El Contrato de las Almas Ⅱ

El día paso tan rápido que cuando apenas las ganas y las energías fueron suficientes para la práctica, el velo del atardecer lo había cubierto todo, las velas cuyo crepitar era inexistente sobre sus lámparas empotradas en las paredes de la nave iluminaban todo a su paso, afuera la tormenta no disminuía su fuerza, el viento golpeaba el cristal de las ventanas, el frío se apoderaba de todos los rincones y la piedra negra se mantenía pulcra ante cualquier copo de nieve que se escabullera en su interior.

‒Comenzaremos con la espada‒ dijo Sebastian a Sara y Raquel ‒Géminis les enseñará la manera de dominarla y usarla, él es mucho mejor que yo con ella, no digo que no sepa usarlo, pero mi dominio es la lanza‒

‒Los ángeles‒ añadió Raquel con delicadeza ‒¿Los ángeles entrenan para pelear con una sola arma o las runas en sus cuerpos les permiten llevar más de una y contra quien nomas pelean?‒

‒Cuando te convierten en un ángel te entrenan en todo tipo de arte para la batalla con toda clase de arma, pero como sabes se nos prohíbe intervenir con la humanidad a menos que estén bajo el ataque de los caídos, de demonios u otro ser del mundo oculto, aunque eso pasa casi muy pocas veces, el pacto que existe entre las diferentes especies y facciones son como una tregua, además ninguno se atrevería a atacar al cielo, los principados y los arcángeles en especial David son uno de los peores, su fuerza como su manera de combate es imparable gracias a la tercera jerarquía se logró vencer en una guerra a los pecados‒

‒¿Caídos y demonios no son lo mismo?‒ terció Sara acercándose para tomar una espada y admirar con mejor claridad su diseño.

‒Los caídos son ángeles desterrados del cielo en la primera rebelión contra Dios comandados por Lucifer, aunque el resto de la historia ya se lo saben, en cambio los demonios son seres etéreos de otra dimensión, son como los susurradores, pero multiplicados por 10, no sé si vendrán del infierno o del tártaro, cuando estuve en esos lugares había otro tipo de espectros, pero bueno considerar el dominio después de la muerte es casi imposible de calcular en especial si cada religión tiene su propio “paraíso y su propio infierno”, los cazadores también pelean con demonios, ya que a veces son consumidos por los susurradores y viceversa ya de por sí en estos últimos años la balanza entre el bien y el mal se ha visto muy afectada‒

‒¿Por qué Dios no ordena que los ángeles acaben con los demonios y los susurradores? Si el mundo fue creado por él, ¿Por qué no nos protege o hace algo? En tu historia mencionas que de un día para el otro, todos los dioses Griegos desaparecieron sin dejar rastro, ¿Acaso eso tendrá algo que ver?‒ interrumpió Raquel.

‒Jamás he llegado a conocer a aquel a quien llamas Dios, y sí, es verdad que los Dioses y demás deidades del mundo desaparecieron de la noche a la mañana incluso creo que a él también le pudo haber pasado lo mismo, es todo un misterio. En la Ciudadela está prohibido la mención de su desaparición por eso, nosotros los ángeles solo recibimos órdenes y tenemos que cumplir aun si no quisiéramos, en el caso de la legión ellos sirven a cada arcángel y general, en nuestro caso obedecemos al arcángel David, su legión resguarda esta parte del mundo, pero solo manda a algunos cientos de miles‒ señalo a Géminis y a sí mismo ‒A nosotros nos ordenaron cuidar de tu ciudad‒

‒¿Solo dos ángeles para toda una ciudad?‒ Raquel preguntaba con frustración en su voz.

‒Para todo este país‒ aclaro Sebastian ‒los dos somos una excepción en el cielo, porque ambos hemos logrado recuperar la memoria de quienes fuimos una vez en vida, no sé lo que pasa cuando un ángel muere y creo que quienes nos ordenan tampoco lo saben si no ya nos abrían matado y vuelto a convertir en ángeles, la cuestión es que tampoco quieren que influenciemos a otros ángeles, por lo que se nos aparta del resto‒

Hubo un silencio por unos instantes, cada uno saco sus propias conclusiones mientras comprendía la manera en como funcionaba el mundo.

La tarde prosiguió lleno de preguntas que trataron de enfocar en la batalla, pero ambas no perdían la oportunidad para preguntar sobre el cielo, el infierno, caídos, demonios, pecados y todo ser de cuento que se le viniera a la cabeza, aunque Sebastian respondía a todas sus preguntas, resignado a que no se detendrían por un buen rato, se podía notar lagunas en sus memorias como si la fragilidad de un recuerdo fuese cubierta por la desavenencia del tiempo.

El día termino con la cena donde todos tomaron asiento disfrutaron de una tranquilidad efímera.

Sara sostenía la espada hecha de oricalco, podía sentir una especie de electricidad que fluía por la hoja atravesando toda la cuchilla hasta acumularse en el mango, a pesar de lo vieja que se veía la espada su fuerza al igual que su resistencia eran inmutables, la sentía como una parte de su ser capaz de cortar el aire en dos si se lo proponía, imagino a sus padres blandiendo sus propias armas peleando conjuntamente contra todo ser maligno siendo los dos contra el mundo, aunque la duda del por qué se habían separado a pesar de ser un dúo que se complementaba seguía en su cabeza clavada en un rincón de incomodidad.

‒Creo que me quedaré con el arco‒ susurro Raquel acercándose a ella.

Raquel sabia muy poco de armas en especial de las forjadas con oricalco o algún material mágico, en sus fugas por el mundo se había topado con un millar de culturas y religiones, gente buena y mala, pero siempre con su espíritu aventurero en el equipaje. Le gusta conocer el mundo, pero que el mundo no la conociera del todo, podía estar en la mañana cerca de la base de una de las pirámides de Egipto y en la tarde descansar en las orillas del mar en el caribe, o bueno eso era lo que quería hacer algún día, no buscaba nada en especial solo conocer y llenar su vida con tantas experiencias que le faltaría más vida para abarcarlas todas.



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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