es muy peligroso, si alguien lo sabe…
—¿Tu que sabes que tengo en el bolso?
—Se que tienes, el diario que todos buscan—Susurró. —No me preguntes como lo sé, pero si ese diario llega a las manos equivocadas, el mundo será preso del caos.
—Eso ya lo sé—Dijo mirando el bolso. —Pero voy a aprender todos los hechizos y conjuros que estén escritos en este diario y no me lo va a impedir nadie—Dijo antes de irse a su casa.
—Una chica con carácter sin duda.
FIN DEL FLASHBACK.
—No sé en que estaba pensando, si sabe que lo tengo me puede delatar al consejo de magos y hechiceros o lo que es peor, me puede hacer chantaje. Bueno, no me importa, el diario se vendrá conmigo a todas partes—Dijo cogiendo el bolso con el diario dentro.
—¡Hola Meiga!—Leah y Kaira estaban en la plaza y al verla la llamaron.
—Hola.
—Hace años que no nos vemos—Dijo Kaira.
—Que rápido pasa el tiempo—Dijo encogiendo de hombros.
—Nos vamos a poner al día las tres. Vamos—Dijo Leah caminando por el pueblo junto con las otras dos. El chico de antes estaba dispuesto a seguirla por el pueblo.
—¿Y qué nos cuentas? Lo único que sabemos es lo que cuelgas en las redes sociales.
—Ya, la cosa es que últimamente no le estoy haciendo mucho caso a eso.
—Ya nos hemos dado cuenta, así que ¿qué tal la vida? ¿Qué haces?
—Trabajo en una tienda de magia del pueblo, no hay mucho que contar.
—¿La que está debajo de tu casa o la que está al lado de la piscina?
—La de debajo de mi casa.
—¿Pero no querías ser educadora infantil? Esos cuatro años que estudiaste para ser maestra a la basura ¿no?
—No obtuve la nota mínima para entrar en la universidad que quería, y luego, bueno… me salió el trabajo de la tienda así que, desde ese día estoy de dependienta en la tienda—Se dio cuenta que alguien las estaba siguiendo, de reojo vio una silueta con el sol, pero no llegó a ver con claridad quien era.
—¿Y qué haces en esa tienda?
—Está bien, ¿a qué viene todo esto? Hace tres años y medio que me dejasteis de hablar, ¿a qué viene eso de repente?
—Bueno, era solo para ver como estabas. Yo ya estoy trabajando en la comisaría de policía y…
—Eres policía, que interesante…—Dijo con una sonrisa forzada. —Lo que me faltaba— Pensó. — ¿y tú de que trabajas?
—Soy una enfermera en el hospital central de la ciudad de Dos Torres.
—Policía y enfermera, cojonudo—Pensó. —Para que me pase algo y me vean usando magia.
—Meiga ¿estás bien?—Preguntó Leah. Meiga vio que el mismo chico de antes había entrado en un bar después de verla.
—Y si nos sentamos aquí—Dijo Kaira.
—Voy al baño, ahora vengo.
—¿Te cogemos algo?—Preguntó Kaira. Meiga le negó.
—¿Crees que nos oculta algo?—Preguntó Leah. Meiga entró en el bar y vio a ese chico, cada vez que lo veía se ponía enferma.
—¿Tu de que vas?
—¿Qué he hecho?
—¿Qué has hecho? ¿No tienes otra cosa que hacer? ¿No quieres seguir a otra persona?
—No gritéis tanto, me duele la cabeza—Interrumpió una camarera.
—Perdona—Se disculpo el chico. La chica puso palos en unos pequeños cuencos llenos de zumos de frutas y los congelo poniendo la mano delante. Hizo helados frescos.
—Acaba de hacer… ¿tienes poderes?
—¿Y vosotros no?
—Primero, eres muy valiente haciendo magia delante de todos estos humanos, y segundo, ¿cómo sabes que nosotros también tenemos?
—Tengo una amiga que es vidente y me dijo que me encontraría con dos personas como vosotros, y para que no hayan dudas, os describió a cada uno. Y sois vosotros sin duda.
—¡Elvia! ¡No te entretengas!
—¡Si señor! Me tengo que ir.
—Supongo que Elvia es una elemental.
—No cambies de tema, ¿no sé ni tu nombre y ya me estas siguiendo? Te digo que me dejes en paz.
—Por fin, ¿qué has hecho en el baño?—Preguntó Kaira.
—Nada importante.
Siguieron hablando, se levantaron, pagaron y dieron vueltas por todo el pueblo, la gente empezaba a cerrar los locales a su hora de cierre. Eran 21:05 y Meiga volvía sola a su casa después de despedirse de sus amigas.
No le gustaba mucho pasar por el centro, a veces si, por supuesto, pero cuando tenía prisa por llegar a algún sitio, lo hacía por una calle apartada. Ahí vio a la misma camarera, Elaia, que congelo los zumos de frutas para hacer helados naturales.