El Contrato de las Almas

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Raquel aplicaba paños de agua fría en la frente de Sebastian tenía fiebre y su respiración era errática, estaba parada junto a él mientras Sebastian descansaba en el sofá de la sala de Sara.

Miro a Sebastian inconsciente, se perdió en sus ideas y recuerdos, había vuelto a la ciudad por la noticia de que Sara estaría aquí y deseaba pasar el tiempo con ella al igual que aquellas viejas aventuras que tuvieron de niñas. 

–Lo que daría por regresar a esa época – le dijo a Sebastian. 

Recordó cuando su celular sonó en medio de la clase, había olvidado bajar el volumen, pidió disculpas al maestro al ver el identificador con el nombre de Sara, sonaba asustada cuando contesto la llamada en el corredor. Entro al salón sin decir nada, todos la regresaron a ver cuando ella tomaba sus cosas y un par de papeles del escritorio donde se había sentado a leer una investigación que realizaba, se sentía excitada con todo este misterio, pero a su vez tenía miedo algo la preocupaba en su interior sabía que algo no andaba bien, salió lo más rápido posible del salón sin decir ni una sola palabra, corrió a toda prisa a la Facultad de la que había llamado Sara preocupada, pidiendo su ayuda aunque en el camino casi pierde el rumbo más de una vez.

Cuando llego Sara estaba sentada en el piso, con las manos ensangrentadas como si sostuviera con ellas algo, pero en ellas no había nada.

–Ayúdame – le suplico –debemos levantarlo y llevarlo al hospital–

No entendía que pasaba se asustó al ver la sangre y la idea de que Sara estuviera mal herida, en cambio ella le sujeto del brazo jalándola para sujetar algo en sus piernas, pero no había nada ahí.

Raquel se había quedado paraliza de las mil y un ideas que su cabeza maquino en el estado de Sara.

Sara estiro su mano con la sangre de Sebastian en ella, sujeto el brazo de Raquel tratando de que reaccionara. Raquel sintió la sangre en su brazo, cuando en un parpadeo había alguien en las piernas de Sara, llevaba una camiseta negra y unos jeans azules, un chico inconsciente al que Sara sujetaba con fuerza.

–Llama a Andrés que nos ayude– Sara sonaba desesperada, había sentido los signos de Sebastian como le había indicado una vez su madre mientras realizaba las practicas, apenas sentía su pulso.

Raquel insistía qué debían llevarlo a un hospital, pero Sara se negaba, ella lo había vuelto a pensar, se metería en serios problemas si llegaban con un chico que había salido de la nada y del que sabían muy poco como para explicar que le había sucedido, Raquel escuchaba la explicación –de que no lo verían qué nadie lo hace– dijo Sara. Eso la confundió más.

Tomo el teléfono de Sara buscando en los contactos el número de Andrés dejando de insistir con lo del hospital. Cuando contesto Andrés, corto su palabrería cursi. –Te necesitamos ahora– dijo después de indicarle el lugar donde se encontraban y acompañando todo con el nombre de Sara.

Fueron apenas unos minutos cuando Andrés llego corriendo y saltándose varias gradas hasta llegar a ellas. Encontró a Sara arrodillada mientras sujetaba a un chico en sus piernas y a Raquel a un lado presionando con una camiseta el costado del chico.

–¿Quién es él? ¿Qué paso? – Andrés mantenía la calma.

–Llevémoslo a mi casa– le suplico a Sara –rápido–

Andrés cargo a Sebastian en su hombro, lo había levantado como si nada, la actitud de él fue extraña mientras cargaba a Sebastian hasta su auto guiado por Raquel que se había adelantado para evitar a alguien en los pasillos. Raquel también noto la extraña actitud de Andrés, no se inmutó, ni se sorprendió al ver la sangre que manchaba su ropa y luego su auto, lo tomaba con extrema calma, si Sara le decía que le dejará el auto, él lo haría sin pensarlo dos veces.

Sara y Sebastian estaban en el asiento trasero –Qué tienes– insistía Sara tratando de que Sebastian reaccionará –¡despierta! –

–¿Por qué a tu casa? – dijo Raquel subiéndose al asiento del copiloto. –Él es el chico que te dije que lo vi en la azotea, el del edificio– lo resumió todo a gran velocidad –¡Sebastian! – dijo cerca de Raquel.

Andrés subió después al auto ajusto el retrovisor que reflejaba a Sara que apretaba la camiseta a un costado del cuerpo de aquel chico, puso en marcha el motor y acelero sin importar que Raquel se golpeara con la cabecera del asiento, pidió disculpas a Sara y acelero rumbo a la casa de ella.

Cuando llegaron Andrés volvía a levantar a Sebastian como si nada, entro a la casa dejándolo en el sofá que Sara apuntaba.

–Gracias – dijo Sara desesperada buscando el botiquín de su madre 

–Te quiero y haría lo que fuera por ti, ¿Puedo ayudar en algo más? – dijo Andrés en un tono forzado

–No, es suficiente nosotras la atenderemos– dijo Raquel entrando al final.

Sara regreso con un botiquín lo abrió sacando varias gasas y un tarro grande de alcohol, corto la camisa con unas tijeras, sabía lo que hacía, su madre le había enseñado mucho sobre primeros auxilios.

–Si necesitas algo solo llámame y estaré aquí– dijo Andrés que parecía sentirse incomodo estando en ese lugar.

Raquel notaba en su rostro signos de desagrado, se podría decir que era torturado por dentro.



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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