El Contrato de las Almas

*****

El segundero apenas se movía, era como si el tiempo se volviera estático, el profesor marcaba varias escrituras en el pizarrón explicando temas de tiempos pasados.

Sara miraba un punto en el espacio, era como si viera la verdad del mundo u otro mundo mientras se desconectaba de lo demás, el ruido del marcador qué se resbalaba de las manos del maestro había despertado a más de uno de sus sueños.

Miro el reloj a lo alto del marco de la ventana, apenas habían pasado dos minutos.

Raquel estaba a su lado, se había escabullido en su salón, y hasta ahora no la habían atrapado, revisaba varios papeles, hacia anotaciones, cruzaba las páginas de un pequeño diario qué cargaba desde que había llegado.

–¿Qué estás tramando ahora? – susurro Sara. 

Raquel no respondía, ella seguía concentrada, era uno de sus dotes, aunque a veces no lo pareciera Sara y Raquel se parecían mucho en eso, a veces solo se desconectaban del mundo que los rodeaba.

–Raquel – susurro un poco más fuerte tratando de llamar su atención, aun así ni una bomba la haría aterrizar.

Sara se dio por vencido, si era como ella, era inútil hacer cualquier cosa para devolverla a la realidad, además debía evitar llamar la atención, para que no la descubrieran.

Tomo el bolígrafo para anotar un par de temas que después investigaría cuando sujeto repentinamente su brazo derecho sintió unas punzadas volvía a sentir aquella atracción qué la llamaba desesperadamente su ser lo sentía.

–Profesor, podría ir al baño – dijo levantando la mano.

–Señorita no podría esperarse al receso, faltan cinco minutos– apunto al reloj.

–Por favor, es una emergencia – rogo un poco. 

–Está bien vaya enseguida– respondió de mala gana el profesor.

Sara salió apresurada, la sensación de que algo la llamaba se volvía fuerte mientras más esperaba, cruzó varias aulas sin rumbo fijo solo se dejaba llevar, como si sus piernas y su cuerpo supieran qué dirección tomar.

Cruzó medio campus, hasta entrar al edificio de una de las Facultades, el impulso se había ido, aquella sensación que la llamaba se apagó de un momento a otro.

“Facultad de arquitectura, ciencias y artes”, se escribía en el logo de la entrada, en el primer piso había una estancia amplia con un par de oficinas y una biblioteca, había pocos alumnos todos debían de estar en sus respectivas clases, la idea de regresar a las suyas se desvaneció al sonido de un silbido. Se hacía cada vez más fuerte acompañado de varios golpes a algo metálico siguiendo el ritmo, sonaba en el segundo piso lo iba a descartar cuando un golpe más fuerte sonó, Sara vio a su alrededor nadie se había percatado del ruido. Subió las gradas en forma de caracol siguiendo el sonido.

El silbido se cortó para dar paso al coro de una canción, una qué jamás había escuchado.

 

  •   Let´s get those teen hearts beating. Faster, faster!

                So testosterone boys and harlequin girls

Will you dance to this beat, and hold a lover close?  – se escuchó 

 

Varios golpes en los lockers de manera rítmica acompañaron la canción.

Sara estaba cerca había seguido el silbido y el canto del que nadie se percataba –Sebastian – se dijo al confirmar que aquello era cosa de él.

Lo encontró parado frente a una pared, dibujaba algo que llegaba a lo más alto de la pared hasta llegar al piso, él no se había percatado de su presencia.

Sara se mantuvo oculta tras la esquina del corredor, tenía curiosidad de saber que tramaba ahora y como se relacionaba al impulso que la llamaba. Se oculto rápido cuando él fijo su mirada donde ella se ocultaba.

La canción al igual que el golpeteo cesaron, nada más se pudo escuchar.

Sara saco un poco la cabeza para mirar si seguía ahí.

–Es de mala educación espiar a la gente– dijo Sebastian a unos centímetros su rostro cuando ella intentaba verlo.

Sara pego un grito y cayó hacia atrás.

–¿Qué haces aquí? – pregunto Sebastian intrigado 

–Te iba hacer la misma pregunta – se levantó Sara –¿Qué estabas haciendo? –

–Una runa de protección– Sebastian sonrió –después de lo de esos susurradores quiero evitar que regresen y dañen a alguien más, pero aún no me has respondido ¿Qué haces aquí? –

–No lo sé, solo sentí que algo me llamaba y terminé aquí –

–¿Algo te llamaba? –

–Si, la primera vez fue cuando estabas en la azotea con esa persona –

–Se llama Géminis– corrigió Sebastian –qué extraño– enmarco pensativo

–Dijiste que jamás nos volveríamos a ver – reclamo Sara

–Digo muchas cosas que con el tiempo me contradicen, pero cuando te prometa algo, lo cumpliré aun cuando me cueste la vida –

Sara no entendía esa idea que Sebastian tenía, se comportaba natural, como si confiará en cualquier persona.



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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