El Contrato de las Almas Ⅱ

ⅩⅤ

‒Oliver‒ se escuchó la voz de una mujer que atravesaba la entrada principal ‒¿Por qué están encendidas las luces de la…‒ dijo la madre de Oliver cargando sobre sus brazos algunas bolsas de papel con varios enseres dentro de ellas.

‒Hola Amelia‒ dijo Sebastian levantándose de su comodidad para ayudarla con las bolsas ‒Cuanto tiempo‒ sonrió nervioso.

‒Sebastian‒ dijo Amelia asombrada, apenas podía formular la siguiente palabra mientras la razón y el asombro del encuentro con un viejo amigo la llevaban a recuerdos de años atrás años antes de que Oliver siquiera naciera ‒perdón por interrumpir así en tu casa estamos busc…‒

Amelia estuvo a punto de decir algo que se reflejaba en su mirada, una preocupación por la sola presencia de Sebastian, aunque no dijo una sola palabra su cabeza ladeo como negando lo que veía.

‒No, no es eso no te preocupes, solo necesito un lugar donde reponer algo de energías y te prometo que nos iremos lo más pronto posible‒ aclaro Sebastian al silencio de Amelia.

‒¿N… nos?‒

‒Sí mamá, ha llegado de improvisto en un auto y bueno como me dijiste tú, tome el bat y…‒

‒¿En verdad eres tú?‒ el asombro de Amelia no había disminuido en nada mientras sus manos se acercaban a las manos de Sebastian.

‒Sí Amelia soy yo, o acaso ya no me recuerdas, tu hijo al parecer si sabe quién soy así que supongo que le contaste de mí y lo que soy‒

‒Él no lo sabe todo, es mejor que este mundo permanezca…‒

‒Oculto‒ añadió Sebastian.

La mirada de Amelia paso de una persona a otro, comenzando por el de Sebastian a la de un chico que descansaba con la cabeza agachada como si durmiera profundamente y a la de su hijo Oliver que estaba igual de asombrado que ella.

‒Oliver‒ interrumpió Zoé acercándose por el pasillo ‒si vamos a mi casa podríamos ir por algo de ropa para ellas, sus ropas están muy desgastadas y creo tener algo de ropa que ya no me alc…‒ se detuvo al notar el silencio sepulcral de la sala principal ‒Bu… Buenas noches– se dirigió titubeante a Amelia.

Amelia tomó un respiro profundo, mientras se dirigía a la cocina con las bolsas en sus brazos, negando amablemente la ayuda de Sebastian.

‒Hola Zoé. Hare algo de cenar, la ciudad es todo un caos apenas logré comprar lo esencial así que nos acomodaremos con lo que traje solo no me pidan hacer milagros‒ dijo acompañada del golpeteo metálico de algunas ollas en su búsqueda por una lo suficiente mente grande para los 5 y las chicas que mencionaba Zoé.

‒Mamá, ¿Te encuentras bien?‒ dijo Oliver acercándose notando la actitud extraña de su madre.

‒Sí, todo bien, lo que tengas que hacer hazlo pronto– lleno una olla con agua, Sebastian la mirada desde el marco de la entrada donde lo había dejado con el ademán de ayuda colgado como si él no existiera.

‒Voy con Zoé a su casa a traer algo de ropa para que se pueda quedar estar noche y también su espejo‒

‒¿El espejo? ¿Para qué necesitas un espejo?‒ miro de reojo a Sebastian entendiendo que aquello era cosa de él.

‒Hazlo pronto, está oscureciendo y me gustaría que estuvieras en casa lo más pronto posible, ten cuidado y cualquier cosa regresa de inmediato‒

Oliver tomo de la mano de Zoé que había permanecido en silencio sentada en el sofá con las manos jugueteando en sus piernas, estaba avergonzada y nerviosa se suponía que estaría con Oliver en secreto y que a la mañana siguiente volvería con sus padres, pero la llegada inesperada lo había cambiado todo, aunque no era solo eso lo que le incomodaba, quería discutir con Oliver sobre aquellas personas que había llegado de improvisto, por qué nunca le contó sobre Sebastian a quien trato como un amigo de años, ¿Por qué justo ahora? ¿Si el auto era de ellos? Y en especial comentarle sobre las manchas de sangre en la camiseta de Sara pensando que ella estaba herida de gravedad a causa del temblor resultando que quitarle la camisa su piel estaba intacta sin herida alguna, solo finos trazos color marfil sobre su piel que casi paso por desapercibido.

‒Ya volvemos enseguida‒ dijo Oliver abriendo la puerta principal para que Zoé saliese primero.

‒Es un chico maravilloso‒ acompaño Sebastian sentándose al frente del mesón donde Amelia cocinaba ‒No puedo creer que haya pasado tanto tiempo y me alegra saber que sigan aquí, ¿Cómo va tu trabajo? O ¿Tu vida?‒

‒Han pasado cerca de 17 años y tú no has envejecido ni un solo día, estás igual que aquel día en que nos encontraste a excepción de que ahora tienes más amigos y más heridas‒ poso sus ojos sobre el cabello alborotado, los ojos llenos de juventud y travesuras, la piel polvorienta, los trazos rotos de su ropa y varios cortes cuyas costras cubrían.

‒No puedo mentirte, ha sido muy complicado todo, un día eres un ángel y al siguiente te arrancan las alas‒ acompaño Sebastian apoyado sobre el mesón con los brazos cruzados y su cabeza apoyada sobre ellas.

‒¿Lograste liberarla?‒ añadió Amelia con serenidad, mientras encendía las hornillas y sacaba los diversos enseres sobre la mesa.

‒No, aún no he encontrado la forma de hacerlo, aunque estoy seguro de que algún día lo lograré, hasta eso me dedicaré a salvar el mundo‒



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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