***

–¿Dónde rayos te has metido?– dijo Karen molesta –desde que saliste del hospital te he visto muy poco y perdón sino he podido visitarte pero la cafetería esta de cabeza, no tenemos a alguien que lo administre y la jefa no se ha recuperado de su enfermedad ni de la pérdida de su esposo–

–Perdón no era mi intención, han pasado muchas cosas y no le he encontrado un sentido a nada– dijo Sara tratado de calmar la tormenta de Karen.

–¿Qué puede ser eso que te tiene así?–

–¿Puedo contar contigo?– Sara sonaba pensativa al borde del cansancio 

–Claro, sabes que puedes decirme lo que sea– afirmó Karen 

Sara le contó todo lo sucedido hasta ese momento, el accidente, la desaparición de su antiguo jefe y las sospechas del detective qué la relacionaba con su desaparición, aquel tipo extraño Sebastian y su amigo Géminis quien era aún más extraños, los sucesos en el edificio del instituto, el problema de su madre, en fin, tomo todo el medio día contar a detalle lo que había pasado.

Karen se limitó a escuchar en silencio, sabía que Sara necesitaba un desahogo sino explotaría y la última persona que se enteraría de eso sería ella misma.

–Todo es muy extraño y tengo miedo– dijo Sara dibujando varios símbolos en la mesa sin levantar la mirada.

–¿Has vuelto a ver o hablar con ese tal Sebastian? –

–No, desde ese día en la cafetería no lo he vuelto a ver –

–Sara podrías darme tu brazo el que me dijiste que Sebastian dibujo algo cuando se disfrazó de mimo –

Sara extendió su brazo derecho retirando la manga para mostrarla descubierta, su brazo había sanado hace mucho, la recuperación fue rápida en su lugar había una fina línea de la cirugía.

Karen reviso la palma, la muñeca y parte del brazo donde debía estar la cicatriz de la cirugía, paso la yema de su dedo rozando a veces con su uña. Sara no sabía que buscaba, no había nada.

Una pequeña corriente fluyó cuando Karen clavo su uña en la piel, Sara dio un pequeño salto de la impresión.

Karen soltó el brazo, puso una mueca como de que algo pensaba, pero de qué no encajaba.

–Es cierto ahora que recuerdo, el hizo lo mismo, pero me pidió que dijera unas extrañas palabras –

–¿Aún las recuerdas? – 

–Era un lenguaje muy extraño sonaba como... – Sara miro a un lugar en el espacio, siempre lo hacía cuando quería recordar y meterse en su mundo.

–ex lumbra... Ex sumbra – trato de recordar –ex umbra in salem–

–ex umbra in solem – dijo Karen a la perfección. 

Sara se asombró esas eran las palabras exactas, su pronunciación fue impecable.

–Es latín, significa, de la sombra a la luz – explico Karen.

–¿Cómo sabes eso? – Sara se sintió intrigada y confundida, Karen jamás había mencionado que sabía hablar otro idioma.

–Puedo ser bonita, pero eso no me hace tonta– dijo sonriendo –aprendí algo de latín, era uno de mis antiguos pasatiempos– sonrió como si fuese a contar algo muy emocionante.  –¿Dijo algo más? –

–Sí, pero en verdad es difícil pronunciarlo –

–Lo es– afirmó Karen con aires de sabiduría –a veces algunas palabras son mal dichas y sus significados cambian totalmente, necesitas practicar su pronunciación al punto de identificar la sutileza en cada palabra–

Karen demostraba como siempre que no sólo era una cara bonita. Tomo las manos de Sara inhalando hondo.

–aequam memento rebus in arduis servare mentem– dijo cerrando los ojos mientras se concentraba en cada palabra.

–¿Qué significa? – Sara conocía por primera vez este lado de Karen. 

–Recuerda conservar la mente serena en los momentos difíciles– su voz cambio a un tono de calma pero preocupada –sabes que eres mi mejor amiga, no quiero que te pasan más cosas –

Karen bajo la mirada, recordaba algo triste de su vida lo podías ver en sus ojos rojos. Sara sintió tristeza, odio y miedo en ella.

–No te preocupes esas cosas se han acabado– se abalanzo sobre Karen para abrazarla. 

Después de ello hablaron por horas de otras cosas poniéndose al día, tratando de pasar una noche agradable.