El Contrato de las Almas Ⅱ

‒Con firmeza‒ dijo Géminis blandiendo su espada en defensa ‒tus ataques deben ser precisos, cada uno debe ser el último, apóyate en tus piernas para mantener el balance de la espada mientras esta toma impulso, tus brazos deben ser como la palanca que soporte el giro mientras tus manos la guían‒ detuvo con un estrepitoso golpe el mandoble de Sara.

Llevaban 4 días practicando y todo lo que se tenía que decir y las dudas a despejar se había quedo atrás en el primer día, apenas descansaron por algún motivo el entrenamiento era obligatorio. Sara sentía el cansancio en sus brazos y el pesar en sus hombros al blandir la espada, Raquel tomo más confianza con el arco y flecha, por lo que su entrenamiento se centró en usarlos con facilidad y soltura, aunque también había sufrido los efectos del cansancio en su cuerpo.

‒Levanta más la espada, apuntala a mi cuello si es posible‒ repetía Géminis siempre que la hoja bajaba a causa del cansancio en Sara.

Sara sentía el sudor recorriendo su frente hasta empapar su camiseta, su cuerpo le rogaba un instante de descanso, los brazos le ardían de dolor, al igual que la espalda y muchos músculos más empleados en el manejo de la espada y la lanza, Sebastian insistió que practicara con ambas armas así mientras uno de los dos pueda caer en batalla, ella podría tomar su arma y continuar con el ataque o la defensa.

En las mañanas practicaban con la runa de Orión en las copas de cristal, la grieta en ellas crecía apenas notoria, pero para ambas esa ya era una victoria, por las tardes continuaban con el entrenamiento en armas Géminis por alguna razón se lo tomo personal especialmente con Sara con quien su vocabulario se amplió no solo dos que tres palabras, aunque lo que ahora hablara fuesen técnicas y órdenes de cómo mantenerse en pie en batalla, posturas de combate, maniobras evasivas y demás.

Con Raquel fue diferente en ella se enfocaron en el uso del arco y flecha, por lo que ahora debía dominarlo a su manera “Tienes que aprender a tensar la cuerda lo más fuerte que puedas” dijo Sebastian antes de dejarla por su cuenta, cosa que no la agrado mucho, pero que tenía que hacerlo sola.

‒Descansa un poco‒ dijo Géminis notando la respiración errática de Sara y el temblor en sus manos.

‒No importa, quiero seguir‒ respondió ella tomando una bocanada de aire tan profunda que le lleno sus pulmones por completo ‒estoy bien, solo sigamos‒

‒Apenas puedes pararte‒ corto Géminis con su tono neutral y una pizca de orden.

‒Puedo seguir, apenas hemos entrenado y mañana nos iremos de aquí, mis padres no se han comunicado conmigo así que quiero estar lista cuando vaya en su búsqueda‒ dijo Sara plantando con firmeza sus piernas e irguiendo su espalda.

Géminis lanzo un mandoble directamente a la hoja de la espada que sostenía Sara con firmeza.

Sara sintió al instante el chasquido metálico entre las espadas, sintió el temblar de su espada que se desviaba a un lado jalándola en el impulso del mandoble, estuvo a punto de soltarla, pero se aferró a ella con las pocas fuerzas que le quedaban.

Apretó ambas manos a la empuñadura, sentía el ardor de las callosidades y las heridas en sus palmas, Raquel le reprendió por no tener cuidado, aunque la mayoría de su desquite fue en contra de Géminis por ser un ser insensible y un mal maestro.

Antes de que pudiera reaccionar otro mandoble fue lanzado, esta vez Sara sabía que posición tomar, una defensiva para detener en seco el mandoble que se dirigía a su cabeza, la presión era fulminante su mano derecha tembló varios segundos mientras la corriente por el ataque le atravesó el brazo, estaba exhausta apenas podía mantenerse en pie.

‒Debes entender que las cosas no se aprenden de la noche a la mañana– dijo Géminis bajando la espada ‒las aprendes con el tiempo y no de una sola vez, que por tus venas corra sangre de cazador no significa que seas una, “no perteneces a este mundo”‒ más que una enseñanza las palabras de Géminis se agolpaban como un regaño y desprecio hacia un niño que apenas aprendía a caminar.

Sara enfureció, le enojaba ser menospreciada y que consideraran de ella una carga, con la misma fuerza que mantenía apretado el mango de la espada, la blandió en dirección a Géminis un ataque frontal sin buscar aberturas, sentía ira en su interior una ira que la consumía lentamente devorando todo su ser, odia ser menospreciada, odia que la vean como una niña o una princesa a la que deben salvar, odiaba a Daniel por encerrar a sus padres, a Gula por intentar comerse a su amiga, a los pecados por haberle causado tal daño a Andrés, se odiaba a sí misma por ser débil.

El primer mandoble de Sara choco contra la espada de Géminis quien esperaba su ataque, el siguiente ataque cambio de dirección muy pronto después de ser lanzada, un tajo por la izquierda que fue desviado por Géminis.

No hubo palabra alguna solo ataques llenos de energía y odio.

Géminis se dejó llevar por la soltura de sus ataques, de alguna manera esperaba que sus palabras mermaran la mente de Sara, algo que salió a la perfección.

‒¡Impulsa tu cuerpo!‒ dijo Géminis ‒¡No te detengas!‒ ordeno mientras los impactos de sus espadas se volvían erráticos ‒Usa el impulso de cada ataque no pierdas tiempo en cambiar de dirección‒ dio un paso atrás al sentir que los ataques de Sara aumentaban en fuerza ‒¿Quieres protegerlos a todos?‒ inquirió al tomar posición de defensa ‒¿Quieres que nada les pase por un error o por tu error?‒



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En el texto hay: misterio, ficcion, sobrenarutal

Editado: 05.12.2021

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