El Contrato de las Almas Ⅱ

Sara recuperaba lentamente la conciencia, todo a su alrededor era nuevo, la sensación de la cama bajo ella, la oscuridad de la habitación y algunos destellos que provenían de alguna parte, intento recostarse contra la cabecera de la cama, pero apenas movió su cuerpo sintió un dolor punzante en el vientre un dolor como si le hubieran atravesado con algún fierro al rojo vivo, apenas se pudo mover del dolor su respiración se agitaba mientras el cansancio de su cuerpo aumentaba era como si aquel sueño hubiese durado años y su cuerpo apenas aprendía a moverse con soltura después de mucho. Sintió cada centímetro de su cuerpo pesado al igual que las sensaciones que sentía eran diferentes o extrañas se sentían inherentes a su piel.

La oscuridad era profunda acompañados de lo que parecía ser alguien que rasguñaba un trozo de madera en un intento fallido de roerlo.

Sentía el cuerpo demasiado pesado sus brazos apenas se liberaban de la atadura inexistente que la tenía atrapada en la cama y la arrastraba al sueño, sus memorias volvían lentamente la imagen de sus padres encerrados, los susurradores con formas de lobos, Raquel desmayada todo era confusión mientras su mente se aclaraba a la realidad, extendió los brazos tratando de identificar más de su entorno, necesitaba que sus sensaciones se volvieran suyas y no como si estuvieran en otra piel.

Su mano rozó con la yema de sus dedos lo que parecía ser un codo, cuando se percató que era el cuerpo de alguien más, se asustó tanto que estuvo a punto de lanzarlo lejos por el miedo, cuando noto que aquel cuerpo vestía una camisa y un pantalón deportivo que no combinaban, examino cada centímetro hasta que su propia vista se adaptó a la tenue luz, fue ahí cuando reconoció quien la acompañaba.

‒Géminis‒ susurro mirando como todo su ser descansaba en paz, la mirada cruzo sus brazos llenos de varios cortes con cicatrices leves, pero visibles, el torso firme hasta llegar a su abdomen descubierto donde una cicatriz amplia lo marcaba, fue ahí cuando recordó la espada que lo atravesó para protegerla en la pelea contra Andrés.

Sara se acercó las manos a su vientre ella tenía un ardor en el lugar exacto a la cicatriz de Géminis que se extendía, noto que ella también llevaba otra ropa en su caso un camisón largo que le cubría hasta las piernas, al levantarlo sintió en su vientre una cicatriz que se extendía idéntica con la misma forma y en el mismo lugar a la cicatriz de Géminis.

‒¿Por qué no usas tu lanza y lo atraviesas?‒ escucho venir detrás de la puerta, aquella voz era inequívoca, la voz de Raquel.

Sara sonrió al saber que su mejor amiga estaba bien y estaba con ella.

‒No me tientes‒ escucho una voz ajena ‘Sebastian’ musito después de rebuscar el nombre en sus memorias ‒pero creo que podría terminar mal, ya viste lo que paso cuando intente abrir la puerta‒ concluyo Sebastian.

Sara se sintió bien de saber que todos estaban a salvo, solo faltaba las voces de sus padres, aquel encuentro en los calabozos debajo del hospital le producía un miedo de solo recordarlo, jamás se imaginó que un lugar así existiera en frente de sus narices, en especial en el lugar donde su madre dedicaba día y noche a su pasión.

‒Háblame de las runas, las plegarias, los susurradores, sobre los ángeles…‒escucho la emoción en la voz de Raquel.

Sara se levantó lentamente miro a su alrededor, había estantes llenos de libros acompañados de objetos de colección en repisas que se repartían por las cuatro paredes que la rodeaban, escucho con atención la explicación de Sebastian sobre los ángeles, parte de la muerte y aquel lugar en el cielo al que llaman la Ciudadela.

Su mirada recorrió el lugar mientras se dejaba llevar por algunos recuerdos, uno que la hizo comprender donde estaban.

‒Papá‒ dijo apoyándose al marco de la puerta del cual un fino hilo brillo desplegándose como las raíces de un árbol por toda la pared.

‒¿Entonces en el hospital?‒ escucho sorprendida a Raquel.

Sara tenía varias preguntas sobre lo ocurrido en el hospital y como inicio toda esta travesía por qué ese par, en especial Sebastian se cruzaba en su camino, porque ahora los susurradores lo seguían con tanto afán, el secreto de sus padres de este mundo y por qué no se lo habían contado.

‒El hospital es un algo más complicado de explicar, pero creo que sería mejor si ella también lo escuchase e hiciera las preguntas que quiera‒ escucho decir a Sebastian.

‒¿Ella?‒ pregunto Raquel

‒ Sí, me refiero a tu amiga‒ escucho ‒¿No es verdad Sara?‒  

Sara sintió un helar que le recorrió el cuerpo de pies a cabeza, esta misma sensación la había sentido la vez que siguió a Sebastian a la azotea del hospital antes de ser descubierta atrás de la puerta donde se ocultaba como ahora.

La puerta se abrió lentamente dando paso a que la luz de la sala pasara por ella alumbrando cada rincón del departamento, Raquel yacía recostada en el sillón y a su lado Sebastian sentado mirándola a ella.

‒¡Sara!‒ dijo Raquel levantándose presurosa para lanzarse abrazarla ‒Sara no sabes lo mucho que me alegra que estés bien‒ Raquel tenía la voz entre la alegría, la felicidad y el soportar las lágrimas que quería derramar.

‒¿Cómo te sientes?‒ dijo Sebastian mirándola de pies a cabeza.



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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