El Club de Hopewell

Capítulo XVI: La Unión Hace La Vergüenza

A veces la mejor manera de aprender a apreciar algo es verte privado de eso, y eso era lo que estaba sucediendo a la amistad de Allyson, Jake y Sarah; bajo orden de los padres, el director y se rumora que también alguien de la oficina del alcalde, esos chicos no podían permanecer a menos de cincuenta pies, y para asegurar el proceso, ellos fueron transferidos a aulas distintas.

No era difícil hacerle frente a nuevos compañeros, pero no se podía evitar la frustración de no tener nadie con quien hablar, al menos no con la capacidad de entender los giros que a veces tomaban sus platicas: ir de quejarse del maestro de educación física a películas italianas de sangre y tripas pasando por preguntas sobre cual jarabe de tos sabe realmente a lo que dice que sabe en la etiqueta; eso sí, para bien de la escuela, los ataques con carnes frías y destrucción de pisos y losas bajó 89 por ciento.

Y mientras tanto, aún añoraban otros tiempos

A pesar del escepticismo inicial, algo empezaba a surgir ¿Sería acaso posible? La incomodidad y miedo estaban desapareciendo y en su lugar tomaba forma una extraña relación.

¿Y cómo no iba a ser de ese modo? No eran tan diferentes en realidad: Al igual que Allyson y Jake, Sarah era una marginada, pero en lugar de aislarse por sus neurosis o su actitud rebelde contra las reglas, era el comportamiento errático la que la distinguía, y si se veía más allá de las apariencias y las rayas con plumas en los brazos simulando tatuajes de cráneos incendiándose, ellos no eran más que jóvenes ordinarios buscando identificación.

— ¿Así que a ti también te recetaron pastillas? — Allyson le preguntó a Sarah después del receso y antes de que llegara el maestro, ambas platicando sentadas en las bancas al fondo y a la izquierda del aula, hace años atrás…

—¿Sorprendente no? —Sarah le contestó—. Algunos dijeron que necesitaría terapia de choques, ¡pero entonces le di una mordida a ese doctor y le arranqué el dedo!

—¿Tenías que decir eso el día en que sirven dedos de queso en la cafetería, verdad?

Con aquellas pequeñas platicas y como una hermosa hierba de cannabis, la amistad estaba surgiendo, al grado inclusive que las locuras de Sarah no parecían de todo tan extrañas, y después de todo, cada uno tenía sus propios secretos.

—Guau…entonces, ¿perteneces a una secta? —Sarah preguntó a Jake con sorpresa e intriga.

—Sí, la del Festivus—Jake dijo—. Mi papá se unió tras ver un episodio de "Seinfeld"; no es muy diferente, sólo que en Navidad tenemos un palo de metal en lugar de árbol y al final peleo con mi padre.

—Eso es un poco…salvaje, ¿no?

—Tranquila, podría ser peor: en casa de mis tíos no usan guantes…y mi prima baila alrededor del palo cuando para la tercera copa…

Hasta la propia Allyson tenía su pequeña dosis de peculiaridades; claro está, cualquiera parece cuerdo entre alguien un chico que pelea con su padre y alguien quien pudiera o no tener una forma no diagnosticada de psicosis: simplemente era cuestión de guardar las apariencias.

—¿Es en serio? ¿En verdad hiciste eso? —Sarah cuestionaba con enorme sorpresa y fascinación

—No es mi momento de mayor orgullo, pero a mi favor no sabía que lo que eran las pastillas de control natal en aquel entonces…

—Sí, pero ¿Tirarlas por accidente y reemplazarlas con pastillas para el aliento?

—Bueno, ahora que soy mayor comprendo bien porque mi hermana estuvo tan nerviosa ese fin de semana…

Disfrutaban de la compañía, pero Sarah era quien lo sentía más: ella siempre fue naturalmente extraña, y amaba cada minuto de ello, y eso la volvía incomprensible sino es que insoportable, pero estos dos chicos…no la juzgaban, al menos, ya no tanto, y no podía estar más agradecida; aquel fue un gran año, pero lo bueno debe llegar a su fin

Al termino del fin de año, el maestro no pudo evitar sentir algo de lastima o simpatía por Allyson y Jake; sí, eran chicos problemáticos, pero indagarles alguien como Sarah fue quizás demasiado.

Al momento de tabular los resultados finales del año, donde se cosechaban los esfuerzos académicos, Allyson había pasado con un margen más o menos holgado, mas no se podía decir lo mismo de Jake, quien por más que el profesor buscaba en sus registros, no encontraba como darle los puntos necesarios para darle el pase.

—Entonces, ¿tendré que repetir el año, no es así? —Jake preguntó al maestro, al final de clases, siendo él la última persona al que le debía dar resultados.

—Bueno, Jake, te quedaste corto por un par de puntos, así que eso me temo…

—Caramba. ¿Qué fue lo que me eliminó del juego?

—Te daré una pista: la capital de México no es Madrid

—Creí que era esa o Buenos Aires—murmuró Jake—. Cielos…bueno ¿Pero no puede tomar otra cosa en cuenta? ¿Comportamiento o algo así?

—¿Comportamiento? —el profesor cuestionó con una mirada fija—. ¿Tú, Jake Zabrocki, pidiendo puntos por buen comportamiento?



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En el texto hay: comedia, juvenil, comedia drama y romance

Editado: 29.08.2018

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