El Contrato de las Almas Ⅱ

El silencio dentro de la camioneta era incómodo, después de la extraña explosión producida por Sara y Géminis al leve contacto, Sebastian advirtió que se encontraban indefensos en el exterior debían buscar un nuevo lugar para ocultarse, los susurradores jamás descansan y gracias a las protecciones de las runas en el edificio no los habían encontrado, pero era cuestión de tiempo para que lo hicieran por lo que lo mejor ahora era moverse y buscar un nuevo refugio.

‒Por nada del mundo se toquen‒ advirtió Sebastian reuniendo al grupo.

Poco después tomaron una camioneta que había sido “abandonada” durante el extraño fenómeno que sacudió la ciudad, los noticieros hablaron de fenómenos naturales, algunos decían que era el fin del mundo, en las ruinas de la ciudad las muertes se contaron por cientos, los heridos a miles y los desaparecidos otra cifra incalculable.

Sebastian conducía teniendo de copiloto a Géminis, en la parte trasera Sara y Raquel sentadas una alado de la otra, Sara sucumbía al cansancio quedándose dormida en las piernas de Raquel quien acariciaba su cabello, mientras con la otra mano quitaba la fina capa de polvo que le cubría la piel, dentro de la camioneta encontraron varias prendas de vestir entre ellas una camiseta de algodón y poliéster de color blanco dentro de su empaque junto a otras prendas posiblemente adquiridas en alguna tienda de ropa.

Sara le indico como debía cubrir la herida en su espalda con la camiseta, necesitaría varias puntadas para cerrar la herida en su espalda, después de varias explicaciones seguidas al pie de la letra por Raquel y Sebastian con Géminis alejado a un lado haciendo guardia, lograron cubrir la herida que sangraba y que por suerte no representaba peligro alguno para ella.

‒Debemos ir…‒ interrumpió Raquel limpiando las últimas motas de polvo en las mejillas de Sara ‒debemos llevarla a un hospital para que le suturen la herida‒ su voz sonaba cansada con un rastro de tristeza.

‒No podemos hacerlo, como tú lo has mencionado existe aquella corporación Elise involucrada en esto y si es verdad que una farmacéutica esta aliada con los pecados o algo por el estilo, Daniel no tardara en encontrarnos en un hospital, además que pasaría si encontramos una mazmorra como en el sótano del hospital cuya fachada era indetectable, no podemos arriesgarnos a que ahí nos capturen, además con lo sucedido debe estar repleto el lugar así que perderíamos tiempo en vano‒ Sebastian echo un vistazo por el espejo retrovisor notando el enojo en los ojos de Raquel.

‒Tenemos que llevarla a un lugar seguro, esa herida…‒ Raquel titubeo no encontraba las palabras exactas para describir el corte en la espalda era como si algo desde dentro hubiera desgarrado la piel en su paso por salir, algo no concordaba si sufrió un accidente mientras el edifico se desplomaba lo más lógico era que la atravesara o la cortara, pero aquella herida no tenía explicación alguna.

‒Ella estará bien‒ tercio Géminis desde el asiento del copiloto, Raquel no le podía ver del todo, el espejo retrovisor no estaba en su rango de visibilidad, apenas lograba vislumbrar uno de sus ojos, con un gesto serio.

‒No puedes saberlo, necesitamos llevarla de inmediato al hospital, no importa si hay pecados en ese lugar, ella necesita ser atendida…‒ insistió Raquel.

‒Lo sé ‒añadió Sebastian tamborileando los dedos en el volante –si la llevamos al hospital no podremos hacer mucho, si Daniel llega aparecer es capaz de detenernos, hasta ahora no entiendo como logro conseguir cadenas hechas de metal divino debería ser imposible que un ser humano las tuviera y si las tuviese el moldearlas es mucho más difícil, nada de esto concuerda y si está aliado con los pecados estaremos en peligro, tienes una idea de lo que son capaces uno solo de ellos, aún hay muchas cosas sin sentido aquí como por ejemplo Andrés. Él tenía en su cuerpo 5 diferentes runas, proporcionadas por los 7 pecados un humano no podría soportar tal presión, debió de haber muerto al instante, al recibir dos distintas runas del pecado, por eso en verdad entiende que no nos podemos arriesgar en lugares públicos o abiertos‒

Raquel recordó las mazmorras debajo del hospital, a gula a punto de devorarla de un solo bocado, al doctor Daniel con su afán de descubrir los poderes curativos de Sara causados por la habilidad de Géminis, a los padres de Sara convertidos en cazadores y al millar de susurradores que los rodearon en su huida, todo aquel nuevo mundo oculto era un golpe sin descanso de lo que ignoraba hasta ahora, al parecer todo eso solo era una pequeña parte de lo que en verdad hay detrás del velo al que llamamos realidad.

‒Al museo‒ sugirió Raquel al instante ‒el museo nos podría resguardar y tú…‒ miro a Sebastian –podrías usar una runa curativa para curarla por completo‒

Géminis desvió la mirada, toda su ropa estaba llena de cortes, desgarros y polvo, miro sus manos recordando el leve roce con Sara y la consecuente explosión, no entendía que sucedía y mientras recordaba, su mano derecha tembló levemente.

Sebastian noto el leve temblor y después la expresión de confusión e impotencia en el rostro de su amigo.

‒No creo que podamos volver a ese lugar en un tiempo, si aquel fenómeno afecto al mundo es más que seguro que el museo se haya sellado así misma, sería imposible y peligroso entrar‒

‒¿Entonces que sugieres?‒ Raquel sonaba desesperaba.

‒Existe… Bueno existía una persona que me pudiera explicar sobre las cadenas divinas, pero esa persona ya no está aquí así que podríamos usar su guarida es algo riesgoso, el lugar donde se ubica es igual de peligrosas que el museo, pero por lo menos ahí no nos podría encontrar nadie en lo que buscamos comunicarnos con los padres de Sara y mientras nosotros descansamos un poco, pero…‒



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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