El Contrato de las Almas

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La noche acarició el museo el manto de la oscuridad se cernía por toda la ciudad, Sebastian había dicho que este era el lugar más seguro del mundo –ni Dios podría encontrar este lugar– exagero con un ademán apuntando al cielo en un gesto de victoria y egocentrismo.

El museo se cerró cerca de las 7 de la tarde, pero ellos se quedaron dentro de unas de las salas que se alimentaba de la luz de la luna qué atravesaba los ventanales y algunos tragaluces, era curioso el diseño, estaban hechos para que la luna iluminará los salones al igual que la luz se ambientará a la escasa visibilidad cuando está no estaba. Sebastian los había guiado hacia otra sala algo alejada, Sara noto que los pasillos que habían tomado se internaban cada vez mas en el museo, su aspecto por fuera era engañoso ya que en su interior el espacio era muy amplio de lo que se veía, el corredor que tomaron estaba vacío a excepción de algunas obras sobre estantes, a los lados del corredor nuevos cuartos llenos de muchas obras y esculturas varias, sería difícil dar un exacto de la edad a la que pertenecía cada una. No había guardias ni mucho menos cámaras de seguridad tampoco alguna puerta que diera al exterior a falta de anuncios de Salida era un museo o muy seguro o con escasos ingresos para no poder contratar seguridad.

–Aquí descansaremos– apunto Sebastian en una de las salas donde se exponían autos varios –traeré un poco de comida– dijo llevándose a Raquel con él, para airear un poco el ambiente. Sara se había sentado dentro de uno de los autos grandes, era cómodo y Sebastian había dicho que no existía problema alguno, encendió la calefacción al ver el tiriteo leve en el cuerpo de Sara, para poco después tomar a Raquel de la mano y salir de la sala, Sara no había dicho nada hasta el momento había seguido en silencio las indicaciones de Sebastian.

Sara había recuperado el color de sus mejillas y sus manos ya no se sentían frías, miro los detalles de la carrocería, se encontraban en perfecto estado a excepción de una fina capa de polvo que cubría el tablero. El reloj marcaba las 10 de la noche ya habían pasado unas horas desde que se marcharon. El miedo de que algo le hubiera pasado empezó a emergen en su corazón y su cabeza a pesar de estar con Sebastian al poco tiempo la llama de la preocupación se avivó cuando su madre no contestaba el teléfono la había marcado varias veces las llamadas entraban pero no era contestadas, lo mismo hizo al teléfono de su padre y tuvo la misma respuesta un pitido incesante acompañado de un susurro –por favor contesten–.

Su preocupación aumento a cada instante algo estaba mal pero no avanzo a describirlo era un presentimiento qué crecía en ella, la espera le estaba volviendo loca a la par de la desesperación, Salió del auto para despejar su mente antes de que esta le jugara una mala jugada, miro a su alrededor para después volver al mismo lugar a pesar de que las salas eran diferentes al igual que las exposiciones en su interior, el lugar era inmenso lo que ayudaba a que uno se perdiera camino unos metros hasta llegar a una habitación de pinturas de ambientes diversos y naturaleza qué solo un artista podría plasmar.

Recorrió las paredes perdiéndose en los mil y un trazos que el pintor atizo con precisión para formar cada una de las obras, Sara camino alado de cada una de sus paredes se acercó a un espejo que colgaba en una de las esquinas tenía la forma ovalado rodeado de varios trozos atizantes de colores vivos y diversas figuras vio su reflejo en la tenue luz tenía los ojos vidriosos casi a punto de llorar.

Sintió la presencia de alguien tras de ella, miro con un movimiento rápido encontrando a Géminis a unos pasos de ella llevaba unos jeans azules una camiseta oscura al igual que la gabardina hasta las piernas, tras de él las alas plegadas sobre si, Sara no sentía miedo, tampoco se había asustado apenas una pequeña impresión de la súbita aparición fue todo, trato de centrarse en él si percibía alguna intención pero solo sentía emociones caóticas confusas qué fueron empeorando mientras más trataba de centrarse.

–¿Estas bien? – pregunto con neutralidad, su actitud hasta ahora había sido poca, pero seguía siendo agresiva, aunque su rostro y sus expresiones eran neutrales.

–No entiendo bien este mundo, mi mejor amiga y mis padres– Sara se revolvían en sus pensamientos tratando de darles sentido, pero aun así era difícil. 

–Nunca debiste descubrir este mundo – corto Géminis el enredo 

–¿Quién es Sebastian? – pregunto Sara buscando un punto fijo del mundo al cual sujetarse 

–Todo lo que él te ha dicho es verdad –

–Son cosas imposibles, pero ¡hasta ahora todo ha sido imposible! – grito acentuando el final

–Conozco a Sebastian y él no te mentiría a menos que sea necesario – Géminis abrió sus alas para después plegarlas sobre si hasta hacerlas desaparecer tras su espalda como si nada. Sus alas negras tenían un llamativo inusual, a la luz por un instante parecían arder de llamas negras.

–¿Tú quién eres? – pregunto Sara regresando la mirada al cuadro a su espalda recorrió el cuadro que tenía en frente con la yema de sus dedos por el marco.

–No soy nadie.. –

–¡Basta! – grito Sara sin contener su frustración, estaba harta de que no le dijeran la verdad de que le ocultaran todo tras una simple palabra y que siempre la trataran como una niña pequeña.

El eco del grito recorrió los pasillos, propagándose hasta que el silencio la consumió.



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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