Ⅵ

‒Con… Cuidado‒ dijo Raquel quitándole la camisa a Sara evitando que la herida en su espalda sufriera algún otro daño.

Sara gimió de dolor, la herida en su espalda estaba fresca a pesar de haber sanado antes.

‒¿Cómo es posible que vuelva a tener la misma herida en el mismo lugar?‒ pregunto Sara mientras desabrochaba su pantalón.

‒Sebastian cree que tiene que ver con el contrato de las almas, el cual hiciste con Géminis‒ Raquel acomodo la camisa ensangrentada a un lado viendo con el rabillo del ojo la cicatriz en el vientre de su amiga ‒en realidad no puedo creer que lo hayas hecho tal locura ¿En qué estabas pensando?‒

Sara no dijo nada solo se limitó a desatar sus zapatillas, ella también se hizo la misma pregunta varias veces ‒En verdad no lo sé‒

‒Ya me contó Sebastian de la pelea que tuvieron en el bosque, no puedo creer que Andrés haya sido capaz de eso, cuando me dijo lo que había pasado en verdad pensé que no saldríamos vivos de ahí‒

‒Todo esto es muy complejo apenas puedo creer que mis padres sean cazadores, que la vida que he tenido solo era una fachada‒

Sara estaba completamente desnuda en medio de una regadera, la baldosa que cubría las paredes era extraña no parecía porcelana eran como cuadrados hechos de cristal de un color azul marino, que aportaban iluminación, era agradable sentir el vapor que se desprendía del agua de la ducha que ya hace vario rato caía sobre ellas.

‒Ven, siéntate aquí mientras reviso tu herida‒ dijo Raquel señalando la esquina de la tina donde Sara tomaría el último baño y donde revisaría con mejor soltura la herida en su espalda ‒con cuidado déjame limpio un poco‒ acerco una gaza sacada de algún cajón del cuarto de baño.

Sara sintió el agua descendiendo de su cabeza, recorriendo su rostro, terminando en todo su cuerpo, la sensación era agradable su cuerpo sentía paz y calma mientras la punzada en su espalda aumentaba de intensidad.

‒Auch‒ dijo Sara repentinamente.

‒Perdón, es muy extraño, la herida es idéntica a la misma que tuviste cuando nos reunimos, exacta en su forma, su tamaño, en todo, juro que en el auto habías sanado por completo no tenías ni un solo rastro de esta herida‒

Raquel limpiaba la sangre seca que rodeaba la herida, procurando tocar lo menos posible la herida abierta, se podía ver parte de la piel abierta, músculos y algunos ligamentos era como ver a través de la piel, a pesar de todo se asombraba de que Sara no se quejara o mostrara rastros de dolor, cualquier persona con una herida así se estaría retorciendo del dolor.

‒¿Qué paso mientras dormía?‒ pregunto Sara ante la incertidumbre ‒Oliver, Zoé y Amelia. ¿Qué pasará con ellos?‒

‒Sebastian dijo que no teníamos que preocuparnos por ellos, que la casa resistiría lo que fuera y que estarían bien, aunque posiblemente jamás los volvamos a ver‒

‒¿Y eso por qué?‒

‒No sé en realidad, solo dijo que a veces la gente se aleja de él y a veces es para siempre, es medio complicado entender cuando está diciendo algo en serio y cuando no está dramatizando mientras lo dice‒

Raquel notó finas líneas que cubrían el cuerpo de Sara, líneas que formaban complejos símbolos y cuyo color marfil se perdía en su piel.

‒Esto es‒ dijo Raquel recorriendo con su dedo una de las runas ‒¿El contrato?‒

Sara agachó la mirada se sentía avergonzada, había tomado una decisión muy extrema y ahora esta quedaría marcada en su ser para siempre, las runas sobre su piel y la cicatriz que le atravesaba el vientre y la espalda, la misma herida que tenía Géminis.

‒Eres una impudente Sara, pudiste haber muerto‒ miro Raquel con tristeza la cicatriz en la espalda de su amiga.

La herida en la espalda de Sara sanaba a gran velocidad, por lo que en un par de horas estaría sana por completo, hasta que todo tomara una tranquilidad, Raquel le conto sobre Orión y el lugar donde se encontraban.