El Contrato de las Almas

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Sara se alejó lo más posible que podía, recorrió varios pasillos a través de las galerías del museo, encontraba a su paso todo tipo de objetos de épocas pasadas, y otras artesanías qué se volvían borrosas ante sus lágrimas y su rabia.

Las ideas de que Raquel no le hubiera contado nada, de que se habían arriesgado su vida y que ella no hubiera confiado en decirle, la frustraron, la enojaron y entristecieron, unas ideas irracionales qué se desataron al peso de lo nuevo qué vivía, mezclada con la frustración de no poder contar con su madre de quien no tenía noticia alguna ya varios días sin saber nada de ella.

Sara estaba llorando sin darse cuenta no podía más con todo lo que sucedía, se apoyó en la pared cerca de la entrada hacia la galería continua, descendió despacio hasta sentarse en el suelo apoyándose en la pared.

–Sara– dijo Sebastian entrando a la galería de pinturas y fotografías en una serie de esquemas de los últimos años del siglo.

Sebastian se sentó bajo el marco de la entrada apoyando sus piernas una encima de la otra, podía ver ambas galerías de dónde estaba, a la izquierda donde Géminis se había sentado a pensar y a la derecha donde estaba Sara. Se percató de que los dos estaban sentados casi a la misma distancia frente de dónde estaba él, Sara llorando apoyando su rostro entre las piernas y Géminis con la mirada agachada hundido en sus recuerdos, Sebastian sabía que era en lo que pensaba Géminis y que por ello, aunque explotará una bomba a su lado el seguiría profundo en sus pensamientos, pero en Sara no entendía que había pasado.

–¿Por qué estas llorando? – pregunto Sebastian apoyando su cabeza en su hombro derecho para ver a Sara –Raquel te oculto esto, pero debió tener sus motivos, ¿no lo crees? – 

–Me lo oculto y ni si quiera lo menciono– respondió en voz baja tratando de apagar su llanto y no soltarlo  –sabía que estaba involucrada en esto y no me lo dijo – su voz tenía una mezcla de tristeza y frustración 

–Entiéndela, ella te cuidaría de lo que fuera, por eso no te lo dijo. Además lo poco que sabía hubiera sonado a algo inventado.–

Sara levanto su cabeza apoyándola en la pared, Sebastian levantó una ceja de asombró, Géminis también había hecho lo mismo, ambos lo hicieron al mismo tiempo como sincronizados.

Sebastian tenía una mirada de asombro una sonrisa de haber descubierto algo asombroso se quería formar en sus labios.

–No pueden pelear entre ustedes las dos se necesitan deben cuidar una de otra, debemos buscar la manera de salir de esto y de protegerlas, todo esto no pude verlo; es diferente algo cambio mejor dicho todo cambio – Pensó en voz alta tratando de pensar en la forma de consolarla.

–¿No pudiste verlo? – Sara miro a Sebastian, no entendía ese pequeño detalle

–me refiero, a que... – Sebastian dudo en lo que iba a decir sonaba a una mentira  –me refería a los susurradores, a Pandora. Géminis y yo teníamos un plan, pero no prevé qué pudiera pasar algo más, a eso me refería– aclaro sin conseguir que le creyese

–¿Puedes ayudarme en algo? – Sara miro a Sebastian, sus ojos estaban devastados por las lágrimas y sus mejillas bañadas.

–Si, dime ¿En qué puedo ayudarte?–

–Mi madre, algo le paso, lo siento de alguna manera, no me ha contestado y es muy inusual en ella, ayúdame a saber que se encuentra bien, tal vez ella me cuente lo que esta pasando–

–¿Dónde está ella? – 

–Tenía que viajar a donde mi padre para unos asuntos, pero él tampoco me contesta–

–Lo haré, yo también tengo curiosidad y necesito explicación a esto – sonrió Sebastian

Sara miro a una de las pinturas colgadas en la pared frente a ella, el cuadro dibujado mostrando la escena de una noche estrellada llena de millares de estrellas la llevo al recuerdo del accidente donde sintió que su mundo acabaría, el recuerdo se volvió palpable casi tangible, recordó el momento del volcamiento paso por sus recuerdo de Géminis alejándola del peligro cargada en sus brazos y después su silueta volando encima de ella, levanto el brazo derecho el cual tenía una pequeña línea que recorría de la muñeca hasta perderse en la sangradura, Sebastian se asombró no podía creer lo que veía, Géminis quien se había ahogado en sus pensamientos había efectuado el mismo ademan al mismo tiempo que lo hacía Sara. Ambos apuntaron las yemas de sus dedos estirándolas como si quisieran tocar las cúpulas de cristal de cada uno de sus salones.

–Géminis – susurro Sebastian tratando de llamar su atención, pero Géminis seguía en su mundo, se había desconectado por completo del mundo que lo rodeaba.

–Dime ¿tengo algo más que saber? – dijo Sara casi inaudible, sonaba como si hablara con ella misma. Quería comprobar si Sebastian mentía, confirmar que su habilidad estaba mal y que por esa razón no sentía las intenciones de Raquel. 

–Pues no, además de que nosotros tenemos diversas habilidades – Sebastian se puso pensativo no sabía si debía responder o si Sara lo había dicho como una pregunta así misma

–¿Habilidades? – aquello llamo su atención 

–Si, habilidades – sonrió Sebastian –mira es complicado explicar, de por si somos ángeles y que cada uno tiene una habilidad única –



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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