El amanecer comienza a colarse por las ventanas de la casa, iluminando las sombras que se retiran lentamente. La luz tenue y grisácea trae consigo un aire de frescura que contrastaba con el frío que había impregnado el lugar durante toda la noche. Me levanto del suelo, sintiendo el cansancio en cada músculo de mi cuerpo, pero también un nuevo vigor, una lucidez que solo llega tras enfrentar el abismo.
Damian me observa desde la mesa ritual, su expresión es seria pero serena. El hecho de que hayamos detenido a Elisa todavía me parece un milagro. Es una victoria, sí, pero también es un recordatorio de la oscuridad que acecha siempre en las esquinas de nuestras vidas. La decisión que tengo que tomar ahora se siente monumental, como si de ello dependiera no solo mi futuro, sino también el de Damian y de toda la energía que hemos liberado.
—¿Qué piensas? —su voz suena suave, pero su mirada es intensa, como si pudiera leer mis pensamientos.
—Pienso que… esto es más complicado de lo que parece —respondo, mi voz aún temblorosa, tratando de ordenar mis pensamientos. La casa está llena de ecos, y en mi mente también. La lucha entre lo que quiero y lo que debo hacer se siente como un peso en mi pecho.
—¿Te sientes culpable? —pregunta, acercándose un poco más.
—No lo sé. Tal vez. He estado tan atrapada en esta pesadilla que no sé cómo es vivir fuera de ella. —El miedo brota de mis labios. No puedo ignorarlo. La idea de volver a la vida normal me asusta tanto como quedarme aquí con él, con la posibilidad de que Elisa regrese o que cualquier otra amenaza surja.
Damian me estudia, sus ojos reflejan comprensión. Sé que ha estado atrapado en este ciclo de oscuridad tanto como yo, pero él tiene una historia que no me ha contado del todo.
—Mira, Carolina. Yo… no quiero que te sientas atada a mí por esta experiencia. Te lo he dicho antes, pero ahora lo digo en serio. La decisión es solo tuya. No tienes que quedarte por mí, y no tienes que irte por culpa de lo que hemos enfrentado juntos.
Hay una sinceridad en sus palabras que me toca. Puedo sentir la lucha interna que ha llevado dentro de sí, y por un momento, el miedo se disipa.
—¿Y si decido quedarme? —pregunto, mi corazón latiendo más rápido. Las palabras están saliendo antes de que mi mente tenga la oportunidad de detenerlas.
—Entonces empezamos de nuevo. —Su voz es un susurro, como si hablara de un secreto sagrado.
Dibujo un hilo de esperanza entre nosotros. ¿Qué significa realmente "empezar de nuevo"? Las palabras suenan tentadoras, pero también están llenas de incertidumbre.
La habitación, que antes parecía un lugar de maldiciones y terror, empieza a transformarse ante mis ojos. Los símbolos en las paredes ya no parecen amenazas; son antiguos, llenos de historia. Tal vez este lugar puede convertirse en algo más. En un refugio.
—No sé qué vendrá después —digo, mis dudas resurgiendo—. Podría ser peligroso. Elisa podría regresar.
—No te prometo que no habrá más desafíos, Carolina. Pero lo que te prometo es que no estarás sola. No esta vez.
Sus palabras son como una luz que se abre paso en la oscuridad. Me acerco más a él, sintiendo el calor que emana de su cuerpo. Esta conexión es real, tangible. Y aunque todo está lleno de sombras, hay una chispa de esperanza que no puedo ignorar.
—¿Qué haremos? —pregunto, el temor y la emoción entrelazándose en mi pecho.
—Podemos usar lo que hemos aprendido aquí. Hay más en este mundo de lo que crees, Carolina. Más poder, más magia. Podemos explorarlo juntos. Aprender a controlarlo.
Con esas palabras, una idea comienza a gestarse en mi mente. La oscuridad no es solo un lugar de miedo; puede ser una herramienta, un camino hacia algo más grande. La idea de quedarme aquí, de construir algo nuevo junto a Damian, se siente cada vez más atractiva.
—Entonces, ¿quieres que nos quedemos aquí? —pregunto, buscando su aprobación.
—No solo aquí. Pero sí, quiero que exploremos juntos. Quiero que hagamos de este lugar algo diferente, algo que represente lo que hemos logrado, y no lo que nos ha hecho daño.
La luz del amanecer inunda la habitación, y puedo sentir que una nueva era está surgiendo no solo afuera, sino también en nosotros.
—De acuerdo —respondo finalmente, con una sonrisa que surge desde lo más profundo de mi ser—. Empecemos de nuevo.
Damian extiende su mano, y yo la tomo. Siento su fuerza y su determinación fluir hacia mí. Juntos, nos dirigimos hacia la puerta, y aunque el camino adelante está lleno de incertidumbres, sé que tengo a alguien a mi lado. La lucha no ha terminado, pero esta vez no tengo miedo.