El Contrato de las Almas

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–Perdóname– suplicaba Raquel  –perdóname por favor– las lágrimas no cesaban

Estaba encadenada a la pared, lo último que recordaba era haberse estrellado y luego ver a un hombre gordo estrellar a Sebastian contra la pared como si fuese de trapo, después alguien con la piel llena de heridas y símbolos extraños sujetándola.

Trato de soltarse jalando las cadenas de la pared para que estas cedieran, pero sus esfuerzos eran en vano, se había resignado a su final y a su destino.

–¡Sara! – grito con todas sus fuerzas –¡Sara! – repitió hasta el cansancio

Estaba sola, iluminada con la luz débil de una pequeña lampara al frente de ella. Todo lo demás era silencio, no había ventanas ni un rastro de alguna salida que no fuera la puerta a un lado de la lampara.

–¡Sara! – la voz de Raquel se empezaba apagar.  –ayúdame por favor– dijo en voz baja.

Pasaron unos segundos, se escucharon unos pasos por el corredor, se hacía más fuertes mientras se acercaba, Raquel sintió el miedo recorrer su cuerpo, sus manos temblaban provocando que los grilletes temblaran.

Los pasos se detuvieron frente a la puerta, el silencio subió la tensión. La puerta se abrió despacio, sin mostrar a la persona tras de ella.

Raquel cerro los ojos fuertemente junto sus rodillas al pecho y se abrazó a sí misma, no quería ver lo que aquel cruel mundo le hacía pasar.

–Sálvala – dijo suavemente una voz acompañado del sonido metálico de algo siendo arrastrado.

Raquel sintió un pequeño golpe en su pierna lo que había provocado un pequeño salto del susto, cuando abrió los ojos, la puerta estaba cerrada y junto a ella había una pequeña llave.



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En el texto hay: misterio, sobrenarutal, criaturas oscuras

Editado: 19.11.2022

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