El Contrato de las Almas Ⅱ

El calor era abrigador, cada centímetro de su cuerpo estaba acogido por el fulgor de una llama dentro de una urna de cristal, ella danzaba sin perder intensidad ni brillo, cuando el frío aumentaba el fuego también, el invierno afuera era duro sin clemencia para nadie, llevaba décadas nevando desde lo que cualquiera pudiese recordar, se había vuelto una parte del mundo donde la nieve cubría cada rincón y las piedras negras dominaban el ambiente, tampoco se escuchaba animal alguno o sonido que no fuese la del viento silbando entre el bosque.

La oscuridad batallaba con la luz de aquel fuego mágico, dentro de la urna de cristal el fuego no necesitaba algo para consumir y quemar, solo la fuerza del sigilo dibujada en la pared de la misma.

Sara sintió el cuerpo ligero, el calor era cómodo para sus sentidos y la sensación que este emanaba era acogedor a contraste del suelo de piedra negra donde descansaba.

Sobre ella se desplegaba un ala de un par de metros de largo, el plumaje era suave al tacto, pero firme en cada filamento, las plumas eran de distintos tamaños organizados en hileras que dividían el ala por zonas con plumas más grandes, algunas suaves, otras ásperas y firmes, tenían un brillo intrigante el tono negruzco como la noche fácilmente podía confundirse con la oscuridad si se llegasen a extender.

Se removió un poco, no quería perder la comodidad de donde descansaba, apenas palpable movió sus manos levemente a través del plumaje que la cubría ‘Primarias’ musito imaginando en su mente la forma de la pluma que acaba de rozar, unas plumas extensas al final ‘Secundarias’ susurro al recorrer con su mano las plumas más cercanas a su cuerpo ‘Cobertoras’ pensó al sentir las plumas más suaves que jamás haya tocado. Era la primera vez que tenía en frente un ala enorme capaz de cubrirla por completo todo aquello parecía un sueño, aunque de alguna manera conocía la anatomía del plumaje sabía que las había escuchado antes solo que no recordaba con precisión, el calor la abrigaba por completo acompañado de una oscuridad total y el ala de un ángel cubriéndola, si esto era un sueño seria uno del cual no deseaba despertar.

Recorrido el ala con sumo cuidado extendiendo varias plumas admirando su silueta a través de la luz de un fuego que no crepitaba y que solo ardía.

Cada pluma era suave al tacto, pero firme para resistir ser doblada, Sara paso la yema de sus dedos por el filo de las plumas más largas, lo que provocó un corte fino en su piel, provocando que lo retirara de inmediato mientras un hilo fino de sangre brotaba de la herida.

Recordó la batalla entre Andrés y Géminis cuando usaba sus alas como escudo, recordó la vez que cayeron del edificio y él había usado su ala para protegerla, la sección de las cobertoras internas tenían un plumaje suave y firme al tacto, mientras que las cobertoras primarias poseían plumas firmes y filosas, las alas de un ángel era toda una nueva sensación.

‒Raquel‒ dijo recordando lo que habían pasado, la nieve, la madre de Oliver y su novia Zoé, ellos engullidos por la oscuridad.

Retiro con cuidado el ala sobre ella, teniendo especial delicadeza con las plumas exteriores, cuando intento levantarse sintió que algo aprisionaba su camisa, la luz de la llama iluminaba apenas una mano que se aferra a su camisa, la mano de Géminis.

‒¡Sara!‒ dijo Raquel acercándose rápidamente quien parecía haber estado sentada en frente de ellos ‒¿Me escuchas, estás bien? ¿Puedes salir?‒ pregunto mientras revisaba su cuerpo de hito a hito.

‒¿Qué paso?‒ dijo Sara saliendo con soltura debajo del ala, sus ojos se ajustaban a la luz de la llama, no se escuchaba la nevada, apenas podía ver sombras geométricas que danzaban al ritmo del fuego.

‒Ya te explico lo que paso, primero tenemos que atenderte‒ dijo Raquel revisándole la espalda, regreso la mirada suspirando profundamente ‒lo que me temía, Sebastian tiene razón‒

‒¿Razón? ¿Sobre qué tiene razón?‒

‒Vamos te lo explico en el camino‒ suspiro Raquel

‒¿Qué pasará con Géminis?‒

‒Sebastian dijo que estaría bien que lo que necesita ahora es dormir, vamos que tengo que atender tu herida‒

Géminis respiraba profundamente parecía necesitarlo, su rostro estaba en calma las facciones gruesas se relajaron, el entrecejo descendió a una expresión entre la tristeza y un recuerdo.



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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