Los días comenzaron a pasar y así mismo la inquietud de conocer acerca de la dicha maldición.
Una noche no podía dormir así que me levanté en mi pijama de pantaloncito y camisa de tirantes.
Me solté el cabello largo y en mis prisas no me puse mis gafas, no me molestaba ya que podía ver perfectamente sin ellas.
Descendi las escaleras, iría a la cocina a buscar leche caliente, al entrar a la cocina me sorprendí al encontrarme con el sexy Andrew sólo en vaqueros, mostrando unos pectorales bien marcados.
No pude evitar recorrerlo de arriba a abajo, cuando levanté la vista el rostro de Andrew tenía una sonrisa burlona.
Sus ojos me recorrieron y estoy segura que mi cuerpo se sonrojó
- preciosa - susurró acercándose - creo que a ti también te gustó lo que vistes.
No pude hablar, pasé la lengua por mis labios, acción que no pasó desapercibida por Andrew.
Se acercó a mi rostro y se apoderó de mis labios en un muy apasionado beso, no lo evité y no quería tampoco, así que le correspondi a su beso.
Igualando su pasión, algo que lo hizo gemir... me encantó!.
Sentí que me cayó un balde de agua helada cuando susurró en mis labios.
- eres preciosa Idara y tus labios son tan dulces como lo soñé.
Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta,no podía creer que no me hubiera reconocido, es cierto que Idara era bella pero yo no me quedaba atrás, tenía también lo mio.
Sin decirle nada me di la vuelta saliendo como alma que se la lleva el diablo.
Subí las escaleras de dos en dos, entrando en mi habitación y quedándome en el centro de ella.
Si Andrew se sentía atraído hacia Idara no podía hacer nada ó ¿si?.
Sonreí al darme cuenta que mi gemela no había besado a Andrew, no había probado la miel de sus labios y que beso!!!!.
Me sobresalte al escuchar una voz como la mía.
- Isa, la dulce.
Me giré a ver mi cuarto hacía varios lados y no había nadie.
- mírame.
Sentí un escalofrío porque al ubicar la voz ... esta venía del ¿espejo?.
Mis ojos se abrieron como plato al ver la mujer en el espejo, era idéntica a mi...solo que vestía ropa de época y su cabello caía como cascada por su espalda.
Me sonrió un poco irónica
- Soy Isabella - murmuró.
- yo....- no me dejó terminar.
- sé quién eres Isabelle, te he esperado por siglos.- contestó.
Me acerqué al espejo, estiré mi mano para intentar tocarla pero mis dedos rozaron la superficie del espejo.
- sólo puedes verme y escucharme, no tocarme- murmuró.
- pero ¿ Porqué me has esperado?- pellizcandome, esto tenía que ser un sueño.
- porque tú, me librarás de la maldición.
Editado: 10.07.2018