‒Bien ahora no pierdas el ritmo, moldea tu alma no es algo físico, lo sientes en cada latido‒ indico Sara en los trazos que Raquel dibujaba, aunque al final no llego a pasar nada, ni el más leve rasguño en la piel del cristal.
Habían dormido hasta la tarde y apenas se despertaron, retomaron el entrenamiento.
‒No es tanto así, lo que te enseñe a ti no aplica en ella, lo de los latidos es fácil en ti Sara, porque no implica solo sentir cada palpitar tu percepción de las emociones y los sentimientos es más refinado, en el caso de Raquel ella va un poco más lento porque es alguien normal‒ acompaño Sebastian quien las miraba en un inicio sus prácticas.
Raquel frunció el ceño con aquellas últimas palabras, “alguien normal” dichas por alguien más podría ser pasable, pero siendo Sebastian quien las decía significaba insignificante si pudiéramos decirlo de una manera amable.
‒Ya porque eres un ángel ¿Crees que eres mejor que nosotros?‒ interrumpió Raquel.
Sebastian dejo las cajas que cargaba de lado a lado acomodando las herramientas de Orión, se colocó en frente de Raquel hasta que sus miradas quedaron a un palmo de distancia, Sara sintió la tensión, la de Raquel con unas ganas furibundas de lanzarle una bofetada si Sebastian se acercaba así sea un milímetro, tensaba la mirada como si quisiera atravesarlo de lado a lado.
‒A esto me refiero‒ dijo separándose de Raquel y colocándose en frente de ambas ‒seguro sentiste las emociones de Raquel ¿verdad?‒ se dirigió a Sara ‒esa percepción de los que te rodean es natural en ti, es como sentir el sol, palpar el aire, pero aún te falta mucho para saber de qué está compuesto cada una de ellas, las emociones son volátiles e impredecibles y eso me lleva al siguiente punto‒ se dirigió esta vez a Raquel ‒cuando estaba enfrente de ti tenías ganas de abofetearme ¿cierto? Por el comentario de “alguien normal” puedo asegurar que si‒
Raquel se mantuvo en silencio era verdad cada palabra, enfurecía al sentirse menos preciada en este mundo oculto, o era ella misma quien se saboteaba al verse insignificante frente a cosas que una vez considero magia barata, una ilusión de espejos.
‒Tus emociones son explosivas y espontaneas, no es malo, pero necesitas controlarlas, usa ese enojo que tienes para plasmarla en la runa, con cada palpitar dale forma a tu alma, con las emociones que quieras, pueden…– se dirigió a ambas ‒pueden usar todo tipo de emoción para crear una runa, siempre y cuando sean emociones fuertes no en un sentido de enojo, ira, venganza, decepción, pueden usarlas sí, pero hay un abanico de emociones que pueden sentir, la tristeza vuelve a una runa torpe y lenta, la alegría puede darte energía y vitalidad como la runa “forte”, y podríamos seguir así un buen rato, pero estas cajas no se moverán solas‒
‒Si quieres podríamos ayudarte para que acabes pronto y seguir practicando‒ sugirió Sara.
Sebastian ladeo la cabeza negando la oferta ‒Ustedes necesitan aprender a usar las runas y la fuerza de sus almas, presiento que habrá mucho por hacer cuando tus padres estén aquí y sería bueno que estuvieras preparada para lo que se viene‒
‒¿Para lo que se viene?‒ terció Raquel confundida ‒¿Acaso sabes lo que va a pasar? ¿Tu habilidad es la de presentimiento?‒ dedujo Raquel
‒No es por eso‒ aclaró Sebastian ‒¿Qué harán cada una después de salir de aquí?‒
Sara y Raquel pensaron en silencio durante unos segundos, cada una con una perspectiva opuesta, Sara quería preguntarle a sus padres porque ocultarle lo que era en el fondo, porque decidieron esto por ella y un millar de dudas que podrían haber contribuido a su ruptura, por el otro lado Raquel quería saber de sus padres, quería escuchar la voz de su madre y el regaño de su padre por las aventuras que tomaba siempre, irse con ellos, desentrañar este mundo oculto y quitarse el miedo que había nacido en su interior al sentirse pequeña ante la magnificencia de lo que le rodeaba.
‒Daniel podría intentar desentrañar el secreto de tu curación‒ se dirigió a Sara ‒y a ti podría Gula querer tragarte de un solo bocado‒ aquellas palabras recorrieron el cuerpo de Raquel como una electricidad helada, Sebastian sabía que fue brusco, pero aquello era la realidad ‒sabemos que Daniel está aliado con los pecados y no tenemos idea hasta qué punto o de qué son capaces, por eso después de que tus padres vengan por ustedes las cuidaremos un poco hasta hablar con el arcángel David y reportarle lo que ha pasado‒ la voz de Sebastian endurecía ‒algo está sucediendo ahí afuera y es mejor que estemos preparadas para todo lo que pueda pasar‒
El silencio inundó el lugar después de sus palabras.
‒Perdón por eso‒ dijo Sebastian antes de alejarse con las cajas sobre sus manos, deteniéndose justo antes de cruzar la puerta ‒ninguna de ustedes es débil‒ dijo en voz baja ‒ambas han llegado muy lejos, más lejos que nadie‒ sonaba esperanzador ‒y eso asombroso, pero quiero que estén listas para lo que pueda pasar, entrar a este mundo siempre requiere de un sacrificio y les prometí a tus padres que te cuidara y quiero que sea una de las promesas que pueda cumplir‒ sonrió ‒en unos instantes estará el portal‒ concluyo para luego desaparecer por el pasillo.
Sara miró la pequeña grieta de su copa, limpio la runa sobre ella y la giro 180° grados hasta tenerla al otro extremo, se paró en el círculo mágico y concentro todos sus sentidos al igual que sus latidos en un único punto, sentía miedo, alegría, tristeza y un conjunto de emociones, si quería proteger a quienes amaba debía ser capaz de entender sus sentimientos y así volverlos un arma o un escudo.
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Editado: 05.12.2021