La escena parecía sacada de una película de terror el cadáver de un joven de 25 años con varios cortes en su cuerpo con formas extrañas que los especialistas estaban averiguando su significado o el propósito por las que fueron hechas ya que eran similares a las de las otras víctimas halladas anteriormente, era la quinta víctima del asesino qué aun andaba suelto en la ciudad y del que la policía no tenía ningún indicio.
El detective revisaba el cadáver, había los mismos cortes qué se repetían en todas las víctimas formando una especie de símbolos que variaban en algunas víctimas, pero los cortes siempre eran exactos, atravesando las arterias principales de las piernas, brazos y una que rodeaba el cuello, por la que morían desangradas.
Las escenas no tenían un punto en común, algunas estaban en el límite de la ciudad, otras estaban cerca del centro, un par de ellas formaban una línea si se las unía, pero las demás eran trazos sin sentido.
Se hicieron varios exámenes a todas las víctimas, algunas de ellas mostraban señales de pelea, otros golpes en la cabeza lo que presumía que perdían el conocimiento, pero nada que llevará a algún agente químico o sustancia utilizada para desvanecer su conciencia.
–Detective – dijo uno de los policías que acordonada la escena del crimen –hemos detenido a un chico sospecho en la jefatura, es un mensajero según dice él.–
–¿Qué tiene que ver eso conmigo? – el detective sonaba enojado por la interrupción de algo absurdo, fuera de sus asuntos.
–Se lo detuvo porque traía un paquete para usted, con una especificación del lugar de donde usted estaría, este mismo lugar– apunto el policía.
–¿Saben quién la envío? –
–No, el mensajero dice que solo entrega los paquetes desde la oficina, y que este tenía en especial de entrega urgente –
–¿Que paso con el paquete? –
El policía le alcanzo un sobre que tenía bajo el brazo.
El detective tomo el sobre, mientras con un ademán mando al policía a seguir haciendo su trabajo. La carta estaba dentro un sobre sellado, no había remitente solo el nombre del destinatario, su nombre y dos direcciones, la de la jefatura y una hecha a esfero del lugar donde él estaba ahora. Leyó cada línea escrita en computadora, su expresión cambio de intriga mientras avanzaba. Se acercó a un patrullero que utilizo como mesa improvisada, saco su libreta y empezó a comparar sus apuntes.
–Esto no es posible – se dijo a sí mismo.
–Investiguen al mensajero y quien haya enviado la carta, debemos descubrir quién es – ordenó a un par de policías cercanos.
–Tú, el de la gorra – Apunto a un policía que hablaba por teléfono.
–Si señor dígame – colgó inmediatamente al ser sorprendido.
–Nos vamos. Si es verdad lo que dice esta carta sabremos dónde atacará ese asesino –
Tomaron la patrulla que había usado de mesa, se subieron y encendieron la sirena.
–¿Qué decía la carta?– pregunto el policía que se percataba de la atención que le dedicaba el detective a leer cada una de las palabras de la carta que sostenía mientras conducía sin destino alguno.
–¡Por ahí no! ¡Gira a la derecha!, debemos ir al lado opuesto a unos kilómetros yo te diré cuando detenerte– sonaba serio. –No puedo decir nada aún de lo que dice esta carta, pero me confirma un par de teorías que tenía, no se quien la haya enviado puede ser el mismo asesino qué le gusta jugar con nosotros, pero algo es seguro, si es verdad lo que dice esta carta, hay muchas más víctimas –
El policía piso el acelerador, cambio de marcha aumentando la velocidad.