El sonido de la madera crujiendo mientras se quemaba en la chimenea abrigaba su cuerpo, se sentía bien, un calor que confortada y te hacía sentir vivo.
Sebastian se despertó asustado estaba con el torso desnudo, ahora tenía más vendas qué antes por todo su cuerpo desde el pecho hasta la cabeza, sus brazos y una de sus piernas.
–¿No había más vendas? – dijo buscando la respuesta de alguien.
Raquel estaba a su lado, sostenía la daga en sus manos, repasando las runas con su dedo buscando un significado.
–No hagas eso – dijo Sebastian extendiendo su mano
Raquel, aterrizó de su mundo, se asustó cuando vio a Sebastian sentado frente a ella.
–¡Sara! – grito al instante.
Raquel apunto con el filo a Sebastian, qué se levantaba despacio, su cuerpo mal herido apenas se podía mantener en pie.
Sara, Andrés y Géminis llegaron al escuchar el grito.
–¡Tú eres un asesino! – Raquel temblaba empuñando la daga
–¿Por qué lo dice? – pregunto Sara qué se acercaba su lado
Andrés no disimulaba su disgusto, estaba enojado o furioso, miraba con ojos de desprecio a Sebastian y Géminis.
–No soy un asesino – se defendió Sebastian
–¡Si lo eres! estos símbolos extraños también estaban en las víctimas qué fueron asesinadas y esas cosas de allá fuera ¿Qué son? –
–Susurradores – dijo Géminis sin expresión en sus palabras
–Si me dejan explicarles podre.... – dijo Sebastian tratando de calmarles
–¡Cállate! – le fulmino Raquel, estaba mal, todo esto era mucho para ella. –¡Eres un asesino! –
Géminis se acercó por detrás de Raquel aprovecho el momento para darle un golpe en la nuca qué hizo que perdiera el conocimiento.
–¡Pero qué te pasa! – dijo Andrés poniéndose en frente de él, sus ojos ardían de ira
–Esta en shock, necesita descansar – seguían inexpresivas sus palabras.
Sara corrió donde Raquel apoyándola contra ella, miro a Géminis con desprecio.
Géminis se apartó –terminare de revisar qué no haya lugar donde puedan entrar – dijo refiriéndose a los susurradores.
–¡Qué te ocurre! – le reclamo Sara –eres un idiota– estaba furiosa.
Géminis se detuvo un instante después se fue sin decir nada.
–Lo hizo por su bien – le defendió Sebastian –si todo va bien, mañana lo olvidará–
–Quiero que me expliques qué está pasando, porque mi casa tiene esos símbolos – Sara estaba enojada.
–Runas – le corrigió Sebastian – en realidad no lo sé, no eres una de ellos –
–¿Ellos? te refieres a los cazadores o un ángel– recordando el momento que Géminis apareció
–Es difícil de explicarlo, pero te diré toda la verdad–
–¿Qué son ustedes? ¿Qué es esto? – señalo la daga –¿Que está pasando? – Sara sonaba confundía
–Primero dejemos a Raquel descansar, te prometo mañana estará mejor, déjame la cargo –
Andrés se interpuso en el acto, decidió no intervenir en los actos que hicieran a menos que estos implicaran a Sara –Déjala–- sonaba agresivo
Sebastian lo miro sin inmutarse con una pequeña sonrisa en su rostro. –acerco la mano lentamente a Sara –
–¡Déjala! – volvió a repetir sujetando con fuerza la mano de Sebastian
–Esta bien ¿Qué sugieres niño bonito? –
Andrés tomo a Sara y la retiro, Sebastian levantó a Raquel en sus brazos, no dejaba de ver las reacciones de Andrés cuando se acercaba a Sara.
–Interesante – se dijo a si mismo
–Está bien, no la tocaré, pero ella debe decidir si me acompañará con Raquel y mostrarme un lugar para dejarla que descanse–
–Podemos llevarla a mi cuarto– sugirió Sara –pero ¿seguro que puedes con ella? – Sebastian respondió con una sonrisa.
Sara guio a Sebastian quien cargaba a Raquel en sus brazos seguidos del ojo vigilante de Andrés a sus espaldas, subieron las escaleras hasta llegar a un cuarto dos puertas a la derecha.
–Dile a tu guarda espaldas qué nos espere afuera, te dije que te diría la verdad. Pero solo te la diré a ti – se detuvo en frente de la puerta
Sara hablo con Andrés, pidió que cualquier cosa le avisará. Sebastian podía verlo en la entrada, a veces regresaba la mirada una qué guardaba odio en ella.
–Sara – dijo Sebastian cortando todo el rollo mientras entraba en la habitación
Sara entro cerrando la puerta.
–Lo que te voy a contar es algo que nadie debería saber pero con lo que ha sucedido es difícil... – un suspiro interrumpió
Sebastian se levantó acercándose a la ventana, era la madrugada, estaban rodeados de susurradores unos tenían su forma espectral y otros con la forma de lobos, trataban de acercarse, pero se alejaban como si acercarse a la casa fuera como tocar el fuego.