Elisa sonríe cuando leo en voz alta la instrucción. Me mira con una expresión que mezcla diversión y expectación, como si esperara ver cómo voy a salir de esta. Mi estómago se revuelve y mi mente empieza a correr en todas direcciones. ¿Traicionar a alguien? ¿A quién? ¿Cómo? No es solo el qué, sino el cuándo: antes de la medianoche.
—Tienes unas cuantas horas para decidir, Carolina —dice Elisa con una voz tan dulce que parece estar burlándose de mí—. Pero no demasiadas.
Miro a los demás. Damian ha vuelto a su asiento y se recuesta con los brazos cruzados, estudiándome. La chica del cabello corto, que no ha dejado de mirar con desconfianza, parece estar evaluando si seré una amenaza para ella. Los otros dos miembros del club, un chico de gafas y una chica alta de aspecto reservado, intercambian miradas fugaces, pero nadie se atreve a decir nada.
El ambiente está cargado de un silencio tenso, roto solo por el sonido de la lluvia que aún golpea las ventanas rotas. El reloj de la pared marca las 9:30. Hora y media antes de la medianoche. ¿Qué diablos voy a hacer?
Me siento de nuevo, intentando procesar lo que está pasando. Cada uno de nosotros tiene una tarea, una especie de reto oscuro, y todos parecen seguirlo sin cuestionar nada. Elisa domina la situación, como si ya supiera el resultado del juego. Como si esto fuera algo que ha hecho muchas veces antes.
Elisa se levanta con elegancia, caminando alrededor de la habitación como un depredador rodeando a su presa.
—El juego es simple —explica, y su voz resuena en la oscuridad—. Cada decisión cuenta. Cada movimiento que haces afecta a los demás. Y cada uno de ustedes tiene un secreto que proteger. ¿Están dispuestos a lo que sea necesario para mantenerlo a salvo?
Su mirada se clava en mí, y siento un nudo en el estómago. Estoy atrapada. No hay salida fácil de esto. La única forma de ganar es jugar. Pero… ¿a qué precio?
Damian me mira y arquea una ceja.
—Entonces, ¿quién será tu víctima, Carolina? —pregunta con una sonrisa burlona. Su tono es suave, pero en sus ojos hay algo mucho más afilado.
—¿Qué te hace pensar que ya lo tengo decidido? —le respondo, intentando mantener la calma, aunque estoy temblando por dentro.
Damian se encoge de hombros, como si no le importara, pero la chispa de interés en su mirada no desaparece.
—Aquí no puedes confiar en nadie —dice él, casi como si estuviera dándome un consejo.
Elisa se detiene frente a mí, sus ojos fijos en los míos.
—El tiempo corre, Carolina. No querrás descubrir lo que pasa si fallas.
Mi mente se pone en marcha, buscando una salida, un plan, cualquier cosa. La carta me quema en las manos, pero sé que no tengo otra opción que seguir el juego. Me levanto lentamente, sintiendo las miradas de todos sobre mí.
—Voy a dar una vuelta —digo, tratando de sonar casual.
Nadie responde, pero siento la tensión en el aire. Salgo de la habitación, caminando hacia el pasillo oscuro que se extiende hacia el fondo del edificio. Las sombras son largas y opresivas, y el aire está cargado de humedad y algo más que no logro identificar. Miro a mi alrededor, buscando algún lugar donde poder pensar con claridad, pero el eco de mis propios pasos me sigue, recordándome que no estoy sola.
En el pasillo hay una puerta entreabierta que lleva a lo que parece ser una vieja cocina. Entro y cierro la puerta detrás de mí. El silencio aquí es más denso, casi sofocante. Me apoyo contra la pared y respiro hondo.
¿Qué voy a hacer? "Traiciona a alguien." Las palabras siguen retumbando en mi cabeza. Esto no es un simple juego. Aquí, cada acción tiene consecuencias. Y no sé hasta dónde estarían dispuestos a llegar los demás para cumplir con sus cartas.
Mi mente empieza a analizar las opciones. Damian es fuerte, frío, casi insensible. No parece que le importe nada ni nadie, así que atacarlo no parece lo más inteligente. La chica de cabello corto parece decidida, casi paranoica, como si estuviera esperando una traición en cualquier momento. Y luego están los otros dos, los más silenciosos del grupo. Quizás ahí esté mi oportunidad.
Pero, ¿y si traiciono a Elisa?
El pensamiento me golpea de repente. ¿Por qué no? Ella es la líder. Si logro darle la vuelta a su propio juego, tal vez pueda salir de esto antes de que las cosas se pongan aún peor. Pero, ¿cómo? Elisa tiene el control de todo, conoce las reglas mejor que nadie.
Empiezo a caminar de un lado a otro en la pequeña cocina, los nervios comiéndome viva. Miro el reloj en mi teléfono: 9:45. El tiempo corre, y no estoy más cerca de una solución.
De pronto, la puerta se abre de golpe, y Damian entra con pasos decididos. Cierra la puerta detrás de él, bloqueándome el camino de salida. Me quedo paralizada, pero su rostro no refleja amenaza, sino una curiosa mezcla de calma y frustración.
—¿Estás pensando en traicionarme? —pregunta con una voz tan baja que apenas la oigo por encima de mi propio miedo.
—¿Qué? No… —miento de inmediato, pero sé que él no me cree.
Damian se apoya en la puerta y suspira.
—Escucha, esto no es lo que parece. Elisa está jugando con nosotros. Esto no es solo un juego para ella… es algo más.