El claustro de Isa.

Capitulo 8

Me dirigí a la biblioteca, si era verdad que me gustaba Andrew no lo negaba pero el saber que en un pasado lo rechacé y éste se quitó la vida por mi, me hacía sentir un poco mal y confundida a la vez.

Según Isabella como era su manera de ser, tan fría en el pasado era como si me estuviera describiendo a Idara.

Podíamos ser idénticas físicamente pero en nuestra manera de ser éramos totalmente diferente, dos mundos, aunque Aldreda le dijo que tenía que cambiar, eso hacia sentir segura a Isabella de que eramos la misma pero ¿y si se equivocaba?.

No quería causarle daño a Isabella y a Bazh que según me contó habían vuelto varias veces y no lograban ser libres porque nunca concretaban la relación.

Toqué suavemente la puerta, nadie contestó así que abrí suponía no había nadie.

Entré era una impresionante biblioteca, era amante a la lectura, iba a buscar un buen libro.

Caminé por los anaqueles, escuché un libro caer, me sorprendí pero continúe hacia donde escuché el ruido, Andrew estaba arriba de una escalera acomodando varios libros.

Recogí el volumen que se había caído.

- Andrew - me mordí el labio al verlo como se sobresaltó cuando le hable.

Se giró un poco y miró hacia abajo donde yo estaba.
Extendí mi brazo con el libro tendiendoselo. 

- lo siento- murmuré - toque pero no respondistes, pensé que no estabas. 

El me sonrió y sentí mi corazón derretirse.

- No te preocupes Issa - recordé que la noche anterior nos habíamos besado pero él lo arruinó todo cuando me llamó por el nombre de mi gemela.

La sonrisa se me borró.

Se abrió la puerta y entró Enid con una bandeja.

- Andrew te traje un aperitivo - me miró de soslayo - Señorita Isabelle ¿me ayuda a servirle jugo a Andrew?-me separe de Andrew y me acerqué al escritorio donde Enid esta poniendo la bandeja.
La vi sacar una botellita de su bolsillo, la puso en mi mano, giré mi rostro para ver si Andrew nos estaba viendo pero él continuaba acomodando los libros.

Miré la botellita que alcanzaba en la palma de mi mano, el líquido era rosado, sentí un poco de miedo de que estábamos tomando una mala decisión.

- diluye el líquido en el jugo de Andrew pero tienes que estar delante de él, luego que se tomé la ultima gota, sus ojos es a ti a quien tiene que estar viendo, escuchar tu voz, de esa manera lo que siente por tu hermana ya no será un obstáculo.

No me parecía un juego limpio tener que darle una poción de amor para que pueda fijarse en mi, suspire no lo hacía sólo por mi, tenía que pensar en que si esta vez no funcionaba los estaría condenando nuevamente.

Enid apretó mi hombro para salir de la biblioteca.

Miré a Andrew que continuaba acomodando los libros.

Abrí la botellita y eche todo el líquido.

Lo moví un poco y llamé a Andrew, sentí que mi corazón se encogía al verlo bajar las escaleras, esto era una locura.

Él se me acercó con una sonrisa y tomó el vaso de mi mano.

Sentía latir mi corazón a mil cuando él bebía su jugo.... me acerqué para estar en su campo de visión.... recordé que tenía que escuchar mi voz.

- Estabas sediento Andrew - me aclaré la garganta.

Andrew sólo asintió y seguía bebiendo su jugo, lo vi que puso el vaso vacío y se giró hacia mi.

- estaba delicioso, mi tía Enid siempre mimandome.

Le sonreí

- creo eres su sobrino favorito

Andrew se quedó callado, observando mi rostro.

- eres preciosa - susurró.

- Gracias - sentía que me sonrojaba.

- Issa - se movió un poco para tocar mi rostro - desde que tengo memoria sueño contigo, aún no entiendo el porque - sus dedos recorrían mi rostro -tal vez es la leyenda del encierro de Isabella, siempre me fascinó esa historia, lo triste es lo que él hizo porque no soportó vivir sin ella.

Sentía que un escalofrío recorría mi cuerpo.

- ¿Crees en la leyenda? - susurré.

Andrew acariciaba mis labios.

- puede que pasó lo de la maldición, el encierro pero es difícil creer que van a regresar para que puedan ser felices.

- ¿y si fuera verdad? 

Andrew me seguía acariciando.

- si lo fuera, espero lo consigan- se apartó dándome la espalda - en mis sueños estas vestida con ropa de época, cuando vi a Idara me sorprendí al ver que existía la mujer de mis sueños desde niño - se pasó la mano por el pelo.

-¿ que sueñas?

Se giró para quedar de frente mío

- que le ruego que me ame y ella solo se ríe de mí diciéndome que puedo conformarme con admirar su belleza.

Me mordí el labio al recordar que eso hizo Isabella antes que Blazh se quitara la vida.

- es un sueño -murmuré.

- el mismo sueño por años que nunca le tomé tanta importancia hasta que llegaron y vi el mismo rostro de mis sueños.



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En el texto hay: fantasia, romance, amor

Editado: 10.07.2018

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