Inglaterra, 1810
Victoria: hace una semana morí de tristeza siendo la esposa del conde de Bradford. Él siempre me trato de una manera indiferente y sobre todo él nunca me amo y seguramente eso se debe a mi apariencia física, pero antes de morir lo único que pedí fue ser feliz y precisamente regresé el día en que lo conocí por primera vez.
Nada más que esta vez romperé nuestro compromiso y de esa manera olvidare este amor que siempre he sentido por él, porque también necesito decirle adiós a mi único amor.
Ella estaba inmersa en sus pensamientos que no sintió llegar a su nana. Eso significaba que él había llegado a su casa a pedir su mano en matrimonio.
Nana: buenas tardes, mi niña. Seguramente sabes perfectamente a que se debe mi presencia y debe de bajar a la sala porque sus padres y su futuro esposo la esperan.
Victoria: no pienso casarme, nana. Porque este compromiso se termina este día y mi prometido no se opondrá, así que es mejor hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
Nana: en verdad espero que eso pase. Solamente que tú futuro esposo es alguien que no le gusta perder y no será nada fácil para ti que se disuelva su matrimonio.
Victoria: él jamás ha tenido la intención de convertirme en su esposa y en ese sentido no me equivoco, pero para mí esta sería una despedida.
Ella se levanta de su asiento y se despide de su nana para poder salir de su recámara. Victoria suspira y baja las escaleras, nada más que recordaba perfectamente este día, ella saluda a todos los presentes cuando llega a la sala para después tomar asiento
Gabriel: mi familia y yo hemos venido acompañar a nuestro hijo. Porque llego el momento de concretar nuestras familias y el más indicado para seguir hablando es mi hijo.
Frederick: antes de hacer mi propuesta de matrimonio me gustaría hablar a solas con mi prometida. Eso es algo que necesito hacer para que pueda continuar con todo esto.
Martín: no pueden estar solos en un mismo lugar y eso sería algo incorrecto sabiendo que muy pronto se van a casar, así que no lo permitiré.
Frederick: no me puede negar que hable con ella. Además, la señorita es mi esposa sin haber tenido la necesidad que un sacerdote bendiga nuestra unión.
Martín: no me deja otra opción que dejar que hablen, pero tendrá un tiempo límite para hacerlo. Nada más que esto va en contra de las buenas costumbres.
Frederick: eso lo sé perfectamente y únicamente lo hago. Porque necesito hablar de algo muy importante con mi prometida y no creo que me tome más de unos cuantos minutos para hacerlo.
Ella estaba segura que tendrían la misma conversación, así que ya se imaginaba lo que le esperaba y ella sabía que era la oportunidad para romper su compromiso, pero su padre les dice que pueden hablar en su despacho. Victoria se levanta de su asiento, el sigue a su prometida y Frederick pensaba pedirle que fuera su esposa de nombre, porque jamás existirá sentimientos entre ellos y cuando llegan toman asiento