Sebastian subió al desván después de que Géminis se fuese a revisar una vez más la casa, miraba a través de una pequeña ventana a los susurradores que rodeaban la casa.
–Algo está pasando aquí y es la primera que no se nada – sonrió de la ironía –pero espero que no sea un mal augurio– su voz al igual que su entusiasmo hacia lo desconocido recaía.
Busco la luna, por la pequeña ventana, sin éxito alguno, el cielo estaba cubierto de nubes qué hacían imposible encontrarla. Cerro los ojos, apretó entre sus manos una pequeña piedra blanca, alargada.
–Por favor luna – sonaba triste –cuídala– dijo apretando la pequeña piedra en sus manos