Sebastián sacó con dificultad un par de gasas del bolsillo de su pantalón, el paquete que las envolvía estaba perforado, lo que provocó que terminaran totalmente mojadas, pero aún servirían lo suficiente para cubrir las múltiples heridas que le había provocado aquella bestia.
Partió en varios trozos la gasa, debía ser rápido, ya que la pérdida de sangre lo empezaba a marear, cuando tuvo una buena cantidad de pedazos de varios tamaños dibujo con su sangre algunas runas encima de la tela, debía ser preciso y delicado con cada trazo para que su propósito curativo sea completo aun cuando la sangre se difuminaba por el agua, las runas eran de trazos diferentes algunas grandes e intrincados, mientras otras eran formadas apenas por un par de líneas, las gasas con runas de trazos grandes y complejos iban en las heridas grandes y profundas, mientras que las heridas leves se cubrían con las gasas de trazos simples, después de cubrirlas todas apoyo la espalda fuertemente contra el asta de su lanza, agacho la cabeza mientras apoyaba sus brazos en el piso susurrando una plegaria. De las gasas empezaba a salir vapor acompañado del sonido del agua al evaporarse al contacto con el hierro al rojo vivo. Sebastián arrugó el rostro y cerro los puños fuertemente, el dolor era insoportable.
Poco después, con las heridas cauterizadas en su mayoría y otras levemente sanas, intento levantarse con dificultad, su amigo estaría luchando con varios lobos él solo, conocía lo testarudo que era y la manera en que manejaba las cosas, los susurradores lo atacaran en manada si es posible, su fuerte era pelear en grupos numerosos. Cuando se recuperó un poco limpio los restos de gasas de su piel, algunos se habían secado casi al instante, por lo que se despegaban con facilidad mientras otros se habían pegado a su piel, no había tiempo para retirarlos, reviso su cuerpo en búsqueda de alguna herida que se le haya pasado por alto al no encontrar ninguna tomo con ambas manos la lanza por el asta y la arranco de un tirón con todas sus fuerzas.
Salió de la piscina en busca de su amigo o de la chica, ‘lo que gritara primero’.
Se encontró en la intersección de los tres pasillos con forma de T, el pasillo a su izquierda estaba en completa oscuridad interrumpida por algunas luces fluorescentes que titilaban negándose a morir, recordó el fuerte golpe contra las puertas y como terminaron desencajadas aplastando a uno de los susurradores junto a las sombras de varias chicas alejándose por el pasillo de la derecha por lo que decidió seguirlo a toda velocidad.
Cruzo varios pasillos hasta dar con una hilera de salones con las mesas y los lockers lanzados por todas direcciones, la puerta de uno de los salones se abrió lentamente sin crear sonido alguno, Sebastián se acercó con cautela empuñando la lanza con la cuchilla en frente lista para atravesar todo aquello a su paso, acerco la cabeza al marco de la puerta para ver el interior del salón, dentro de ahí no había nada ni nadie, cuando estaba a punto de salir algo cayó de una de las mesas, no supo que era, pero debió de ser algo metálico por el sonido. Entró con la sensación de que se había equivocado.
Sin previo aviso, se escuchó el azote de varias mesas provenientes del corredor exterior, acompañado de la caída abrupta de los lockers junto al grito de una de las chicas. Una de las mesas fue lanzada en su dirección, sin pensarlo dos veces, Sebastian dio un salto, apartándose a últimos segundos de que este se estrellara contra él.
Un susurrador con la forma de un lobo apareció de entre las sombras, gruñó mostrando los colmillos mientras su lengua los relamía, dio dos pasos mostrándole las garras qué destrozaron todo a su paso, Sebastián no le quitaba la mirada de encima debía tener cuidado.
La bestia se lanzó con tal brutalidad que todo a su paso termino expulsado en varias direcciones, traía las garras por delante rozando por centímetros el torso de Sebastian, era demasiado rápido, apenas podía esquivarlo de no ser así, terminaría atravesado por esas garras en forma de dagas. El impulso y la fuerza del susurrador eran tal que termino estrellándose contra la pared, se incorporó casi al instante y agitó su cuerpo quitándose el aturdimiento y volvió a atacar, Sebastián detenía las garras con su lanza mientras trataba de encontrar la oportunidad para encajarle la cuchilla en el cuerpo era el único método para acabar con ellos.
El aturdimiento volvió a su cuerpo, la adrenalina que lo mantenía consciente empezaba a agotarse y las heridas que aún no habían sanado del todo se abrían con cada movimiento brusco, las heridas sangraban, lo que provocaba qué se sintiera mareado por la pérdida de sangre, miro a su alrededor buscando algo que lo ayudará, la bestia lo seguía con sus ojos majestuosos llenos de la lujuria por la caza.
Logró alejarse hasta apoyarse en un par de lockers, de uno de ellos cayeron varios tanques de oxígeno, Sebastián lanzo hacia la bestia algunos de estos tanques con la intención de golpearlo, pero fallo en todos sus intentos, ninguno llego siquiera a rozarlo, la bestia mostro los colmillos a modo de burla por el fallido intento, se acercó despacio quería disfrutar el momento de debilidad de un pobre idiota desesperado.
Sebastián arrojó su lanza, el susurrador ni siquiera se movió al notar como la lanza era arrojada a un lado de él.
La lanza cayó de lleno sobre algunos tanques golpeando la válvula de uno de ellos, esto provocó que se saliera de su lugar causando que el cilindro viajara impulsado por la presión, llevándose consigo al susurrador que se estrelló contra una de las paredes del salón, era tanta la presión del tanque que provocó una explosión cuando se estrelló contra la pared, esto no mataría al susurrador, pero si lo debilitaría lo suficiente como para planear un siguiente ataque, lo que no tenía previsto Sebastian era que los demás tanques explotarían junto al primero.