El Contrato de las Almas Ⅱ

‒¡Que le hiciste a mi hija!‒ exigió una respuesta el padre apuntando la punta de su Cimitarra en dirección al cuello de Sebastian.

‒Es… es difícil de explicar– Sebastian sabía que un mal movimiento o una palabra errónea y sería el último ‒ambos pactaron un…‒

La explicación fue interrumpida por un choque masivo de fuera de la casa, los susurradores se amontonaban en un solo punto atacando con sus cuerpos, no importaba si desaparecían, algunos estaban empeñados en atravesar la barrera y acabar con ellos.

‒No tenemos mucho tiempo‒ dijo la madre apartando a su marido ‒la barrera no soportará mucho, menos nosotros‒

El padre soltó a Sebastian aun enfurecido.

‒Puedo explicarlo…‒ dijo Sebastian defendiéndose mientras la madre se acercaba a él ‒bueno no puedo explicarlo, pero es algo que ella mismo…‒ fue interrumpido por una bofetada.

‒Si le llega a pasar algo a mi hija, juro que aun quién eres‒ su rostro reflejaba rabia y tristeza.

‒Ellos estarán bien, prometo que lo estarán‒ dijo Sebastian bajando la voz.

‒No tenemos mucho tiempo – dijo el padre juntando las cosas alrededor de la sala.

Géminis y Sara habían parado de gritar y retorcerse, ahora solo soltaban varios quejidos mientras su temperatura aumentaba, Raquel seguía dormida a veces sollozando en sus sueños, los padres de Sara dibujaban varias runas en sus cuerpos aquellos trazos formaban círculos casi perfectos y formas complejas que solo un cazador sabría hacer con los ojos cerrados, Sebastian miraba a todos esperando una señal.

‒Explícale lo que hará, yo iré a reparar la camioneta‒ el padre sonaba furioso.

‒¿Repararla?‒ dijo Sebastian.

‒Hazme caso solo a mí y no le prestes atención‒ se acercó la madre con lágrimas en los ojos ‒debes cuidarlas sobre todas las cosas, toma esto‒ acerco unas llaves y un papel doblado por la mitad ‒Nosotros seremos la carnada para que ustedes puedan escapar en la camioneta, dirígete a esta dirección y por nada del mundo salgan de ahí– su tono cambio a uno amenazador ‒¿Entendiste? ‒

‒Sí, pero…‒

‒Ningún, pero…‒ la furia desbordaba de sus palabras ‒no sé de qué trata ese contrato, pero si dices que la vas a cuidar te creo, Dios sabe que te creo– furia y tristeza sonaban juntas ‒despertaré a Raquel para que pueda ayudarte si surge algo, solo conduce sin detenerte acelera lo más que puedas y aléjense de este lugar‒

De pronto se escuchó el rugir del motor de la camioneta.

‒¡Tenemos que irnos ahora!‒ grito el padre entrando a la casa y dirigiéndose al segundo piso. Poco después bajaba con Sara cargada en sus brazos.

‒Llévate a tu amigo al asiento de los pasajeros en lo que despierto a Raquel– ordenó la madre.

Sebastian levanto a su amigo teniendo cuidado de cubrir su estómago que aún seguía cicatrizando.

‒Raquel – dijo la madre moviéndola del hombro ‒Raquel, despierta por favor‒

Raquel despertaba lentamente, se sentía perdida todo estaba en un matiz entre la oscuridad y la ondeante luz del fuego de la chimenea.

‒¿Qué… dónde estoy?‒ dijo apenas audible.

‒Raquel, soy la mamá de Sara y no hay tiempo de explicarte lo que está sucediendo, necesito que te despiertes y me escuches con atención‒

Afuera el padre de Sara había levantado la camioneta colocándola sobre sus 4 ruedas, estaba abollado y sin una de sus puertas, la del conductor.

‒Supongo que mi esposa ya te dijo que es lo que debías hacer‒ dijo el padre acomodando a Sara en el asiento trasero ‒colócalo ahí ‒señalo el asiento junto al de su hija mientras abrochaba el cinturón de seguridad ‒por nada del mundo te desvíes, solo sigue sin parar, escuches lo que escuches, veas lo que veas no te detengas‒ puso especial énfasis en esas últimas tres palabras.

‒Eso ya me quedo muy claro– dijo Sebastian colocando a Géminis junto a Sara que seguía dormida.

Eran cerca de las 6 de la mañana el primer rayo de luz aún no aparecía mientras los susurradores habían aumentado en cantidad y agresividad, gruñían mostrando los colmillos de los que escurrían una baba negra y pegajosa, algunos clavaban las garras en el suelo estaban ansiosos de atacar sus miradas los seguían en cada movimiento.

‒Cuando se despierte, dile que estaremos bien, que cuando nos reunamos se lo explicaré todo‒ aseguro las puertas con runas que las volverían un poco resistente a cualquier golpe, esto provocó que su propia alma se debilitara, debía ser cuidadoso, ahora cualquier runa afectaría su alma y por ende la eficacia de las runas que grabaron antes con su esposa.

‒No se preocupen prometo que los cuidaría y daría mi vida antes de que algo malo les pasase‒ dijo Sebastian rodeando la camioneta por al frente.

El padre vio a Sebastian acercándose al asiento del conductor, cuando en un movimiento rápido extendió una lanza hacia él, crecía rápidamente en su dirección, sus reflejos eran rápido y era un golpe que no podría esquivar. La lanza paso alado de su cabeza apenas por centímetros hasta atravesar a un susurrador que había cruzado la barrera en su intento por atacarlos, el susurrador desapareció en el aire evaporándose por completo.



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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