–Comuníquese con los demás policías díganles donde estamos– ordenó el detective al joven policía que lo acompañaba –que envíen a los demás a los puntos marcados en este mapa– apunto con el índice las demás posiciones después entrego el mapa en las manos del joven policía que salió presuroso a la patrulla estacionada en la puerta del primer piso de aquel edifico.
Habían llegado a una bodega vacía, hacia la dirección que marcaba el mapa que acompañaba la carta que había recibido hace poco, en ella indicaba qué todo tenía un patrón muy extraño, 5 puntos marcadas a las afueras de la ciudad y otros 5 rodeando el centro, en total 10 puntos donde en uno de ellos se encontraba el detective, temía que fueran de más víctimas, de las cuales ya había confirmado su ubicación al revisar las notas en su libreta.
El cadáver de una joven que tenía los mismos rasgos que las demás víctimas, extraños trazos en el cuerpo hechos con algo que tomo su tiempo abrir la piel para que cada trazo sea perfecto y muy preciso que los anteriores y al final un corte en las arterias principales, lo que provocaba que murieran desangradas lentamente, las víctimas habían muerto de rodillas por su propia voluntad.
Un mal presentimiento lo inundó como una pequeña corazonada ¿Qué significaba esta carta?, solo le indicaba los puntos de las posibles víctimas pero ¿Qué sentido tiene eso? ¿Que lo descubran? o ¿Alardear de más víctimas y lo lenta qué era la policía para detenerlo?
El grito del policía se escuchó a lo lejos volviéndose eco en la inmensa bodega, el detective se levantó presuroso desenfundando la pistola del estuche de la cintura en un abrir y cerrar de ojos, apunto hacia todas partes el eco de aquel grito lo desoriento por unos segundos algo que tomo fuerza al no poder mas allá de el a unos metros, a pesar de ser las 4 de la tarde la oscuridad de la bodega hacía difícil la visibilidad. Tomo una pequeña lampara atada cerca de la funda de la pistola, apunto la pistola segura de detonar si apareciera el asesino. Sujeto con fuerza la lampara cuya luz disipaba la oscuridad en su camino.
–¡Estas bien! – grito oculto atrás de una columna de la estancia central.
Se acercó sigiloso moviéndose con cautela, prestando atención a cualquier sonido que proviniera de su alrededor.
–¡Eh! ¡Te he dicho si estás bien! –.
Siguió hasta llegar a las escaleras que daban al primer piso. La altura de cada piso era alta lo que hacía difícil distinguir algo a lo lejos y más con la oscuridad que lo cubría todo, el detective apunto la luz de su lampara tratando de que esta llegara a la patrulla, a duras penas se podía distinguir algo. Entre cerro los ojos buscando enfocar su vista, cuando distinguió la patrulla con la puerta del chofer abierta sin rastro alguno del joven policía.
No insistió más, algo no andaba bien debía llegar a la patrulla y pedir refuerzos ese era su objetivo, –Tal vez el asesino siga aquí– pensó mientras se calmaba e ideaba un plan para salir de allí.
De pronto una conversación llamo su atención, dos personas la voz un hombre y una mujer estaban en el primer piso cerca de la base escaleras, pero ¿Dónde?, no había nadie hace un momento, apago la linterna mientras se forzaba a silenciar su respiración.
–Tengo hambre– dijo la voz masculina.
La manera como lo dijo y el tono de voz lo había relacionado con alguien grande, pero de carácter de quien nadie tomaría en serio, algo boba.
–No me llenó para nada, solo huesos y piel– dijo haciendo una rabieta al igual que un niño cuyos caprichos no eran cumplidos, al parecer el tipo no era muy inteligente por como decía las cosas.
–Ya comerás, hay alguien más aquí – respondió la voz femenina con un tono sensual, encantador y seductor.
–Lo quiero, lo quiero, lo quiero, lo quiero, lo quiero – repitió sin cesar el grandulón –espero este sepa mejor que ese debilucho–
El detective seguía oculto tras una pared casi al filo de las gradas, ellos sabían que él estaba ahí, debía salir lo más pronto posible, el policía no respondía era más que seguro que lo tenían y que en el peor de los casos que lo hayan matado.
Sintió como varias sombras se movieron a gran velocidad a su espalda atravesando el amplio piso ocultándose tras las columnas que la sostenía, eran irreconocibles desaparecían en cuanto intentabas mirarlas. Al principio pensó estar perdiendo la cordura a causa de lo que estaba sucediendo, pensó que su mente le jugaba un mal juego de ilusiones y cosas que no existían. Las descarto mordiéndose el labio inferior, había sido entrenado para estos momentos controlar su propia mente sus nervios y actuar sereno en estas situaciones.
–Comer, comer, comer – cantaba de modo de juego el gordinflón –espero que este no sea tan flaco como el anterior –
Unos pasos al igual que el canto se iban acercando.
–Vamos antes de que se enfríe – dijo la mujer.
El detective retrocedió escondiéndose de la vista superior del segundo piso, enfrentarse a ellos seria en vano, si se había equivocado en la suposición de que el almacén estaba vacío también lo estaría en que solo ellos dos eran los que estaban aquí, la idea de que fuesen mas no la descarto, el pedir ayuda era su mayor prioridad y así poder rescatar al joven policía. Sus pasos eran largos y silenciosos debía alejarse de ese par algo inusual, echo una mirada rápida a los alrededores encontrado una habitación a su lado izquierdo, dentro había cartones al igual que chatarra acumulada, en sus paredes una ventana que daba al exterior.