El club de los secretos mortales │relato corto

Capítulo 9: El Silencio Después de la Tormenta

La energía en la sala se disipa lentamente, como una brisa que deja tras de sí el eco de una tormenta que ha pasado. La figura de Elisa se ha desvanecido, pero el peso de su presencia aún permanece en el aire. Estoy temblando, no de frío, sino por la intensidad de lo que acaba de suceder. Apenas puedo procesar que, en cuestión de segundos, todo ha cambiado.

Damian se desploma contra una de las paredes, agotado. No me había dado cuenta hasta ahora de cuánto lo afectaba este ritual. Su pecho sube y baja rápidamente, y su rostro, normalmente tan controlado, muestra una mezcla de alivio y dolor.

—¿Está… está muerta? —pregunto, la voz más débil de lo que esperaba.

Damian me mira, sus ojos oscuros como siempre, pero ahora más suaves, como si todo el peso que cargaba se hubiera desvanecido. Asiente con la cabeza.

—Sí… pero no es tan simple —murmura, arrastrando las palabras—. Elisa no era solo una persona, era una fuerza. Un ciclo que se repetía. Lo que hemos hecho es detenerlo… por ahora.

La palabra "por ahora" resuena en mi mente, sembrando una duda inquietante. ¿Es esto realmente el final? Damian se incorpora, acercándose lentamente hacia mí. Su mano roza mi rostro, pero esta vez, el gesto es más humano, más real.

—Lo has hecho bien —dice con una sonrisa cansada, pero sincera.

Me dejo caer al suelo, agotada también. Todo mi cuerpo duele, no solo por el ritual, sino por la tensión acumulada durante toda esta maldita noche. Miro la palma de mi mano, la herida sangrando ligeramente aún. No es profunda, pero el dolor físico se siente casi como un recordatorio constante de lo que acabo de vivir.

—¿Qué pasará ahora? —pregunto, queriendo respuestas pero temiendo conocerlas.

Damian suspira y se sienta a mi lado. Nos quedamos en silencio un momento, escuchando el tic-tac lejano del reloj en la sala. Ya ha pasado la medianoche.

—Nos vamos —responde finalmente—. Este lugar… ya no tiene poder sobre nosotros.

Levanto la mirada hacia él, confusa. ¿Así de simple? ¿Después de todo lo que ha ocurrido, simplemente podemos irnos? No tiene sentido. Pero tampoco hay rastro de Elisa, ni de esa energía oscura que parecía impregnar cada rincón de la casa. Solo queda un silencio sepulcral, como si la casa misma hubiera exhalado su último suspiro.

—Y luego… —Damian se detiene, como si evaluara qué decir—, tú decides qué hacer.

Lo miro, sabiendo que hay algo más. Algo que no ha dicho aún.

—Dime la verdad, Damian —exijo, mi voz saliendo más firme de lo que esperaba—. ¿Qué me estás ocultando?

Él me observa por un largo segundo, sus ojos escaneando mi rostro, como si decidiera si estoy lista para escuchar lo que está a punto de revelar. Finalmente, suspira y se pasa una mano por el cabello, claramente incómodo.

—El ritual no fue solo para detener a Elisa —dice, su tono bajo, como si confesara un pecado—. Fue para liberarme a mí también.

Siento un escalofrío recorrer mi columna.

—¿Liberarte? —repito, sin entender del todo.

Damian asiente.

—He estado atrapado en este ciclo tanto como ella. No podía escapar, no sin alguien como tú, que rompiera el equilibrio de poder. Ahora que lo has hecho, soy libre.

Lo miro, procesando sus palabras lentamente. De repente, todo encaja. Damian no estaba aquí solo para ayudarme a derrotar a Elisa. Él tenía su propio plan, y yo, sin darme cuenta, fui una pieza crucial en su liberación.

—¿Entonces todo esto…? —mi voz tiembla mientras me doy cuenta de la magnitud de lo que él ha hecho.

—No, no todo. —Su mirada se suaviza—. Mi intención nunca fue manipularte. Te dije la verdad, Carolina. Elisa era peligrosa, y la única forma de detenerla era contigo. Pero sí, también lo hice por mí.

El silencio entre nosotros se alarga, pero ya no es incómodo. Es un silencio lleno de comprensión. Puedo sentir que Damian está diciendo la verdad, pero también sé que ha habido partes de esta historia que nunca podré comprender del todo.

—¿Y ahora qué? —pregunto, sin saber si quiero realmente la respuesta.

Damian se inclina hacia mí, su mirada fija en la mía, tan intensa como siempre. Pero esta vez, hay una ternura en sus ojos que no había visto antes.

—Ahora, tú eres libre de irte. Puedes dejar todo esto atrás. O… —su voz se desvanece un poco, y sé que está esperando que yo complete la frase.

—¿O? —pregunto, mi corazón latiendo más rápido.

—O puedes quedarte conmigo. —Damian no sonríe, no juega con sus palabras. Me lo dice tal cual—. Podemos crear algo nuevo. Algo que no dependa del pasado, ni de los ciclos. Algo que sea solo nuestro.

Mi respiración se acelera. Las palabras de Damian flotan en el aire, cargadas de promesas y peligro. Es tentador. Es más de lo que nunca hubiera imaginado cuando esta noche comenzó. Pero también sé que quedarme con él significaría aceptar un futuro lleno de incertidumbre, de sombras que podrían reaparecer.

Damian se inclina más cerca, sus labios apenas rozando los míos. Es un beso suave, pero con un peso profundo, una elección que está por venir. Y en ese momento, siento que el tiempo se detiene.



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En el texto hay: thriller

Editado: 27.10.2024

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