El Contrato de las Almas

VIII

–Sarita– susurró la madre mientras retiraba varios mechones de cabello que cubrían el rostro adormilado de su hija.

Eran cerca de las 5 de la mañana cuando su madre subió a la habitación, no había dormido en toda la noche –No tienes de qué preocuparte, nos encargaremos de cuidarte a ti y a tus amigas– dijo acariciando su mejilla.

Sara no pudo dormir bien a causa de lo vivido esa noche y la preocupación que sentía por sus amigas, en especial por Raquel ‘¿Será verdad lo que dijo ese chico de que Raquel estaría bien?’ La imagen de su amiga herida e inconsciente a causa de no haber hecho caso a su presentimiento, si tan solo se hubiera negado no habrían pasado por aquello y Raquel no estaría herida, también tenía el problema de que cuando cerraba los ojos podía ver la mirada de los lobos unos ojos majestuosos sedientos de sangre.

Se preguntó si todo esto era real, varias ideas surgieron de lo profundo, desde las más normales hasta las más alocadas, qué incluían ovnis, ángeles, demonios y muchas más criaturas sobrenaturales, hasta llego a pensar que ella estaba en coma después del accidente de qué todo lo que estaba viviendo solo era un simple sueño. Las ideas iban y venían al igual que las teorías más locas, al cabo de unos minutos caía dormida sin darse cuenta.

–Tienes que escucharme– dijo la madre moviéndola con cadencia para qué despertará. 

Sara abrió los ojos lentamente, estos reflejaban cansancio de esas que necesitaban una semana entera bajo las sábanas para recuperarse.

–Hace poco estuve hablando con los padres de tus amigas, ellos están ahora en el hospital y todas están bien y sobre Raquel tengo una amiga enfermera que la está cuidando personalmente y me ha dicho que está fuera de peligro, solo tiene un par de golpes y un corte en su cabeza que requerirá un par de puntos–

–Gracias por cuidarlas– dijo Sara abrazándola, su cuerpo no había pesado tanto desde la cirugía y ahora sentía un alivio al saber que todas estaban bien.

–También quería decirte que saldré de viaje– dijo separándola hasta tenerla frente a ella –es un viaje muy importante y no puedo aplazarlo más, era algo que quería decírtelo en estos días, pero con lo que ha pasado no puede esperar más, espero me tome un par de días…–

–¿Un viaje?– le había tomado por sorpresa.

–Tengo que hablar con tu padre sobre varios asuntos importantes y necesito hacerlo ahora–  

Sara apretó las sábanas al escuchar las palabras “asuntos importantes” aquello solo significaba qué el divorcio se estaba concretando, ya sabía que el proceso se estaba llevando a cabo desde hace varios meses, pero evitaba pensar en ellos hasta que estuvieran hechos, no entendía como una pareja que se había amado toda su vida, ahora decidía separarse. Era inútil preguntar los motivos o el porqué de su separación, ya que todas terminaban en la inminente respuesta. ‘Algún día lo entenderás’ se repitió como siempre. 

–Prométeme qué no harás más locuras, por favor– tomó la mano de Sara apretándola un poco entre las suyas.

Sara sintió la preocupación y el dolor que suponía ver a su hija pasar por muchas cosas y terminar al borde de la muerte y malherida, la tristeza y una extraña preocupación inundó su corazón, ella podía sentir las emociones de las personas que le rodeaban a aquello que llamo intuición, se lo había contado a su madre cuando era muy pequeña y ella decía que aquello era un don muy particular.

–Te… te lo prometo– respondió dudando de cumplirlo, no estaba segura de que las cosas fueran a mejorar, en especial aquel día que sabría “la verdad”.

La mirada de su madre reflejaba preocupación, posiblemente porque en su cabeza seguía rondando las historias que su hija le había contado esa noche o era la tristeza por la separación, sea como sea, estaba decidida a viajar –Mis maletas están abajo, quiero irme lo más pronto posible y regresar de la misma manera, pero por favor Sarita, cuídate– agacho la mirada musitando una plegaria que apenas entendió –Cuando regrese espero que todo haya terminado–. Aquello último no sabía si era para su hija o para sí misma.

La luz de un par de faros atravesó una de las ventanas, aquella era la señal de que el taxi había llegado a recogerla. La madre se levantó con cuidado, mientras esbozaba una sonrisa cálida antes de marcharse.



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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