De vuelta en la sala, cada segundo se siente como un latido punzante en mis sienes. El sonido de la lluvia sigue martillando las ventanas, pero ya ni siquiera lo noto. Lo único que ocupa mi mente es la propuesta de Damian. Traicionar a Elisa. Todo podría acabar con un solo movimiento, o al menos eso es lo que él sugiere. Pero la mirada de Elisa, ahora distraída mientras juega con una carta, me dice que ella está un paso adelante de todos. Es como si estuviera esperando que alguien intentara algo, como si todo fuera parte de su plan.
Damian se sienta nuevamente, cruzando los brazos, observándome con calma. Parece saber que he considerado su oferta, pero no voy a saltar tan rápido. No hasta estar segura de lo que está en juego.
—¿Qué pasa? —pregunta la chica de cabello corto, rompiendo el silencio. Su tono es cortante, su mirada afilada como una hoja de cuchillo—. ¿Están tramando algo?
Mi corazón se acelera. Todos giran la cabeza hacia mí, incluso Elisa levanta la vista por un segundo, antes de volver a centrarse en sus cartas. La atención repentina me pone nerviosa, y el silencio que sigue hace que el aire se sienta aún más denso.
—No sé de qué estás hablando —respondo con una sonrisa tensa.
—¿Seguro? —insiste ella, cruzando los brazos. No parece convencida, pero tampoco es que vaya a hacer algo al respecto por ahora. Hay una desconfianza general en el aire, como si todos supiéramos que esto no acabará bien, pero nadie se atreve a decirlo en voz alta.
Elisa deja caer las cartas sobre la mesa, y de inmediato todas las miradas regresan a ella. Sus ojos se iluminan con una chispa de diversión cuando se dirige a nosotros.
—El siguiente turno es tuyo, Zoe —dice, señalando a la chica de cabello corto.
Zoe parece algo sorprendida, pero no lo suficiente como para dejar que se note demasiado. Toma una respiración profunda, como si se preparara para lo que sea que le depare su carta. Todos observamos en silencio mientras ella voltea el pedazo de cartón con una lentitud deliberada.
"Confiesa tu mayor miedo a la persona que menos confías."
Zoe frunce el ceño. No parece contenta con su tarea, pero la acepta con una frialdad que solo hace que el ambiente se vuelva más tenso. Su mirada se mueve por la sala, evaluando a cada uno de nosotros como si estuviera calculando quién es el blanco más seguro. Mis ojos se cruzan con los suyos por un momento, y una sensación de incomodidad me recorre la columna vertebral.
—Damian —dice finalmente, clavando su mirada en él.
Damian no parece sorprendido, ni siquiera reacciona cuando su nombre es mencionado. Se limita a asentir, como si ya hubiera anticipado lo que venía.
Zoe cruza las piernas y se recuesta en su silla, como si estuviera a punto de contar una historia trivial, aunque su expresión no muestra ningún tipo de emoción.
—Mi mayor miedo es morir sola —dice sin rodeos—. Y lo que más me aterra es que nadie lo note. Ni siquiera tú. —Lo último lo dice dirigiéndose a Damian con una voz helada, sin siquiera parpadear.
Por un instante, la sala entera parece congelarse. Es como si su confesión hubiera quitado todo el aire, haciendo imposible respirar. Nadie dice nada. Ni siquiera Damian, que se mantiene impasible, como siempre. Pero veo algo cambiar en sus ojos, un destello de reconocimiento tal vez. Algo que no dura más de un segundo antes de desaparecer.
Elisa rompe el silencio con una carcajada baja y burlona, como si acabara de presenciar algo sumamente entretenido.
—Qué conmovedor, Zoe. —Aplaude despacio, como si fuera un espectáculo teatral—. Me alegra ver que al menos uno de ustedes está cumpliendo las reglas.
Zoe la ignora, se encoge de hombros y mira hacia otro lado. Pero ahora las miradas han vuelto a mí. Lo siento, aunque no las vea directamente. Todos saben que soy la siguiente en tener que hacer algo. Todos saben lo que dice mi carta: traicionar a alguien antes de la medianoche.
Miro el reloj: las agujas ya marcan las 10:30. Tengo una hora y media para decidir quién será mi víctima. Una hora y media para no fallar en este macabro juego. Las opciones no son muchas, y cada una parece más peligrosa que la otra.
Damian ya me ha ofrecido una salida. Pero ¿puedo confiar en él? ¿O será él quien me traicione a mí si le doy la oportunidad? Zoe no confía en él, y la confesión de su miedo ha hecho que una pequeña semilla de duda crezca dentro de mí. Sin embargo, también sé que si no actúo pronto, seré yo la que termine perdiendo.
Me levanto de la silla lentamente, sintiendo cómo todas las miradas me siguen.
—Voy a tomar un poco de aire —anuncio.
Elisa me observa sin moverse, una sonrisa jugueteando en sus labios, pero no dice nada. Damian, en cambio, mantiene su expresión neutral, aunque puedo sentir su atención fija en mí, como si estuviera esperando mi siguiente paso.
Salgo de la habitación, y el aire en el pasillo parece aún más pesado que antes. Camino lentamente, intentando aclarar mi mente, pero todo está demasiado nublado. Traicionar a alguien. ¿Y si traiciono a Damian? Él es la opción más obvia. Me ha pedido que confíe en él, pero eso también lo convierte en el blanco más fácil.
Mis pensamientos se interrumpen cuando escucho un sonido a mis espaldas. Me giro rápidamente, pero no veo a nadie. El pasillo está vacío, solo iluminado por las luces parpadeantes que proyectan sombras alargadas en las paredes. El corazón me late a mil por hora. No estoy sola. Lo siento.