El Contrato de las Almas Ⅱ

El velo de la noche cubrió la ciudad envuelta en el caos, los 4 se habían alejado por varios kilómetros cada vez apartados de los lugares que conocían a un mundo que apenas les mostraba la cara, no se encendió la radio durante todo el viaje, las noticias de los heridos y varios muertos resonaban por hora aumentando la tragedia de la que acaban de salvarse.

Eran cerca de las 8 de la noche, Sara seguía dormida en las piernas de Raquel, y Géminis permanecía inmóvil en su asiento con la cabeza agachada, se había quedado dormido sin darse cuenta y Sebastian había visto que el esfuerzo de salvarse lo desgasto demasiado, con un movimiento rápido y certero sin quitar la mirada del camino, abrocho el seguro del cinturón de seguridad de su amigo, por suerte el auto que acaban de robar estaba en mejores condiciones a la camioneta con la que huyeron, por lo que encendió la calefacción abrigándolos a todos dentro del mismo, ahora su misión era llevarlos a un lugar seguro a pesar del sueño que lo consumía.

Raquel miraba al exterior ensimismada en sus pensamientos, aquella oscuridad que lo cubría todo le provocaba un pequeño temblor al recordar a las bestias conocidas como susurradores el ataque y la persecución que paso antes y después, se mentalizó en la lucha que tomaba un pequeño descanso, pero que sería devastadora cuando se desatase, algo en su interior sabía exactamente que esto no había acabado para nadie.

‒Los ángeles…‒ escucho Sebastian levemente como un susurro.

Raquel volvió la mirada al pequeño espejo retrovisor del conductor, Sebastian lo miraba con aquellos ojos llenos de juventud animados a pesar de que el mundo se pudiera acabar en ese instante.

‒¿Los ángeles?‒ añadió Sebastian amigablemente, su intención era la de iniciar una conversación hasta llegar al lugar donde podrían descansar temporalmente.

‒¿Los ángeles duermen?‒ pregunto notando su cansancio.

‒Los ángeles no necesitamos comer, dormir o cualquier otra necesidad fisiológica humana, respiramos sí, pero es porque siempre hemos respirado cuando estuvimos vivos creo que son una de las pocas cosas que no te puede arrebatar la muerte‒

‒Entonces ¿Por qué estás bostezando?‒ dijo Raquel mirando una lagrimilla en los ojos de Sebastian después de un gran bostezo insonoro.

‒Digamos que soy una excepción, al no tener alas estoy como se podría decir siendo medio ángel‒ Sebastian sonrió, le parecía graciosa la explicación en esa situación y con todo el caos que había sucedido era una verdad a medias.

‒Pero Géminis está durmiendo‒ Raquel dudo si las palabras de Sebastian eran ciertas del todo.

‒Con todo lo que ha pasado creo que es necesario descansar un poco, ser un ángel no implica que no seamos humanos, además después del contrato algo ha cambiado en ambos‒ señalo a Géminis y Sara.

Raquel recordó una a una las palabras de Sebastian contadas en el departamento sobre lo sucedido durante la pelea con Andrés.

‒¿Puedo preguntarte algo?‒ dijo en voz baja Raquel

‒Claro…‒

‒Existe…‒ Raquel dudaba si la pregunta que formularia era lo que en verdad quería saber, titubeaba en su mente mientras su corazón palpitaba acelerado ‒¿Existe el cielo?‒ dijo sin tono alguno solo soltó las palabras adecuadas para formar la oración.

‒Es algo muy difícil de explicar, puede que sí y pueda que no‒ Sebastian se mostraba dubitativo.

‒Eres un ángel, ¿Cómo puedes decirme que el cielo no existe?‒

‒Gracias por lo de ángel‒ sonrió Sebastian ‒Géminis y yo no somos el ejemplo perfecto de ángel, nuestras fotos jamás aparecerían en un diccionario refiriéndose a ángeles creo que estaríamos en la sección C de caos, lo que tú llamas cielo e infierno de cierta forma existen, pero no como te lo imaginas, ni los ángeles tocamos arpas, ni los demonios tienen tridentes, aunque armas, sí y muchas‒

‒Entonces al morir solo…‒

‒No, no, espera. Te estoy dando una ilustración muy deducida a lo que quieres saber, como les dije la muerte es muy complicada y te tomaría toda una vida entenderla, aunque eso suena contradictorio, nosotros venimos de algo parecido, pero lo conocemos como la ciudadela, un lugar en otro plano de la realidad, creo que todos los lugares como el infierno, el tártaro, el purgatorio y demás están en distintos planos de esta realidad apilados unos contra otros, en todos estos muchísimos años tanto allá arriba como allá abajo o en algún otro lado de los planos de la existencia no he encontrado algo parecido al cielo, la ciudadela en sí es el lugar donde los ángeles habitamos, edificios enormes de piedra blanca tan altos como el cielo elevándose hasta el infinito, el clima es comparable a un día soleado con el viento fresco que te rodea confortando cada uno de tus sentidos…‒

Raquel miraba el rostro de Sara mientras le retiraba varios cabellos que volaban a su rostro.

‒ Y ¿Dios existe? ¿Un Dios de esta… realidad? O ¿El demonio?‒

Sebastian suspiro profundamente, explicar la vida después de la muerte o antes de ella o lo que existía tras esas palabras, era un tema muy complicado terminaría enredándose en más y más preguntas.

‒No sé si exista un Dios como tal, jamás lo he visto y tampoco he visto a Satanás y eso que estuve en sus reinos buscando respuestas para mí amad…‒ soltó otro profundo suspiro dentro de su interior esperaba que el museo no hubiese sufrido daño algún.



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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