El Contrato de las Almas Ⅱ

ⅩⅣ

Sebastian colocaba el último engranaje de la máquina, le tomo dos días enteros ir pieza por pieza entre limpiar el aceite acumulado y el polvo que se posaba en cada centímetro, aunque las últimas fueron un poco más complicadas a causa de la charla que tuvo ayer con Orión.

‒Revise una a una las runas usadas en el contrato‒ dijo Orión pensativo ‒están creadas de una manera que no logro entender, quienes las hayan creado sabían a lo que se arriesgaban, aun así, te atreviste a usarlas a pesar de que todo pudiera haber salido mal‒

‒No iba a salir mal, yo…‒ titubeo Sebastian ‒yo las vi, vi que funcionaban en ellos‒

‒Eso no quita el hecho de que una de las probabilidades haya salido bien, nadie sabe mejor que tú que te lo estabas arriesgando todo ¿Qué hubiese pasado si no funcionaban? Arriesgaste la vida de una chica inocente que no debería estar aquí solo para salvar la vida de tu mejor amigo, no comparto tus métodos, pero no es la manera para mantener a la gente a tu lado, además…‒

Esa última palabra estremeció el interior de Sebastian, Orión sabía exactamente la causa.

‒Hay unas runas ocultas, unas cuya función sabemos exactamente tú y yo para qué sirven, fuera de las usadas para el contrato estas– miro de frente a Sebastian ‒¿Tienen algún propósito?‒

La pregunta se quedó en el aire, ya que no era necesario una palabra más para saber a lo que se refería.

‒No sé exactamente qué es lo que quieres hacer, pero esta no es la manera, espero que tus decisiones sean correctas y no tan solo un capricho para salvarla a ella (refiriéndose a su amada petrificada). Ellos no tienen nada que ver con tu propósito, así que asegúrate de que el único que salga perdiendo en todo esto seas solamente tú‒

Poco después Orión salió de la habitación dejando a Sebastian quien mantenía la cabeza agachada, no tenía la fuerza ni la valentía para mirarlo a los ojos.

Eran cerca de las 5 de la mañana, afuera la tormenta no cesaba en su intensidad, se podía palpar el helar a un milímetro de la ventana de cristal y no era necesario ser un experto para saber que afuera la temperatura estaría bajo cero, los ventanales encantados con las runas de Orión soportaban el azote del viento y la nieve, y la piedra negra era inmune a su toque, pero si a su helar.

Se escuchó un bufido de alguien en alguna parte dentro de la nave, Sebastian se levantó y siguió el musitar de unos enojos y frustraciones, atravesó un pasillo hasta llegar a la puerta cerca de los dormitorios donde descansaban las chicas, pero Sara estaba en la habitación contigua con una copa de cristal entre sus manos, sobre la piel de cristal se dibujaba la runa de Orión.

Sara miraba con atención la runa creada por la yema de su dedo, aunque no era totalmente clara, podía notar las leves energías que su alma dejaba dibujada en ella.

‘Rómpete’ pensó con la mirada fija en la runa, entrecerró los ojos e imagino que la runa quebraba la copa, después de unos minutos no pasaba nada, y en cambio se sentía cansada.

‒Las runas‒ interrumpió Sebastian en voz baja.

Sara se respingó en el asiento, volviendo a la realidad y mirando a quien la había asustado de repente.

‒Lo estás haciendo bien, pero lo estás aplicando mal, mira– se acercó a Sara tomando la copa en sus manos ‒las runas no tienen que crearse de golpe, ellas fluyen como tu alma, cuando estuvieron en el círculo que creó Orión tuvieron el tiempo de sentir su alma en especial el palpitar de sus corazones, esto básicamente es lo mismo las runas solo son un conducto como las venas para la sangre, pero lo que impulsa que funcionen es el latido del corazón, algo que lo hace sin que tú seas consciente o sin que pudieras controlarla, es automático tu corazón late porque mantiene vivo tu cuerpo y aunque no puedas detener un solo latido, puedes acelerarlo o frenarlo ahí radica el poder para los cazadores‒

Sebastian tomo una copa de cristal, miro la piel de cristal sin una sola mancha, era totalmente liza y pulcra.

‒¿Cómo podría hacer que funcione? ¿Si no depende de mí entonces de qué?‒

‒Me desviaré un poco, pero te contaré un secreto, los ángeles podemos usar mucha energía de nuestras almas y tener habilidades por las alas, digamos que es como tener una batería enorme en la espalda, nosotros no estamos vivos, pero lo estuvimos una vez así que nuestra naturaleza jamás desaparece solo se transforma, y para que podamos usar las runas las alas nos dan esa chispa para que encienda y todo funcione, si no los ángeles seriamos simples soldados que vuelan‒

‒Tus alas…‒ Sara intento sonar amable ante la pregunta que sería incómoda en todo sentido.

‒Mis alas me las arrancaron así que digamos que estoy en cortocircuito, puedo usar las runas, pero el riesgo es saber si funcionaran o no, y hasta ahora hemos tenido la suerte de que funcionen‒ sonrió nervioso.

‒¿Qué pasará con Géminis?‒ añadió Sara, aquella pregunta le rondaba en su cabeza desde que supo que por ningún motivo podría usarlas y como esto influiría en él.

‒Él es un caso muy diferente, aun cuando tenía sus alas su bendición era su maldición, ahora no tiene una de ellas, y el contrato de las almas ha cambiado todo su ser por completo, aunque ya verás que no tener alas no es del todo malo en especial para él, siendo sincero es como vivir de nuevo‒



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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