El Contrato de las Almas Ⅱ

El día era perfecto, el sol iluminaba todo con su cobijo, una cortina de luz transparente  rodeaba la casa en un círculo casi perfecto, lo sabía porque había recorrido todo el círculo de cabo a rabo, y por cómo se extendía la cubría por completa, la luz lo rodeaba todo a pesar de ser la luz más brillosa que competía con el mismo sol, esta no era cegadora más bien era acogedora, agradable, después de cruzar la fina cortina que rodeaba la casa el exterior se iluminaba diferente, la luz del sol se filtraba por los espacios entre los árboles, la oscuridad y las sombras parecían tener vida propia.

‒¡Sara!‒ dijo su madre en el patio mientras colgaba varias prendas para secar ‒No te alejes demasiado‒

Sara volvió a cruzar la fina cortina con forma circular que rodeaba la casa, la cortina de luz que los rodeaba se volvió transparente como si nunca hubiese estado ahí, a pesar de no poder verla podía sentir su fuerza su esencia, sus pequeñas manos palparon por unos segundo aquella cortina etérea.

‒¿Vamos a jugar?‒ pregunto Raquel sosteniendo varias muñecas entre sus manos ‒mira Sara‒ levanto una muñeca ‒ella se llama Luz es muy hermosa puedes también llamarla Princesa‒ dijo sosteniendo con dificultad los accesorios.

Sara retiró la mirada de la cortina de energía que rodeaba la casa para ella era de lo más natural admirar su belleza, el día seguía como si nada, Raquel perseguía a Sara y ambas jugaban dentro y fuera de la casa hasta los límites que sus padres le indicaban el punto donde la línea marcaba los mismos límites de la cortina de luz, los intentos de explicarle a Raquel sobre aquella cortina que los rodeaba fueron en vano, ella no veía nada a pesar de que Sara le colocaba a milímetros de su rostro.  

Las travesuras continuaron toda la tarde hasta que Raquel caía rendida sobre el sofá de la sala de estar, la tarde caía con lentitud, el ambiente era perfecto, los árboles se mecían con el viento, las aves surcaban los cielos a toda velocidad próximos a sus nidos, los animales corrían con libertad, algunos animales cruzaban la cortina que rodeaba la casa para descansar un poco, Sara notaba como los animales de alguna manera podían ver aquella cúpula que rodeaba la casa, se resguardaban en su interior y cuando estaban seguros de poder seguir, se iban agradecidos.

‒¿Por qué Raquel no puede verla?‒ pregunto Sara a su padre que metía varios leños en la chimenea, la madera crepitaba mientras se consumía a fuego lento.

‒¿Ver qué?‒ dijo su padre apoyando una mano en su pierna impulsándose para levantarse.

‒La cortina que rodea la casa, a veces brilla tan fuerte que es como el sol, luego parece que se vuelve transparente como…‒ señalo el cristal del ventanal.

El padre tenía una expresión de asombro mezclado con un toque de tristeza.

‒Aquello es un campo de energía, tu madre y yo lo construimos para protegernos‒

‒¿Protegernos de qué?‒ se acomodó Sara hasta sentarse frente a su padre.

‒De los susurradores, la cortina nos oculta de ellos y de los cazadores‒

‒¿Susurradores? Y los cazadores ¿Cómo los que tienen armas y van al bosque acampar?‒

‒Son algo similar, usamos armas para defendernos y acabar con los susurradores, tu madre y yo somos, o bueno éramos cazadores, pero de eso ya hace mucho tiempo‒ acaricio el cabello de Sara retirando varios fragmentos de hojas que quedaron atrapados.

‒¿Qué son los susurradores?‒ pregunto inocente a la expectativa de un animal extraño.

‒Son como el humo negro, pueden optar la forma de cualquier animal, pero por lo general toman la forma de lobos y nosotros los cazamos‒

‒¿Los lobos entonces son susurradores?‒

‒No todos los lobos lo son, algunos si son animales y otros no, espero algún día poderte explicar lo que se oculta en las sombras no debes de tenerles miedo, el mundo es complicado y lo iremos descubriendo poco a poco, por tu cuerpo corre sangre de cazador la sangre de Pandora…‒

‒¿Podrías parar?‒ dijo enojada la madre de Sara acercándose a paso fuerte ‒Sarita podrías irte a cambiar en poco serviré la cena, ya le pedí permiso a la mamá de Raquel para que se pueda quedar a dormir con nosotros, ve a bañarte primero‒

‒Pero quiero saber que hace un cazador, ¿Algún día poder ver a un susurrador?‒ se dirigió a su padre.

El padre no respondió su expresión reflejaba tristeza ‒ve a bañarte primero, haz caso de lo que dice mamá‒

Sara tenía varias preguntas que haría mientras cenaran ‒Bueno‒ dijo no tan convencida ‒se lo diré a Raquel para que ambas podamos cazar un susurrador‒ dijo emocionada porque su mejor amiga conocería un lobo con un nombre peculiar.

‒Sarita déjala dormir un poco más, cuando se vayan a dormir le diré que se bañe déjala descansar un poco más ambas deben estar hambrientas y la cena está en casi nada, así que vamos, ve hacer lo que te dije‒

Sara no entendió el cambio repentino, pero hizo caso de todos modos, estaba emocionada y hambrienta ‒Ya vengo‒ dijo corriendo por el pasillo subiendo enérgica uno a uno los escalones.

‒¿Cómo se te ocurre hacerle esto a nuestra hija?‒ reclamo la madre pendiente de que su hija no la escuchase.

‒Lo único que hago es protegerla y enseñarle el mundo al que pertenece‒



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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