Los días pasaron de uno en uno hasta convertirse en semanas, Sara fue dada de alta después de pasar los exámenes médicos, favorablemente su recuperación era lenta sin ninguna novedad menos aún de algún efecto secundario, era algo asombroso a los ojos de los expertos que estudiaron su caso.
–Debe regresar una vez por semana– había mencionado el doctor Daniel cuya mirada siempre ocultaba algo más detrás de las intenciones de los exámenes médicos, Sara tenía la intuición de que algo en los exámenes que revisaba no fuesen suficientes o que algo faltase en ellos, siempre tenía una mirada sombría como si desentrañara un misterio por resolver.
–¿Un fantasma?– dijo Raquel sin poder creer la historia que Sara le acaba de contar, provocando que volviera del mar de sus pensamientos en los que Sara caía con frecuencia últimamente, le relato cada detalle hasta la última vez que vio a aquel muchacho jugando con Danna a las escondidas.
Sara le contaba nuevos detalles de las cosas que sucedieron desde el accidente, hasta el encuentro de aquel chico misterioso, miraba a veces su brazo enyesado, habían regresado a clases con ayuda de un justificativo médico, el cual también le otorgaba un pase para poder salir de clases ya sea por algún malestar o una urgencia médica y aunque iba atrasada en todas las materias y deberes, siempre se tomaba el tiempo del receso para hablar con Raquel.
–Lo más extraño fue que después de ese día todo fue calma, no volví a verlo y tampoco tuve esos sueños extraños, ni recuerdo haber vuelto a sentir aquel impulso que me llamaba, era como si nada hubiera sucedido– concluyó Sara.
Raquel la miro extrañada a veces dudaba en creer lo que le relataba, tomándolo como un desvarío causado por la anestesia, las pastillas o la idea de que todo era una ilusión a causa de las contusiones del accidente, sea como sea, sus palabras transmitían una seguridad férrea e indudable.
–Sé que no me crees, nadie lo haría– dijo Sara mirando la duda en rostro de Raquel –lo que te acabo de contar suena a algo salido de la fantasía de algún loco, nada concuerdo, pero todo lo que te he dicho es la verdad–
–Te creo y eso es lo que no puedo creerlo– respondió Raquel aceptando la posibilidad.
Varios chicos pasaron a su lado cargando libros de varios tamaños y grosores, el Instituto se llenaba de jóvenes que corrían alcanzando por segundos sus respectivos salones.
Raquel miró al cielo tratando de procesar toda la información.
–Disculpen– dijo una voz gruesa apareciendo por detrás de ellas.
Ambas giraron encontrando a un hombre alto con un abrigo negro y largo, una camisa con su respectiva corbata algo desaliñada de color negro y pantalones casuales.
–Discúlpenme, estoy buscando a la señorita Sara– dijo sacando de uno de sus bolsillos de su abrigo una identificación.
Raquel señaló con el dedo en dirección a Sara, ella le devolvió una mirada de asombro por la traición.
–Soy el detective Iván y quisiera hablar usted a solas si es posible– se dirigió a Sara, luego a Raquel.
–No te preocupes, estaré cerca si me necesitas– sonrío Raquel acomodando sus cosas junto a Sara para después alejarse tan pronto como pudo.
Sara negó con la cabeza mientras veía a Raquel alejarse unos metros hasta tomar asiento en una banca enfrente de ella. El detective esperó en silencio hasta notar una prudente distancia.
–¿En qué le puedo ayudar?– dijo Sara confundida mientras miraba los detalles grabados en la identificación de aquel hombre.
–Necesito que me cuente todo lo sucedido el día de su accidente– dijo el detective rebuscando algo entre los bolsillos de su abrigo, al poco tiempo saco una libre desgastada por el uso, con varias hojas salidas de su lugar y manchas especialmente cafés.
–No recuerdo mucho de lo que sucedió y lo poco que recuerdo son como borrones sin sentido ¿Acaso sucede algo?– peguntó Sara al sentir que el detective buscaba algo en específico y no solo escuchar una historia sobre un accidente de los muchos que habría tenido que investigar, algo no andaba bien le dijo su presentimiento.
–Nada en especial, solo necesito confirmar algunas cosas referentes al accidente que tuvo– El detective pasaba su mirada de la libre a Sara y viceversa, como si tratara de unir cabos.
–Se lo he dicho todo a la policía– aquello era casi cierto, era verdad que los momentos del accidente eran un borrón en su memoria y en el parte médico, así como policial, las causas del accidente variaron desde un desprendimiento de roca de los acantilados cerca de la carretera, árboles caídos, hasta animales salvajes que pudieron saltar en frente de la camioneta mientras trataban de cruzar, todas esas teorías fueron negadas una a una, poco tiempo después. Raquel realizó su propia investigación y en el accidente no hubo rocas desprendidas, árbol alguno ni señales de animales muertos cerca del accidente, por eso le costaba un poco creerle en la parte del ser alado y de que una persona arrancara la puerta como si de papel se tratase –Acaso ¿Usted también piensa que me lo estoy inventando?–
Sara tenía suficiente con los cuchicheos de las enfermeras, no entendía por qué odiaban a su madre de una manera hipócrita y de paso a ella por ser su hija, supuso una rivalidad que su madre jamás había mencionado, pero lo que más le molestaba era escuchar que la causa de su accidente fuese porque ella estuviera ebria o con algo encima, que por ello no tenía percepción de la velocidad en la que iba y por ende lo de su accidente.