El Contrato de las Almas

*****

Sara miraba la carretera buscando errar en encontrar a Raquel enfrentándose con una de esas bestias llamadas susurradores, no podía imaginar que algo le pasara a Raquel, no entendió porque permitió que ella entrará en esto, se había dejado llevar y ahora estaba en peligro.

–¡Ahí! – señalo Sara apuntando las luces parpadeantes a un lado de la carretera.

Sebastian freno en medio de la carretera.

Sara salió del auto para después correr en el instante que se detuvo, encontró la motocicleta que seguía encendida, tenía raspones que marcaban un camino por donde se había resbalado en el pavimento al igual que varios golpes.

–¡Raquel! – grito Sara con el horror de que su amiga hubiera tenido el mismo final.

Sebastian revisaba los alrededores en búsqueda de algún rastro que diera paradero de Raquel.

Sara no dejaba de gritar, un pequeño llanto retenido se podía escuchar en sus palabras, temía lo peor.

–Debemos encontrarla, no está muerta – dijo Sebastian dirigiéndose a Sara –bueno, aun no – dijo en voz baja.

Géminis se quedó a un lado del auto, sin ayudar, solo miraba los alrededores con la palma encima de la empuñadura de la espada. Sara cayó de rodillas tomo el casco con la visera rota que Sebastian le había acercado, lo apretó contra su pecho y empezó a llorar.

–Por favor Raquel – dijo entre llantos; lo apretó aún más fuerte.

Géminis pensaba en algo, su rostro lo decía mientras veía el acto de Sara con el casco, acababa de ver algo que parecía confundirlo.

–Por allá – apunto Sara –allá esta– Sara la sentía se levantó y empezó a correr en la dirección que había señalado.

Sebastian la siguió, se internaron en el bosque de árboles inmensos y majestuosos, varias ramas crujieron con cada paso, Sara al frente con paso veloz, a veces cuando perdía el camino a causa de la oscuridad casi total del bosque, abrazaba el casco y volvía a retomar el paso.

–No puede ser – dijo Sebastian –es imposible, la plegaria nunca falla, tú no puedes ser una de ellos– 

Sara no presto atención alguna ni de lo que le rodeaba, mantenía su mente centrada en Raquel, tenía que encontrarla.

El sonido de alguien llorando se escuchaba a lo lejos muy débil.

–¡Raquel! – grito Sara 

Sebastian, tomo una rama que arrancó de un árbol cercano, clavo su dedo en una astilla y dijo una plegaria mientras dibujaba una runa con su sangre sobre la rama.

–Espero resistas – dijo mirando la runa que se iluminaba de un anaranjado fuego.

El llanto se escuchaba cada vez más cerca el paso acelerado de Sara había provocado que cayera varias veces era difícil de ubicar el lugar exacto de donde estaba Raquel, todo estaba oscuro y la luz de la luna apenas cruzaba entre las rendijas del espeso bosque.

–¡Raquel! – grito más fuerte. 

–¡Sara! – respondió Raquel entre llantos. Se levanto del improvisado escondrijo en medio de las raíces de un árbol. Donde estaba acurrucada en sí misma, con la daga de Sebastian lanzando varios golpes al aire.

–Raquel soy yo – dijo Sara abrazándola.

Raquel soltó la daga que aun la apretaba fuertemente, dejándose caer en los brazos de Sara, desahogando todo el miedo por el que había pasado. Ambas lloraron.

–¿Estas bien? – dijo Sara apartándola un poco, tanteando su cuerpo en búsqueda de alguna herida.

–La sombra, los lobos – dijo sin dar idea precisa de lo que había pasado.

–¿Dónde están esas sombras? – se acercó Sebastian por detrás de Sara

Raquel al percatarse de su presencia se agacho rápidamente, tanteo un poco el suelo hasta que encontró la daga cuyo filo lo apuntaba.

–¡No te acerques!– le amenazó –¡aléjate si das un paso más juro que te matare! – 

Sebastian retrocedió unos pasos.

–¿Qué sucede? – pregunto Sara 

–Él es un asesino – Raquel estaba asustada se podía ver en el tiriteo de la daga que sostenía.

Sara miro a Sebastian.

–¡Tú los mataste! – grito Raquel

Sebastian sujeto el tronco qué cargaba con ambas manos y tenso su cuerpo, Sara se asustó.

Un gruñido sonó atrás de ellas, era un susurrador con la forma de un lobo enorme y unos ojos qué nadie podría olvidar. Sebastian corrió hacia ellas –¡Abajo! – grito.

Sara abrazo a Raquel mientras tiraba de ella al suelo, el susurrador corrió para luego pegar un salto que apuntaba de lleno sobre ellas, Sebastian era rápido, paso alado de ellas con la rama delgada en sus manos con el movimiento de un bateador de beisbol apunto la rama al cuerpo del susurrador, la fuerza era inmensa, el sonido de choque acompaño el vuelo del susurrador que salía despedido hacia atrás.

El susurrador termino varios metros lejos de ellos, la respiración agitada y el crujir de la rama que sostenía se vieron ahogados con el gruñir de varios lobos que los rodeaban, el cielo se despejo dejando a la vista la luna llena que desvelaba varias sombras los rodearon, la luz les daba una forma de seres envueltos en un manto de humo, con patas delgadas hasta los huesos, garras que perforarían la piel como si fuese de papel y unos ojos cada vez majestuosos de azul violeta.



#21400 en Fantasía
#12850 en Thriller
#7357 en Misterio

En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.