Sara sintió nuevamente ese efecto qué la llamaba estaba cerca, se preguntó si era Sebastian el causante. Se acercó a la sala, Sebastian terminaba de limpiarse y cubrirse las últimas heridas.
–¿Nos vamos? – corto la gasa con los dientes.
Sara no lo escucho, nadaba en sus ideas en su propio mundo, había confirmado que él no era el causante de esta sensación, ¿Entonces qué o quién lo era?
–Me dijiste que no era nadie – le reclamo Géminis a Sebastian con su tono cortante.
–Es cierto, le dije que repitiera la plegaria y no pasó nada, apenas pudo pronunciarla– se defendió mientras se ponía la camisa.
–Esta casa está protegida por runas– Géminis tenía un tono de pocos amigos.
–Eso explica porque, el susurrador no nos ha atacado – Sebastian se asombro
Sara no entendía a que se refería con que la casa estaba protegida por runas, había pasado toda su infancia aquí y jamás había visto símbolos o algo extraño pintado en las paredes u otro lugar.
–Debes estar equivocado, esta es mi casa y jamás he visto algo parecido a una runa – dijo Sara
Géminis se acercó a Sara que esperaba bajo el marco de la entrada a la sala, cada paso era intimidante y el espacio entre ambos se hacía cada vez más corta. Sara lo tenía al frente era mas alto que ella, noto en sus ojos vacíos tristeza y desprecio el brazo de Géminis se ocultó en la parte baja de su espalda el click* de un seguro se sincronizo al latido de Sara que se había asustado. Géminis mostro un cuchillo de filo oxidado que cuyo mango de madera estaba vendado por una tela muy desgastada.
En un movimiento rápido Géminis apunto la punta del cuchillo en dirección a la pared a un lado de Sara, el movimiento fue rápido que levanto algunos cabellos de Sara en el vuelo, varias chispas saltaron en el punto del cuchillo y donde se suponía debía haber un corte en la pared, Géminis lo sostuvo durante algunos segundos, aparto el cuchillo volviéndolo a guardar en su espalda. Sara se acercó a la pared donde debía de haber una grieta a causa del corte, pero ahí no había nada, seguía intacta ni el más leve raspón.
–¿Quién eres? – pregunto con una mirada furiosa
–Repite la plegaria – exigió Géminis
–Será después tortolos– interrumpió Sebastian –alguien tiene mi daga y está en peligro ¿recuerdan?– se dirigió a ambos –luego sabremos quien es, si es necesario le haremos una autopsia– sonrió dando un golpe en el hombro de Géminis.
Sara se asustó al escucharlo.
–Es mentira– le saco la lengua –acompáñanos, no tengo mis armas y tú eres el único que puede pelear con ellos– jalo a Géminis.
Géminis no le quito la mirada de encima a Sara, tenía cara de qué un movimiento en falso y él le atacaría.
Sebastian los subió al auto, Sara tomo el asiento del copiloto, Géminis el asiento de atrás. Sebastian conduciría.
–Es un modelo antiguo – dijo Sara tratando de romper las malas vibras qué Géminis despedía.
–No te preocupes se conducir todo tipo de auto – Sebastian sonaba como un niño, de la emoción dio de retro hasta posicionar el auto en la entrada a la carretera para después pisar el acelerador que aumento su marcha a toda velocidad.